¿LA MEJOR época de la pelota cubana? Los nuestros explotaron en la MLB…de nuevo

Por Juan Páez

En momentos de generalizar, siempre se debe ser cuidadoso. Hay que evaluar la historia y las circunstancias que llevaron al punto de conversación. En el caso del béisbol cubano hay una eterna pregunta de la que nunca se tendrá respuesta. Un “¿qué hubiese pasado si…?” que nadie podrá responder con la precisión de las agujas del reloj. Son la imaginación y quizás la lógica los factores que pueden pintar lo que habría podido suceder.

La llegada de Fidel Castro al poder y la decisión de acabar con el béisbol y el deporte profesional en general fue un antes y un después para la isla. Cuba, o su gobierno, cambió a comienzos de los 60 lo que parecía un futuro promisorio e imponente en las Grandes Ligas por exportar peloteros a cuentagotas de manera forzada, cambió un chorro inagotable de estrellas por algo más parecido a una sequía, cambió la posibilidad de tener la primera franquicia externa en la Gran Carpa por esconderse detrás de una pared manchada con ideales turbios.

Cambió, por último, ser la cara de Latinoamérica en la mejor pelota del mundo por convertirse la sombra de países como República Dominicana y Venezuela en cuanto al desemboque de talento.

¿Qué hubiese pasado si…?

¿Qué sería hoy de la pelota cubana si Castro no hubiera decretado aquella prohibición? ¿Cuántos Tony Pérez habría hoy, en la segunda década del siglo XXI? ¿Cuántos campeones bate, cuántos ases, cuántos jonroneros, cuántos miembros del Salón de la Fama, cuán grande sería la legión antillana de por vida?

Los Omar Linares, Orestes Kindelán, Braudilio Vinent, Pedro Luis Lazo, Luis Giraldo Casanova y Lázaro Valle (por mencionar algunos) fueran millonarios retirados en sus casas de lujo y no expeloteros con diplomas y medallas oxidadas.

Mientras naciones como Dominicana, Venezuela y Puerto Rico explotaban un escueto racimo de figuras año a año, Cuba iba in crescendo. Temporada tras temporada la cantidad de isleños aumentaba hasta imponer en 1967 el récord de 30 jugadores en una misma campaña.

Pero para la zafra de 1972, todo empezó a caer. Apenas participaron 16.

También, al tocar este tema, no se puede dejar a un lado a los Cubans Sugar Kings, aquel inolvidable y trepidante equipo que pertenecía a la Liga Internacional en Triple A y estaba afiliado a los Rojos de Cincinnati.

Fue La Habana la que se proyectaba como el territorio de la primera franquicia extranjera en el big show, antes que Montreal o Toronto.

¿Qué hay ahora?

Por suerte, luego de que en los 80 fuera extraño ver a más de cinco cubanos en Grandes Ligas, la armada cubana ha ido renaciendo desde el 2000 con respecto a cantidad y calidad.

Surgieron nombres de la talla de José Ariel Contreras, Orlando y Liván Hernández, José Canseco y Rafael Palmeiro. Y tanto en 2016 como en 2019 se igualó el récord de 30 jugadores en una misma campaña.

El futuro parece promisorio, tanto como positivo es el presente. En tan bajo número de representantes, minúsculo al lado de los cientos dominicanos o venezolanos, parece tenerlo todo. Pese a esa afirmación, la nación carece de un as, al menos hasta esta ronda regular. No hay alguien que se le acerque a José Fernández, quien lamentablemente falleció en 2016, justo cuando era una estrella consolidada de 24 años de edad que aún, tal vez, ni siquiera había alcanzado su tope.

PODER, IMPULSADAS Y AVERAGE:

Esta categoría se expuso de sobra este año. Jorge Soler rompió el récord de Palmeiro de más jonrones para un cubano en una zafra, con 48 bombazos. José Abreu sacó 33 pelotas del parque, la segunda mayor cantidad en su carrera, y Yulieski Gurriel mostró todo su poder en 31 ocasiones, después de hacerlo apenas 13 veces en 2018.

Aparte, figuras como Yasmani Grandal, Yoan Moncada y el mismo Soler tuvieron incrementos notables en su total de cuadrangulares.

En cuanto a impulsadas, Abreu lideró la Liga Americana en ese departamento, con 123, y se convirtió en el segundo cubano en comandar un circuito en las Mayores, junto con Canseco. Por segunda vez en la historia, un trío antillano termina con 100 fabricadas por cabeza (Abreu, Soler, Gurriel), algo que lograron en 2015 “Pito”, Yoenis Céspedes y Kendrys Morales.

Con respecto al promedio ofensivo, Yoan Moncada estuvo entre los mejores de la Americana pese a quedarse corto (.315). Su average dio un auténtico salto desde los .235 puntos el año pasado. Yordan Álvarez quedó en .313, pero no acumuló las apariciones necesarias para optar al título de bateo.

En este grupo hay que incluir a Yasiel Puig, quien brinda todo lo mencionado y tuvo un buen año entre Cincinnati y Cleveland, y a Yoenis Céspedes pese a que no jugó esta temporada por estar lesionado.

FUTURO:

Al hablar de futuro, el de Cuba es emocionante. Álvarez emergió como uno de los mejores toleteros en las Grandes Ligas desde su debut con los Astros de Houston, mientras que Moncada y Lourdes Gurriel Jr. se afianzaron como piezas clave de los procesos de reconstrucción que afrontan los Medias Blancas de Chicago y los Azulejos de Toronto, respectivamente.

En un segundo plano, hay hombres como Randy Arozarena, Michel Báez y Adrián Morejón, de quienes se esperan buenas carreras debido a sus proyecciones desde las menores. Todos hicieron el grado este año.

Pero en las sucursales hay una bestia esperando ser desatada, una joven estrella que aún no sube al cielo: Luis Robert. La joya de los Medias Blancas destaca entre todas las promesas del béisbol cubano y este año fue uno de los dos 30-30 en todo el sistema de ligas menores, junto con Kyle Tucker (Astros).

PITCHEO:

Pese a la notable ausencia de Fernández y a no tener un claro as en el presente, hay importantes lanzadores relevistas.

Aroldis Chapman sigue llevando la batuta. Pese a que se le volvieron a hacer esquivos los 40 salvados, tuvo otro torneo dominante con los Yankees de Nueva York, en el que registró 37 rescates, con efectividad de 2.21 y 85 ponches en 57.0 episodios.

Aunque Raisel Iglesias no tuvo la campaña que todo el mundo esperaba, sigue mostrando calidad en el montículo. Pese a su tambaleante actuación, sumó 34 salvamentos a su cuenta y abanicó a 12.0 rivales por cada 9.0 entradas lanzadas. A ellos se le suma Yoan López, quien se las arregló para dominar en la loma como relevista de los Diamondbacks de Arizona sin importar su baja cantidad de abanicados.

Por segundo año consecutivo, Roenis Elías tuvo una actuación importante con los Marineros de Seattle. Tanto así que los Nacionales de Washington lo adquirieron para reforzar sus aspiraciones de llegar a postemporada.

Todo esto sin mencionar piezas notables como José Iglesias, con su contacto y defensa; Aledmys Díaz, con su versatilidad en el infield; y Yandy Díaz, con su explosión con el madero.

Quizás esta nueva era sea como un medicamento paliativo para la memoria de muchos, para aquellas preguntas cuyas respuestas no se conocerán jamás. El béisbol cubano, a punta de estrellas establecidas y promesas emergentes, renace a pulso en las Grandes Ligas.

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