La Primavera de 1947 donde La Habana se Enamoró de las Peloteras de EEUU

Carlos David Rojas

MLB

A finales de abril, mujeres con guantes y bates tocaban suelo cubano para cambiar el rostro del béisbol en el recién inaugurado Gran Estadio del Cerro

Gira de 1947 de la All-American Girls Professional Baseball League por Cuba. Diseño: Carlos Rojas.

La primavera de 1947 trajo consigo dos revoluciones beisboleras al corazón de La Habana. Una de ellas fue visible, mediática, casi cinematográfica: los Brooklyn Dodgers instalaron su campo de entrenamiento en la capital cubana. Allí, bajo el sol tropical, Jackie Robinson afinaba su talento para desafiar la historia, abriendo las puertas de las Grandes Ligas a una nueva era.

La otra revolución fue menos anunciada, pero igual de poderosa. A finales de abril, mujeres con guantes y bates tocaban suelo antillano para cambiar el rostro del béisbol en el recién inaugurado Gran Estadio del Cerro.

El Desembarco de las Peloteras: Una Estrategia de Éxito de la AAGPBL

La All-American Girls Professional Baseball League (AAGPBL), bajo la dirección del legendario Max Carey, emprendió una travesía inédita: cruzar el mar rumbo a La Habana. Ocho vuelos de Pan American World Airways despegaron desde Miami transportando a más de 150 jugadoras, junto con entrenadores, árbitros y directivos, conformando una delegación de más de 200 personas, que se alojó en el histórico Hotel Sevilla.

La visita, concebida como entrenamientos de primavera, fue también una brillante estrategia para promover el béisbol femenino fuera de los Estados Unidos. El cronista César Temes lo anticipó: sería “un espectáculo novedoso que registrará éxito seguro, porque combina la gracia con el vigor atlético”. Y no se equivocó.

Imágenes: Archivo Personal de Carlos Rojas

El Juego que Derribó Prejuicios: La Inauguración ante 16,000 Espectadores

El domingo 27 de abril, más de 16 mil personas abarrotaron el Gran Estadio de La Habana para ver con sus propios ojos lo que hasta entonces parecía una rareza: mujeres jugando al béisbol profesional.

La ceremonia inaugural incluyó figuras como Bobby Maduro y Rafael de J. Iglesias, pero la imagen que quedó para la historia fue la de Manolo Castro, Director General de Deportes, caminando por el césped con su hija pequeña. Fue ella quien entregó una bandera cubana a Max Carey: un gesto de traspaso generacional y promesa de cambio.

Después, vino el juego, y los prejuicios se sentaron en las gradas listos para juzgar, pero terminaron rindiéndose.

Las Peoria Redwings blanquearon 4-0 a las Rockford Peaches con una joya monticular de Miss Blumetta.

En el segundo juego, las Fort Wayne Daisies vencieron a las South Bend Blue Sox.

La prensa fue contundente: el “pitcheo elegante, el juego limpio y la armonía colectiva” de aquellas muchachas desarmó cualquier duda. La Habana, que ya había visto todo en béisbol, encontró algo nuevo.

Mrs. America, Fredda Acker, signs autographs for fans at “The Gran” in Havana, Cuba. – BL-3313.98 (National Baseball Hall of Fame Library)

Primavera de 1947: Glamour y Cifras de un Torneo Inédito

La gira AAGPBL La Habana se convirtió en tema de conversación en toda la capital. El público adoptó a sus favoritas, como la poderosa Eleanor Perlick, de las Racine Belles, quien conectó dos cuadrangulares en una misma noche.

Tanto en el Gran Estadio como en el Estadio Universitario, la respuesta del público fue entusiasta. Los boletos, a apenas veinte o treinta centavos, se agotaban, y las gradas se colmaban de familias. Sobre el diamante, las jugadoras desplegaban una mezcla fascinante de destreza, coraje y elegancia, desafiando estereotipos.

Fuera del campo, el entusiasmo no paraba. Las jugadoras eran recibidas con cenas, recepciones, firmas de autógrafos y ovaciones en cada esquina. Algunas, como Teeny Petras, Ruth Lessing, Connie Wisniewski y Charlene Barnett, del equipo Grand Rapids Chicks, incluso visitaron una guardería infantil en La Habana, ganándose el cariño de los más pequeños.

Al cierre de la fase clasificatoria, las Peoria Redwings dominaron con un récord invicto (3-0, 1.000), consolidándose como el equipo a vencer gracias a una defensa casi impenetrable (líderes con .981) y un sólido desempeño ofensivo (.255).

Por su parte, Muskegon se destacó como la ofensiva más temible con un promedio colectivo de .310, aunque su récord (2-2, .500) los dejó en tercer lugar, detrás de Grand Rapids (2-1, .667).

Entre las lanzadoras, Blumett (Peoria) y Warren (Muskegon) brillaron con récords perfectos (1.000), prometiendo duelos emocionantes en las siguientes fases.

Players in the AAGPBL loosening up at spring training at “The Gran” in Havana, Cuba, 1947. – BL-3302.98 (National Baseball Hall of Fame Library)

El Playoff Final y las Campeonas: Racine Belles en el Estadio La Tropical

Las semifinales reservaron sus primeras sorpresas. Racine dio el golpe al eliminar a las invictas Peoria, mientras Muskegon superó a Grand Rapids, preparando el terreno para una final de altos vuelos. La serie, pactada al mejor de tres juegos, se disputaría íntegra, sin importar en cuál de ellos se definiera el título: el público cubano merecía el espectáculo completo.

El primer desafío tuvo lugar el 3 de mayo, en el segundo turno de un dobleheader celebrado en el Coloso del Cerro. Allí, las Racine Belles se impusieron con autoridad 6-0, gracias a una joya monticular de Anna Mae Hutchison, quien lanzó blanqueada, y al oportuno bateo de Dapkus, impulsora de tres carreras.

Pero la final tomó un giro inesperado. El repentino fallecimiento del alcalde de La Habana, Manuel Fernández Supervielle, obligó a trasladar los dos juegos restantes al Estadio La Tropical, en Marianao. En aquellos años, Marianao y La Habana eran aún ciudades distintas dentro de la misma provincia, y el cambio de sede alteró los planes: muchos aficionados no alcanzaron a llegar a tiempo para presenciar la definición.

El segundo encuentro fue cerrado y tenso, decidido por los nervios de acero de Joanne “Jo” Winter, cuya labor en el montículo selló el triunfo 3-2 de Racine, asegurando el campeonato. Muskegon se desquitó al día siguiente con una victoria de 12-1, pero el trofeo ya tenía dueñas.

La clausura fue una celebración en toda regla. La actriz de Hollywood Esther Williams entregó la copa a las campeonas, mientras la carismática Blanquita Amaro, estrella del cine cubano, actuó como testigo de honor. Así culminó una gira que combinó deporte, glamour y simbolismo: una primavera en la que el béisbol femenino escribió, desde Cuba, una de sus páginas más luminosas.

Mickey Maguire, Muskegon Lassies of the AAGPBL - BL-5725-89 (National Baseball Hall of Fame Library)
Mickey Maguire, Muskegon Lassies of the AAGPBL – BL-5725-89 (National Baseball Hall of Fame Library)

La Primera Cubana en el Béisbol Profesional Femenino: El Legado de Viyaya González

Cada historia necesita una heroína local, y La Habana tuvo la suya en Eulalia “Viyaya” González. Contratada por las Racine Belles, se convirtió en el alma de la gira. Cada vez que su nombre retumbaba en los altavoces, el estadio estallaba.

El 3 de mayo, bajo la dirección de Octavio Diviñó, una selección cubana se midió ante las Americans, un equipo integrado por jugadoras de los distintos clubes participantes en la gira. Aquel encuentro amistoso, incluido dentro del programa oficial, ofreció al público una oportunidad única para apreciar el nivel del talento femenino criollo frente a las profesionales norteamericanas. El marcador finalizó igualado a cinco carreras, pero el empate se celebró en las gradas como una auténtica victoria para el béisbol cubano.

Esa noche, Viyaya González lanzó para las estadounidenses, permitiendo solo dos hits a sus compatriotas: fue su consagración definitiva. Días después, aceptó la oferta de Racine y partió a Estados Unidos, abriendo el camino para otras pioneras del béisbol cubano como Ysora del Castillo, Mirta Marrero y Luisa Gallegos.

Imágenes: Archivo Personal de Carlos Rojas

El Vínculo Oscuro: La Sombra Política tras el Éxito Deportivo

La visita de 1947 fue apenas la primera de varias. En los años siguientes, la All-American Girls Professional Baseball League regresaría a Cuba en distintas ocasiones, extendiendo sus lazos con la afición local durante los últimos años de la década del cuarenta y los inicios de los cincuenta. Pero la historia, como el béisbol, también sabe lanzar bolas oscuras.

El mismo Manolo Castro (Director General de Deportes de Cuba), aquel que encabezó la ceremonia inaugural junto a su hija, no viviría para ver la segunda gira. El 23 de febrero de 1948, fue asesinado a tiros en una calle de La Habana. Las investigaciones apuntaron a los grupos gánsteriles universitarios. Uno de los señalados fue un joven estudiante de Derecho: Fidel Castro.

El caso se cerró sin respuestas claras. La muerte de aquel hombre que vio en el deporte un puente cívico dejó una herida abierta en la memoria. Fue un presagio oscuro: el anuncio de una época en la que la violencia comenzaría a institucionalizarse, y donde la figura que alguna vez celebró a las mujeres pioneras del béisbol sería, paradójicamente, una de sus primeras víctimas.

Imágenes: Archivo Personal de Carlos Rojas

El Eco de una Primavera: Más Allá de los Dodgers

Más de 55,000 aficionados asistieron a los partidos para ver a las jugadoras de la AAGPBL durante su gira por La Habana.

En contraste, el experimento de los Dodgers con Jackie Robinson en la isla duró solo una temporada: los costos operativos fueron los más altos de las Grandes Ligas ese año, y la asistencia a los juegos de las Grandes Ligas fue baja. Los encuentros femeninos, en cambio, resultaron un éxito rotundo.

Aquella primavera de 1947, mientras el béisbol se preparaba para romper la barrera racial, La Habana descubría a mujeres que jugaban sin pedir permiso. Y las aplaudió de pie.

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