Por Alexander García Milián
Ningún deportista ha sido tan opacado ni silenciado en Cuba, ninguno desde Font, el “andarín” Carvajal, Ohms, Dihigo, José de la Caridad Méndez, Kid Chocolate, Adolfo Luque; otros que se me escapan, Tany Peréz, Mike Cuellar, Minie Miñoso. Ninguno de ellos, bien relegados al voraz abandono que propicia la inconciencia, ninguno ha sido tan detestado en Cuba como el Duque Hernández.
Hablar de Orlando Hernández es puro sacrilegio, al más puro estilo torquemadiano. De hecho, hace días un colega me comentaba que no pudo proyectar un video en su programa porque en el se hacia alusión al exindustrialista. ¿Por qué?, le pregunté aún lo hago,… ¿Usted no? Las respuestas,… perdidas.
En Venezuela, como no hablar de Miguel Cabrera, Maglio Ordoñez, Andrés Galarraga, Adolfo Carrasquel, por solo citar a algunos de los más encumbrados peloteros; todos glorias de ese país. Hasta el presidente Maduro hace dos años le entregó a José Altuve la orden Francisco de Miranda por su título de MVP, en aquel momento. Un justo reconocimiento sin dudas; el mismo que le hacen en China a Jao Ming, otrora jugador estelar de la NBA, los que le hacen a Ginobili en argentina por su desempeño también en tierras norteamericanas.
Rendir tributo a las estrellas del deporte es algo común desde todo punto de vista. Por ello, la historia debió empezar así, con estas aclaraciones, pero no comienza aquí… eso creo…pudiera ser antes, mucho antes,… pero es aquí…
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Es octubre de 2005, los Medias Blancas de Chicago van otra vez a play off en las Grandes Ligas; Ozzie Guillén maneja bien un equipo que cuenta con figuras de la talla de Paul Konerko, Frank Tomás; y los lanzadores latinos, Freddy García de Venezuela, José Contreras y Orlando Hernández, ambos cubanos, ambos ya con experiencia compartida en Nueva york con los Yankees, ambos ya sintieron el amargo sabor de la derrota en Series Mundiales; perdieron la de 2003 ante los Marlins. Contreras va por su primer anillo, Hernández, “El Duque” por su cuarto…
En el tercer juego de la serie divisional ante Boston, Orlando sale de relevo en el sexto inning. Las bases están llenas, la tensión se esparce por el aire, la maldición de esas “medias sucias”, de esos “vende juegos” allá en los años veinte parece sacudir a los de la ciudad de los vientos. Pero “El Duque” se ve tranquilo, no tiene nervios, por su mente pasan las finales de 1992 y 1996 en las series cubanas, se crispa cuando recuerda la temporada del 99, su mejor año con los bombarderos. Retira a los dos primeros rivales con sendos elevados al cuadro, ya la realidad se acerca más, entonces le receta un ponchete a Johnny Damon, con su estilo sobrio va hacia el banco, Chicago gana y luego en el cuarto, – ciaoo para los Medias Rojas…
Varios días después ante los Astros de Houston, Orlando gana su cuarto anillo de Serie Mundial; es el único cubano con cuatro galardones al máximo nivel; La Habana celebra, Cuba toda también aunque sea por cable, por video cassete o dvds, la gente supo que el “ rey azul ” era rey en Estados Unidos también…Millones lloraron, unos cientos o quizás miles se arrancaron los pelos, se comieron las uñas, empezaron a soltar espuma por la boca de la rabia contenida,… – ¡ A la hoguera ¡ gritaron casi a acoro y el eco se disipó en un silencio profundo…
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En el mar las cosas lucen diferentes, esa inmensidad parece que te traga, todo se vuelve agua. Entonces la escena lo recrea todo, el bote atestado de gente, de cubanos que se iban para Estados Unidos; es 1997 y el período especial sacude a todo el país. La embarcación había salido desde Caibarién, en Villa Clara y nadie tal vez se percato que el mismo hombre que una año antes les quitara el sueño a los azucareros de Pedro Jova, ese hombre había pasado como sí nada por allí, se había subido a ese bote que se enrumbaba mar adentro y tenía su meta bien decidida, Grandes Ligas o nada.
Orlando Hernández, “el Duque” buscaba la gloria. Entonces apareció el guardacostas; los malditos gringos que se meten en todo- pensaron que iban a la deriva. Tras ser interceptado el bote, sus tripulantes fueron entregados a las autoridades de Bahamas para su posterior repatriación a Cuba. Entonces Orlando pensó que todo se acababa. No sabía que la suerte le estaba tocando al voltearse.
El representante de beisbolistas Mark Cubas, le agenció un boleto a “el Duque” para Costa Rica. Allí Hernández permaneció dos meses, y tras varias negociaciones entró por fin a Estados Unidos, luego de acordar con los Yankees de Nueva York, un contrato cercano a los siete millones de dólares por cuatro años. Ya Orlando lo tenía a mano, su hermano Liván ese mismo año ganaba la Serie Mundial con los Marlins; el las ganarías los tres años siguientes con los del Bronx.
“El Duque” disfrutó de su mejor temporada en Grandes Ligas en 1999, con un record de ganados y perdidos de 17 y 9, estableciendo su mayor marca de ponches, con 157 y en innings lanzados con 214.1; todo ello jugando para los New York Yankees. Ese año, luego de la temporada regular, fue seleccionado el MVP de la Serie por el Campeonato de la Liga Americana.
Con los Yankees, Orlando Hernández estuvo seis de sus primeras siete temporadas en Grandes Ligas.
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Son historias, historias dentro de una vida ya de 52 años. Orlando Hernández, el “execrado”, jugó diez temporadas en Cuba; con Industriales forjó marca de 126 juegos ganados y 47 perdidos, con 1211 ponches y efectividad de 3.05. Su porcentaje de 728 es el más elevado dentro de los clásicos cubanos. ¡Ahh! En una época donde el aluminio sonaba bien duro.
En la “ Gran Carpa ” las lesiones lastraron bastante un trayectoria que por sí sola es esplendida; pues por ejemplo ya jugando para los Mets, en 2006, tras su traspaso de Arizona; Orlando sostuvo un balance de 9 y 7 con 4.07 de PCL en 20 salidas; mientras los metropolitanos ganaban la conferencia este de la Liga Nacional ese año.
Su estelar desempeño durante el mes de septiembre con balance de 2-2 y un PCL de 2.02, le dieron la oportunidad de ser elegido para abrir el primer juego de la Serie por la División. Pero, una lesión sufrida el día antes del partido mientras entrenaba le impidió participar en el play-off.
Las lesiones también le permitieron abrir solamente 24 partidos durante la temporada del 2007, pero lanzó con gran efectividad para terminar con balance de 9-5 con un PCL de 3.72 y 128 ponches en 147 innings. Durante la temporada del 2008 “el Duque” no pudo lanzar un solo partido debido a las lesiones y una cirugía que le imposibilitaron jugar durante el año convirtiéndose en agente libre al final de la temporada.
En resumen, durante su estancia en Las Mayores; Orlando acumuló 90 victorias, recetó 1086 ponches y logró un aceptable promedio de carreras de 4.13.
La vida de “el Duque” podría terminar aquí, para muchos fue así, hacen lo imposible para que su nombre quede sepultado, para otros es el mejor lanzador en Series Nacionales y uno de los mejores peloteros cubanos de la historia.