Por Michel Conteras.
Hace poco, a Joan Carlos Pedroso le preguntaron en el blog Visión Tunera si le gustaría retirarse jugando con la camiseta de Los Leñadores. Entonces, el extraordinario inicialista no vaciló con su respuesta. “Ese es mi sueño y lo quiero cumplir porque soy tunero, soy Leñador de pura cepa, es lo que más anhelo: volver a vestir el número 14 con esta selección”.
Sin embargo, parece que ello no será posible, pues el slugger fue desautorizado por las autoridades deportivas del territorio a tomar parte en la Serie Provincial.
“Ellos dicen que todavía tengo contrato en México y te aseguro que saben más que yo, porque hasta ahora no tengo ningún contrato allá”, contó Pedroso a CiberCuba hace un momento. “Ojalá lo tuviera. Yo perdí lo que tenía en aquella pelota porque decidí quedarme para resolver problemas de la casa, y en estos momentos no tengo nada en México”.
El otrora miembro de los equipos Cuba en eventos como el primer Clásico Mundial se desempeñó varias temporadas en los campeonatos italiano y azteca, a partir de que en su equipo de la Serie Nacional decidieran prescindir de sus servicios. Y aunque en aquellos lares le fue bien, nunca pudo renunciar al sueño de volver a jugar ante los suyos.
“Yo quería intervenir en la segunda etapa del campeonato con Las Tunas y retirarme oficialmente después de eso”, explicó con evidente pesadumbre. “Pero ya me han quitado hasta las ganas. Tiempo atrás a mí vinieron a buscarme con cheques, me hicieron ofertas de salida en lancha con la familia entera, y yo nunca acepté irme porque quise hacer mi vida aquí. Y entonces, porque me fui para México cuando ya no me querían en Las Tunas, ahora estoy recibiendo negativas para jugar en la Serie Nacional y hasta en la Provincial. No es justo”.
Ojalá se rectifique este error. La pelota cubana, desangrada por la emigración de sus mejores elementos y el trabajo deficiente en las categorías inferiores, necesita del concurso de todos los talentos posibles. Y Joan Carlos Pedroso, el noveno hombre que más jonrones ha despachado en las contiendas domésticas, se merece de sobra el derecho de regresar a la escena.