Por Alexander García Milián
Es ya tarde, no llega la noche aún pero es tarde, quizás cuatro y pico o cinco; una tarde de invierno que puede ser verano, una tarde cualquiera, en un día cualquiera, en una Serie Nacional cualquiera…
Es un estadio, un estadio a medio llenar, un estadio donde los ecos sórdidos de los aficionados hacen creer que todo de pronto se va a derrumbar; es el Latino, el Victoria de Girón, el José Antonio Huelga. Hay ocasiones en que leves brisas peinan los rostros de los presentes y los sumergen en crudos letargos…
Es un pelotero; un pelotero todavía joven, un joven de mirada tímida y sonrisa amplia y sincera; él puede ser un pelotero cualquiera, uno de muchos, de esos que se van entre las guías de béisbol y la polvareda de un terreno pero no tiene un apellido- Gourriel-; todo en él se vuelve, amor, odio, mentiras, engaños; todo pero es la estrella, es sin dudas la estrella más fulgurante de los últimos años en la pelota cubana…
Que si Shakira, que si “bomba de agua”, que si está “inflado”, que si esto, que si aquello; con el Yuli, con los Gourriel, las situaciones tuercen entre el decir algo que es y entonces no es, entre hablar suave y bajito y explotar como “cafunga” ante la frustración por las ofensas indiscriminadas…
El Yuli, siempre fue, – bueno es- estrella, figura,… ¡grandeee!; final del 2002 contra Holguín, debut por todo lo alto con apenas 18 años; Clásico Mundial de 2006, todos estrellas; Bajas, final de 2008 en Olimpiada de Beijing, roleta para doble play en el juego contra Korea; nuevas subidas, contrato en Japón por casi un millón, campeón con Pínar del Río en la Serie del Caribe de San Juan en Puerto Rico,- comienza a tomar nota el chico- entonces se esfuma, ya era el dueño de La Habana, el dueño de todo, ya de ser detestado hasta oquedad de los límites más impensables ; ahí el Yuli, Yunito, los Gourriel comienzan su historia.
Para muchos, a veces creo que sí empezó años antes, muchos cuando Yuliesky se le pegaba en todo a Linares y decían este es el mejor y lo creo; pero bueno, como todo en el béisbol, comenzó después…
Astros de Houston, Blue Jays de Toronto; el Yuli y Yunito van a la cima, al estrellato; están donde debieron estar siempre.
Ya pocos lo critican, los más,- el muerto es muerto donde sea- vociferan como vacas en el matadero; los aficionados decentes, respetamos su decisión, yo en lo personal la aplaudí, aún lo hago.
Un año decente, se disparán alarmas, ya el Yuli pasa los treinta; Yunito va para cosas grandes con Toronto. Entonces en 2017, Houston gana la World Serie y ahí, como protagonista, Yuliesky Gourriel, digno trofeo para un grande , para un peloterazo en toda la extensión; ya no es “ el flojo”, ahora es el Yuli para todos, es la figura, el último cubano en ganar un anillo de Serie Mundial.
Las historias, todas, la construyen los hombres, las hacen con sus elecciones diarias, con sus pasos en la vida – malos o buenos- el destino es personal, cada cual lo forja a su manera, tal como explica Coelho en El Alquimista.
La historia entonces de los Gourriel, más que un tragicómico cuento de hadas, que una historia de fama y mediocridad parece ser que estuvo siempre destinada a terminar en lo más alto, en la cumbre de los inmortales del béisbol.
Ahora, hoy, casi de madrugada, el verbo se vuelve dúctil ante el éxito que obtienen el Yuli y Yunito en la Gran Carpa;- ¿Quién habla ahora?, ¿Quién dice algo?,… bien,… Que callen los incrédulos y den paso al talento y a la maestría.