Manager cubano Fredi González y su legado imborrable en Grandes Ligas

Por Juan Páez Ahora mismo no tiene trabajo. Al finalizar esta temporada decidió que no volvería como coach de tercera base de los Marlins de Miami, a fin de perseguir otras oportunidades que le permitan, aun más, agrandar la huella imborrable que deja en el béisbol de las Grandes Ligas. Fredi González construye un legado […]

Por Juan Páez

Ahora mismo no tiene trabajo. Al finalizar esta temporada decidió que no volvería como coach de tercera base de los Marlins de Miami, a fin de perseguir otras oportunidades que le permitan, aun más, agrandar la huella imborrable que deja en el béisbol de las Grandes Ligas. Fredi González construye un legado enorme entre nacidos en América Latina y en su tierra natal, Cuba.

Como dirigente, la historia que edifica González no es menor o menos importante que la escrita por hombres como Preston Gómez o Tony Pérez. Gómez, en 1969, fue el primer mánager cubano en la Gran Carpa; Pérez, un inmortal de la recordada Gran Maquinaria Roja, volvió a los Rojos de Cincinnati para comandarlos por mitad de campaña en 1993.

Al contrario, Fredi es, quizás, pionero entre latinos. Es un hombre de pelota que hoy, luego de una gigante carrera como técnico y mánager, se mantiene respetado por muchos y con una reputación intachable.

En un área dominada casi exclusivamente por norteamericanos blancos, con algunas excepciones, el nacido en La Habana se cuela haciendo historia.

Según la base de datos de Baseball-Reference, en las Mayores hubo hasta este año 711 estrategas de por vida, incluyendo a los que cumplieron tal función a tiempo completo o a los que tomaron el timón de manera interina.

De ese inmenso grupo, solo 104 han pasado 10 zafras al mando de un club, lo que representa apenas menos del 15 por ciento (14.6 %). En esa pequeña lista, en cuya cima aparecen leyendas como Bobby Cox o Tony La Russa, hay únicamente dos latinos: Felipe Rojas Alou y Fredi González.

El isleño, precisamente, fue el sucesor de Cox en Atlanta.

El exreceptor, quien nunca llegó como jugador a Grandes Ligas, posee récord positivo de 710 victorias y 692 derrotas, lo que resulta en un porcentaje de .506.

En su currículo como piloto, registra dos participaciones en postemporada.

Por su mano como dirigente pasaron íconos del juego y estrellas consolidadas. Fue el mánager de Chipper Jones en sus dos últimos torneos antes de finalizar una carrera que lo llevó directamente al Salón de la Fama.

También guio los inicios de Craig Kimbrel, uno de los mejores cerradores de esta época, y Freddie Freeman, el eterno primera base de los Bravos.

En Florida, incluso dirigió al actual mánager de los Yankees de Nueva York, Aaron Boone, y condujo al poderoso Giancarlo Stanton y a la leyenda viva Miguel Cabrera antes de que este último partiera a los Tigres de Detroit.

¿Quién podrá seguir sus pasos en el corto plazo? Es imposible saberlo y quizás irresponsable predecirlo.

En una actualidad en la que solo tres nacidos en Latinoamérica son mánagers (Alex Cora, Charlie Montoyo y el recién contratado por los Mets, Carlos Beltrán), se dificulta conocer cuál podría ser el andar para quienes no son norteamericanos.

Lo que sí se conoce es cuán difícil es llegar a ocupar ese puesto. La barrera cultural y del idioma es la más complicada. Se necesita hablar inglés a la perfección y de manera fluida para ser considerado.

Otro requisito indispensable en esta era es no ser convencional, no quedarse en las estadísticas tradicionales y tener el hambre de aprovechar cada detalle que brindan los números.

Por ello, Fredi González debe ser considerado un fuera de serie, al menos entre quienes tuvieron América Latina como lugar de nacimiento. Es imposible saber si el cubano volverá a pilotear un club, pero de no hacerlo, ya puede descansar en los laureles de una destacada carrera.