Johan Oviedo mereció ganar, pero los Cardenales le dieron la espalda

Daniel De Malas Andreu

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Por Franco Miguel Alvariño Imagino a su familia celebrando cada out. Contando las entradas. Gritando su hit para impulsar la cuarta carrera de los Cardinals. Este martes no fue su culpa, él mereció ganar, Johan Oviedo estuvo, quizás, en su mejor noche en las Grandes Ligas, pero, otra vez, la suerte y su equipo le…

Por Franco Miguel Alvariño

Imagino a su familia celebrando cada out. Contando las entradas. Gritando su hit para impulsar la cuarta carrera de los Cardinals. Este martes no fue su culpa, él mereció ganar, Johan Oviedo estuvo, quizás, en su mejor noche en las Grandes Ligas, pero, otra vez, la suerte y su equipo le dieron la espalda cuando más los necesitó.

A inicios de campaña se le reprochó que no llegara a la quinta entrada, que perdía efectividad en sus lanzamientos con el paso de los innings. Bajo esas críticas fuimos testigos de su mejoría, de su trabajo fuerte, de dos aperturas de calidad, una incluso sin permitir carreras, aún así, las puertas del éxito estuvieron cerradas.

En su última salida, frente a los Chicago Cubs, caminó sin muchos problemas. Su control, el peor de sus enemigos, no le dio “dolores de cabeza”, todo lo contrario, en 74 envíos consiguió 50 strikes, para un 68 %. En cuanto la producción de carreras, poco le pudieron hacer. Con solamente tres inatrapables permitidos, los cachorros fabricaron una anotación limpia.

Como si fuera poco, o previendo que su franquicia no lo respaldara, asumió la responsabilidad de impulsar carreras. En la parte baja de la cuarta entrada, encontró a su compañero Paul DeJong en la intermedia y lo impulsó hacia el plato, con su tercer indiscutible en la MLB.

Johan lo disfrutó, en ese momento lo vi feliz, él sabía que podía ser un día histórico. Mientras, desde la lomita seguía arreciando, tanto así que llegó la quinta entrada, concluyó su actuación, y dejó el juego ganando con una salida memorable.

Durante cinco entradas completas permitió una carrera limpia y dejó el juego con ventaja de 4×1. A su vez, ponchó a cinco rivales y regaló un boleto de libre tránsito, dejando el futuro del partido, su probable primera victoria, en los brazos de los relevistas.

Cuando llegó el noveno capítulo, las cámaras del juego lo buscaban. En ese instante los que lo conocemos, los que de alguna forma se identifican con las historias de superación de los cubanos, nos sentimos orgullosos. Las botellas de champagne estaban listas para ser descorchadas, aunque nadie pudo predecir la debacle que estaba a punto de ocurrir.

A la novena entrada, los Cardenales llegaron con ventaja de 6×1. Solo tres outs necesitaban para que el cubano pudiera inmortalizar el 20 de julio como uno de los más importantes en su vida.

Entonces, comenzó la “película de terror”, varios lanzadores desfilaron por la lomita y ninguno lograba detener la rebelión. Los cachorros estaban dispuestos a luchar por la victoria, a no ser ellos los que quedaran grabados en la memoria de Oviedo. Por eso, fabricaron seis carreras en el noveno episodio, para darle la vuelta al marcador y conseguir el triunfo.

Las buenas noticias son que su slider está mejor que nunca, pareciera un “cuchillo” que se entierra y hace mucho daño a los bateadores. Lo positivo es que, una vez más, demostró merecer un puesto fijo en la rotación. Sus envíos son cada vez más dominantes, su resistencia ahora no es el problema y tampoco su control.

La victoria, cada día, está más cerca. La realidad es que en ningún libro dice que ganar en las Mayores fuera fácil. Para él está siendo muy complicado, pero cuando lo logre la satisfacción será doble, y a partir de ahí, seguramente, llegarán las otras con mejor frecuencia.

 BOX SCORE

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