Noche mágica en el Palmar de Junco. Exaltados Bobby Salamanca e Ismael Sené

Por Andy Lans Cualquier exaltación, sin importar donde esté el Salón de la Fama, abre un nexo entre el mundo espiritual y el mundo físico. En ese momento, las glorias del pasado inundan los alrededores una vez que se les recuerda, como si nunca hubieran muerto. En total, ocho figuras de la pelota cubana, seis […]

Por Andy Lans

Cualquier exaltación, sin importar donde esté el Salón de la Fama, abre un nexo entre el mundo espiritual y el mundo físico. En ese momento, las glorias del pasado inundan los alrededores una vez que se les recuerda, como si nunca hubieran muerto.

En total, ocho figuras de la pelota cubana, seis jugadores y dos periodistas, estrenaron sus placas en el estadio Palmar de Junco, ubicado en Matanzas.

Ismael Sené Alegret y Julio Antonio Salamanca representaron a las personalidades relevantes, mientras que Leo Cárdenas, “Cheito” Domec, Pedro Ramos, “Changa” Mederos, José Antonio Huelga y Juan Manrique resultaron los deportistas homenajeados.

Ismael Sené nació en Regla, La Habana, el 21 de diciembre de 1937. Perteneció a la lucha clandestina contra el régimen de Batista y trabajó en el Ministerio de Relaciones Exteriores. A pesar de sus conocimientos enciclopédicos sobre beisbol, demostró humildad y sencillez.

Apareció frecuentemente en programas televisivos como Bola Viva y Beisbol de Siempre. Colaboró con publicaciones de la talla de PlayOff, Jonronazo y la Revista del Museo Histórico Natural de New York. A partir de 1997 formó parte de la Sociedad Americana de Investigadores del Beisbol.

En su libro “Desde el césped de mi estadio” recoge historias insólitas sobre la disciplina a la cual dedicó su vida entera.

Sené murió el 18 de enero del presente año con la esperanza de vivir unos días más para presenciar su inclusión entre los inmortales del Palmar de Junco.

Julio Antonio “Bobby” Salamanca (1931-1987), prominente narrador deportivo, debió su apodo a la secretaria de su jefe, en la primera emisora donde trabajó.

La dama le llamaba “bobito” y él para seguirle la corriente despedía los programas como el “bobi” Salamanca. Su peculiar sentido del humor le llevó a inventar una nueva terminología del deporte de las bolas y los strikes, relacionada principalmente con la zafra azucarera.

Fue autor de lo más simpáticos sobrenombres de nuestros peloteros. Sus escritos para los periódicos Hoy y Granma devienen en sublimes piezas de la reseña deportiva cubana.

En Mundiales, Panamericanos y Centroamericanos; su voz acompañó los triunfos del equipo Cuba. Salamanca recibió el reconocimiento de mejor narrador latinoamericano por la Confederación Panamericana de Beisbol.

De los jugadores exaltados, solo se encontraba en el acto Juan Manrique, quien recibió la condecoración a manos de su ex compañero Lázaro Junco. En el caso de los demás atletas, ausentes por causas ajenas a su voluntad, los familiares acogieron sus galardones.

Una bandera que acompañó a los Cocodrilos de Matanzas en el tramo final de 59 Serie Nacional hasta el título, se sumó a los objetos de veneración en el “Santuario beisbolero” de la Atenas de Cuba.

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