Por Alexander García Milián
Los rostros de los competidores se tuercen en muecas y en gestos ridículos que buscan ahogar un poco la tensión. La Olimpiada de Río, meses atrás, casi un año, dejó la mesa servida para que allí, en ese momento, Londres vibrara con lo mejor del atletismo en el planeta.
Las vallas se aprestan como la nueva prueba del decatlón, Leonel Suárez el cubano se muestra seguro, en Brasil sin entrenar quedó en el sexto puesto. Eran sus terceros Juegos Olímpicos….
Creía que se iba, se esfumaba para desaparecer como tantos otros, como un nombre cualquiera en la lista, la execrable lista de la desmemoria, del olvido nefasto al que relegan a los que un día triunfaron y luego por un motivo u otro bajaron; del estrellato, de lo sobrehumano, de lo inmortal a lo mortal.
Leonel me sorprendió desde aquel verano de 2008, en que lo ví colgarse un bronce de oro en la Olimpiada de Beijing. Una medalla que nadie esperaba,- el decatlón,… ¿cuando Cuba ha sido algo en un deporte de primer mundo?- pensé, pienso todavía al respecto y me aúpan sensaciones de respeto, de compasión de lástima y enojo por la figura del holguinero.
– “ … Desde muy joven fuera de casa,… son ya doce años en el alto rendimiento, en La Habana,… no es fácil tanto tiempo lejos de la familia,… mira!!!,.. tengo a mi esposa con mi niña de 4 años en México,… la distancia es un poco incomoda, cada vez me pesa más pero bueno en eso andamos,…”; me comentó con leve tristeza en su rostro ese día en la mañana mientras esperaba una prueba de doping.
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Kevin Maier, Ashton Eaton, Saint Nicolas, Freimut, Wariner… Leonel Suárez; caras conocidas y menos conocidas cruzan miradas, develan alguna que otra sonrisa, destellan seriedad, mórbida seriedad que esconde sus nervios otra vez, desde hace unos ocho años son la élite del decatlón en el mundo; para muchos este Mundial en Londres encierra el final de un ciclo deportivo, para otros el último escaño, la prueba final de su carrera; tal vez un regreso, un nuevo comienzo; en fin,… suena el disparo!!… y salen los corredores, pasan la primera valla, la segunda, la tercera, Leonel afloja se toca la pierna,….
– “ … Yo me sentía bien,… la Olimpiada me había dejado buenas sensaciones, meses sin entrenar,… un buen tiempo sin hacer nada y fui sexto,… además las marcas estaban a la mano, accesibles,… me veía con posibilidades,… al final el bronce registró un 8300 y algo,…la marca con la que Yunior Díaz fue noveno en la Olimpiada de 2008… pero las lesiones siempre, siempre me han pasado factura… “; infirió Leonel, sonrió con sutil sarcasmo, enarcando las cejas y la comisura de sus labios; aún siente frustración por lo del último Mundial.
El tema de las lesiones salía a ratos durante la conversación, la incomodidad se marcaba en el rostro de Leonel; no es menos cierto que ellas han condicionado su carrera deportiva, desde ese 2008 cuando inicio su andar en el Circuito Mundial de Pruebas Combinadas, allá en Gotzis y se colgara el bronce olímpico.
– “ … Ellas siempre han estado…, el tobillo, la cervical, los problemas de la presión arterial,… muchas veces me he sentido en buena forma, fuerte, con altas posibilidades de medallas,… pero algo sale al final… en Pekín, competí con una lesión en la pierna,… días antes del comienzo de los juegos, me la viré al caer en el colchón cuando entrenaba la pértiga y así competí,… ya ves..”,- aparentó resignación, conformismo en su mirada; una mirada inteligente y limpia.
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Nadie lo cree aún, la toalla puesta por encima le tapa la cabeza, no mira a nadie, parece como ido, todos creen que se retira, entonces Leonel Suárez asoma su rostro y escucha a Ashton Eaton cuando lo intenta calmar y le aconseja seguir- “… Hermano, en 2012 yo iba bien estaba en la pelea y venía la pértiga y la jabalina,… dos de mis fuertes,… pero la pértiga fue un desastre,… entonces me dije- Leonel tienes que meter un jabalinazo- y hasta hoy los más de 77 metros de ese día son récord en el decatlón…”; ríe, ríe orgulloso y me cuenta de su buena relación con Eaton,- es el mejor del mundo,… como Usaint Bolt,… un fuera de serie-. En la olimpiada de Londres, se coronó con el bronce. Hasta ese entonces, en solo cinco años al más alto nivel, coronaba una serie de excelente resultados; plata en el Mundial de Berlín en 2009 y también bronce en el de Daegu en 2011.
Yo tampoco creo aún que las cosas pasaron de ese modo; entrevistando a Leonel en la enfermería de la “Cerro Pelado”, escuchando estas historias interesantes luego de tirarme fotos con Yarelis Barrios y hablar como lo más normal del mundo con la campeona mundial de triple salto, Yargelis Savigne.
Busqué su comodidad, que la entrevista fluyera de la mejor manera. Leonel se veía suelto, seguro, ciertos rasgos de timidez al inicio pero después se impuso la confianza. Me habló de su entrenador, Gabino Arzola,- el profe Gabino es como mi padre, es quien a estado conmigo desde el comienzo, entre los dos planeamos los entrenamientos y fluye una muy buena comunicación…
– “… Los entrenamientos siempre son fuertes, propios de un atleta de alto rendimiento,… hoy a los 30 años nada cambia, las cosas marchan de igual modo,… las mismas cargas, todo igual,… en mi caso como la técnica está bien pulida en cada prueba, trabajo mucho en la resistencia… Ese es el enfoque, ahora que voy saliendo de la lesión…”.
La próxima meta de Leonel, serán los Juegos Olímpicos de 2020; hacer el ciclo, Centroamericanos de Barranquilla; Panamericanos en 2019 y las Olimpiadas,- Ahí termina mi carrera deportiva- me dijo al tocar el tema;- “… Quiero luchar por mi tercera medalla olímpica, buscar mi primera en Centroamericanos y competir en los Panamericanos,… luego me voy,… la familia también lleva tiempo,… quiero dedicarle lo que me reste de vida a ellos…”,- sonreímos, tome unas fotos, le desee suerte, el me comentó sobre la entrevista,- fue algo diferente, nunca había hablado tanto, me gustó.
Leonel no me lo dijo, ni por asomo trato de inducirme a ello pero que un periodista lo recodará y quisiera hacerle una entrevista le emocionó mucho; en su rostro se veía el agradecimiento por el granito de arena que hemos puesto para no relegarlo al cesto del abandono.