Por Alexander García Milián
La visera de la gorra corrida, la mirada algo perdida, un aire de cierto desgano invadiendo su rostro una y otra vez; Odrisamer Despaigne sale a lanzar de relevo por los Rojos de Cincinnati y la figura es la misma que seis años atrás en el Latino, que cuatro años antes en San Diego, o la temporada pasada- 2018- con Miami y los Angelinos; es la misma personalidad, no sufre desdobles.
A finales de febrero de este 2019, los Rojos abren los Spring Training ante Seattle y varios cubanos ven acción, entre ellos Odrisamer; el Despa relevó, permitió una carrera, se vió falto de control, medio descoordinado, tuvo bases llenas pero metió el brazo y evito complicaciones mayores.
Lo miraba y veía el hombre que busca la nueva oportunidad, el tipo que sabe que tal vez este en su último chance y me emocionaba porque notaba que sobreponiéndose a ese tedio inicial le ponía ganas y sacaba la casta…
Ya sabía de Odrisamer por la final de la Liga Dominicana de Béisbol Profesional, allí junto a Néstor Cortes y Yuniesky Maya, lució inmenso, fue llamado para ir a la Serie del Caribe por el elenco de la LIDOM y luego convocado por los Rojos para los entrenamientos de Primavera.
Es Odrisamer dando ponches a su antojo en el Latino, donde quiera que jugara en Series Nacionales; Demys Valdés le da jonronazo con las bases llenas en el Victoria, luego en los Play Off hace lo que quiere con el Matanzas de Víctor Mesa; quizás ahí por qué…
- “… Yo salí de Cuba por culpa de Víctor Mesa, ese hombre iba a truncar mi carrera, me llevó al equipo para el tercer Clásico Mundial y no tiré un inning… porque él quiso…”- comenta Despaigne en una entrevista meses después de llegar a Estados Unidos.
Sí, tal vez la venganza espero pero llegó y el hombre se la jugó a Odrisamer. Pero el habanero es grande, muy grande.
Al tiempo, Odrisamer debuta con los Padres de San Diego, debuta y en constantes vaivenes parece sortear el reto, parece imponerse a la prueba de la MLB; cuando ningún lanzador llegaba él lo hiso…
- “Aquí he aprendido muchas cosas, me he visto obligado a dominar la splitter, la cutter, a ampliar mi repertorio, sí creo que aquí he aprendido a ser pitcher…”- le dice Odrisamer, palabras más, palabras menos a un colega durante una entrevista.
Es el tipo que se impone siempre, le caen a palo en tres partidos consecutivos y al cuarto tira siete entradas sólidas; parece que se derrumba pero no, se enfila y en 2018, cuando para muchos estaba descartado, llegó a los Marlins para a mitad de temporada ser cambiado a los Angelinos.
La suerte, la decisión para enrumbar su camino y labrarse un futuro, el coraje para enfriar situaciones calientes; o la combinación de todos estos factores hacen de Odrisamer un personaje, sin dudas, un tipo de esos que creen que la vida es algo más que soñar.
Es el mismo hombre que parece mirar las cosas con tedio, que creemos vive la vida a la ligera; el de la visera corrida, al que le hacen cinco en el primer inning y luego cuelga seis ceros, o cuatro pero los cuelga; es el, es Odrisamer Despaigne.
Nos vemos a la vuelta.