Por Boris Luis Cabrera.
La llamada serie especial del beisbol cubano sigue envuelta en raros y oscuros augurios. En la noche de este jueves, uno de los últimos frentes fríos de la temporada, después de pasar sin penas ni glorias por todo el territorio nacional, ha desatado su ira contra la ciudad de Santiago de Cuba, donde los equipos de Occidentales y Orientales se preparaban para darle comienzo a tan polémica serie, provocando la suspensión del partido.
Desde hace varios días, los caracoles de babalaos prominentes, las cartas de gitanas, y las bolas mágicas de adivinos y profetas andan inquietando a los aficionados, y no es para menos. Un aura de mal agüero anda envolviendo este engendro de la comisión nacional desde el nacimiento de esta idea.
Una serie diseñada en un acto desesperado para tratar de recuperar el camino de las victorias internacionales en un evento de dudosa calidad como los juegos Centroamericanos y del Caribe, que no entiende de espectáculos y se recuesta en la fatiga extrema de sus jugadores, diseñada por la falta de confianza de los directivos que andan en capilla ardiente y tienen pesadillas recurrentes donde ven a sus cabezas rodar si se pierde un evento como este, no puede tener éxito ni puede cumplir objetivo alguno.
Mal augurio el que se respira, cuando rompiendo directivas, los atletas tienen que viajar de noche en medio de carreteras mal iluminadas infestada de accidentes y de sorpresas, por no tener ¨condiciones¨ los hoteles de las provincias donde se juega. Mal camino, donde han lanzado la alfombra roja para inaugurar una serie ensombrecida por escándalos de injusticias y de olvidos que vuelan a su alrededor, por ausencias, y por el ¨cantifleo¨ de Higinios y Aragones, eclipsada por hastíos, por ligas europeas de futbol y por el desgano de miles que andan hartos de cabezazos y de improvisaciones.
La serie especial de beisbol se ha tirado de la cama con el pie izquierdo, malgastando el exiguo dinero de las arcas estatales, frenando desarrollos sociales, conspirando con el desabastecimiento de los mercados y con la escasez eterna en pos de una carrera estéril, en busca de una victoria pírrica, de un objetivo absurdo.
Hace cuatro años en la cita de Veracruz, el beisbol se llevó la medalla de oro, exactamente la mitad de los jugadores que se coronaron en aquella oportunidad, han emigrado a otras tierras, el panorama ha cambiado en el mundo y aquí seguimos en una burbuja, nadando contra la corriente y defendiendo viejas teorías e ideas obsoletas.
La ira de la naturaleza impidió el comienzo de la serie especial de beisbol, pero siempre que llueve escampa, la ira de los dioses del beisbol es más temible y más devastadora, oremos todos. Nos vemos mañana en el estadio.