Por Alexander García Milián
- Voy al paredón- me dije y asentí con la cabeza al instante de pensar en escribir este trabajo; decir que Kendrys Morales es quizás el mejor pelotero cubano de lo que va de siglo XX será tema de debate, de polémica sin fin pero está dicho y alguien tenía que decirlo.
Cuando pienso en el inmortal, en darle ese calificativo al capitalino, me viene a la mente por deducción Martín Dihigo pero no; para mí Kendrys Morales es el inmortal porque ahora mismo con Oakland, en medio del momento de desagravio de los Azulejos hacia su persona; ahora mismo sigue haciendo historia, historia como cubano y como latino.
Es Kendrys tal vez como Gherig, un tipo de hierro, un hombre que nace, muere y renace, se arma, se desarma, se compone a veces que parece un Frankestein y pido perdón a Shelley; pero es así y de igual modo siempre Kendrys da la cara, una y otra vez.
Es Kendrys dándole el palo decisivo a Kleber Ojima en el Latino, el tipo que como novato marcó un después en la pelota cubana y a tras sus primeras tres series ya muchos decían- adiós Linares-
Con poco de mala suerte, con algo de bobería o mongolería para decirlo en buen camino, luego de aquella caída tonta en el Angels Stadium, con fractura incluida que los sacó de juego por casi dos años, Morales dejó boquiabiertos a todos, pensábamos que se iba entonces y no, regresó…
Nadie sabe que se fue en el mismo barco que Orlando Chinea- lo dijo este último en una entrevista para Play OFF- ; bueno algunos lo saben, otros chismorrean por ahí pero la verdad es que su persona está sumida en una eterna nebulosa pero el levanta la cabeza, mira al frente y mete el pecho.
Puede que los números de Morales no sean tan halagüeños respecto a un Gurriel, a un Céspedes, a un Pito pero su consistencia, su rendimiento estable; son elementos que se conjugan y nos hace pensar que el hombre siempre cumple, empuja carreras, da el batazo cuando todos esconden el bate; Kendrys es mucho con demasiado.
El caso de Morales ahora mismo es uno donde las cifras se vuelven frías y no importan, sí las acciones que marcan pauta y definen una realidad.
Kendrys opacado, diluido, esfumado, es Kendrys, tal vez como un Carlos Beltrán o un Carlos Guillén, lo digo y pienso en que pudieran ser historias paralelas pero le damos, es un cubano, uno de los mejores de este siglo, sino el mejor.
Nos vemos a la vuelta.