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El 18 de enero de 2005, un momento épico quedó grabado en la memoria de los aficionados al béisbol venezolano durante un emocionante encuentro entre Tigres de Aragua y Leones del Caracas, en el Estadio Universitario de la ciudad capital. Este partido, correspondiente a la etapa del Round Robin de la Liga Venezolana de Béisbol Profesional (LVBP), se convirtió en un hito que marcó el inicio de una nueva era en el deporte nacional, gracias a un enfrentamiento singular entre dos de las grandes figuras del deporte: Miguel Cabrera y Francisco «El Kid» Rodríguez.
Con el juego en un tenso 8×6 a favor de Leones, los Tigres se encontraban en una situación crítica. En la alta del octavo inning, Miguel Cabrera, entonces un joven talento que empezaba a forjar su legado en el béisbol, se preparaba para enfrentar a Francisco Rodríguez, uno de los relevistas más temidos de la liga y que para ese momento, actuó como refuerzo de los melenudos, ya que originariamente formaba parte de Tiburones de La Guaira.
Las bases estaban llenas y había un solo out, lo que generaba una presión monumental sobre ambos jugadores. Los aficionados, con la adrenalina a mil por hora, sabían que estaban a punto de presenciar algo especial.
Miguel Cabrera estudió repertorio de «El Kid»
Cabrera se adentró en el cajón de bateo con la confianza que caracteriza a los grandes bateadores. Su enfoque era claro: buscar un lanzamiento que pudiera aprovechar. Rodríguez, conocido por su potente recta y su habilidad para dominar a los atletas de este calibre, se preparó para lanzar con la intención de cerrar la entrada sin permitir más daño. El ambiente estaba cargado de tensión; cada lanzamiento contaba.
El primer lanzamiento fue un strike abanicado, seguido de una bola que cayó fuera de la zona. Con un conteo de 1-1 a su favor, Miguel Cabrera se mostró paciente, esperando el momento adecuado para hacer su jugada. Sin embargo, Rodríguez no se iba a rendir fácilmente. El siguiente envío el maracayero hizo swing de foul, llevando la cuenta a 1-2. Cabrera con determinación mantuvo su enfoque.
La siguiente entrega fue otra bola, que igualó el panorama en 2-2. Con las bases llenas y el juego en un hilo, Cabrera sabía que cualquier error podía costarle caro al equipo. Finalmente, llegó el lanzamiento decisivo para que «Miggy» conectara la esférica con una fuerza impresionante. La pelota salió hacia el jardín izquierdo-central, mientras los aficionados estallaban en gritos y aplausos.
Francisco Rodríguez quedó sin opciones
El jonrón no solo cambió el rumbo del duelo, sino que también convirtió a Cabrera en un héroe instantáneo. La jugada volteó las acciones del partido a un contundente 10×8 a favor de Tigres de Aragua, dejando a Rodríguez sin opciones desde el morrito. La euforia entre los seguidores de Aragua era palpable; habían presenciado una joya que quedaría grabada en la historia del béisbol venezolano como uno de los momentos más icónicos.
Este enfrentamiento no solo destacó la calidad de ambos jugadores, sino que también simbolizó el cambio generacional en la LVBP. Miguel Cabrera, quien más tarde se convertiría en uno de los mejores bateadores de su época y un futuro miembro del Salón de la Fama, había demostrado su talento en un escenario crucial. Por otro lado, Francisco Rodríguez, conocido por su destreza para cerrar juegos, también dejó claro que estaba enfrentando a uno de los grandes.
El llamado «turno del siglo» entre Cabrera y Rodríguez, fue un recordatorio de la perspicacia sobresaliente que Venezuela ha producido en el béisbol. Años después, ambos jugadores seguirían dejando su huella en las Grandes Ligas, pero ese día en Caracas siempre será recordado como el momento en que dos leyendas comenzaron a escribir sus historias en el diamante.
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