Por Juan Páez
Los Rays de Tampa Bay llegaron a la jornada del viernes a tan solo una victoria de asistir a la Serie Mundial por segunda vez en su historia. El pitcheo y su defensa han sido los bastiones de un equipo que, a como diera lugar, necesitaba un empujón en la producción de carreras.
Entonces el cubano Randy Arozarena emergió, prácticamente de la nada, para convertirse en el pilar ofensivo que les permitió a los Rays concretar la cima de la División Este de la Liga Americana, derrotar a los Azulejos de Toronto en la Serie del Wild Card, acabar con los Yankees de Nueva York en la Serie Divisional y ganar los primeros tres juegos de la Serie de Campeonato, ante los Astros de Houston. Pero ¿de dónde salió este héroe que hoy ha hecho historia no solo entre cubanos, sino en general en la postemporada?
Hace cinco años, en 2015 y cuando apenas tenía 20 primaveras, terminaba su última campaña en la Serie Nacional con los Vegueros de Pinar del Río, una cosecha justo antes de partir de Cuba. Arozarena, quien en principio era visto como campocorto y jardinero, era atractivo por su capacidad de batear líneas, correr y fildear. De inmediato, jugó en México con los Toros de Tijuana y los Mayos de Navojoa antes de, finalmente, firmar contrato con los Cardenales de San Luis, el 1 de agosto de 2016, por 1.25 millones de dólares.
El inicio
Arozarena, quien afortunadamente tuvo un paso rápido por las sucursales, comenzó su carrera en las Ligas Menores en 2017, cuando los pájaros rojos lo asignaron al roster de Clase A avanzada. Allí, aunque no despuntó, no le fue mal: se probó como bateador de líneas, robó algunas bases y exhibió su talento para hacer contacto. Gracias a su desempeño, lo llevaron ese mismo año a Doble A. En total, en 121 juegos entre ambas categorías, ligó para .266/.346/.437/.783.
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Al año siguiente, en 2018, los Cardenales le vieron comerse Doble A en apenas 24 compromisos (.396/.455/.681, 12 XBH, 21 CI) y lo subieron rápidamente a Triple A, a un paso de las Grandes Ligas. Sin embargo, ahí su ofensiva cayó notablemente y terminó su zafra con .232/.328/.348 en 89 juegos en la categoría que antecede a las Mayores.
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Pero el 2019 fue determinante para él. Arozarena comenzó en Doble A y despuntó, luego volvió a Triple A y descosió la bola (.358/.435/.593) en 64 enfrentamientos. De hecho, fue uno de los mejores cubanos en las Menores durante el año pasado. En 92 duelos entre ambas categorías, sonó 25 dobles, cuatro triples y 15 jonrones, además de unas frecuencias de .344/.431/.571.
Tal actuación le valió el anhelado ascenso a la Gran Carpa, en agosto. Como augurio de lo bueno que estaba por venir, ligó dos hits e impulsó una carrera en su debut, el 14 de ese mes en una victoria contra los Reales de Kansas City. En general, en esa ronda regular, dejó un buen sabor de boca: .300/.391/.500 en 19 encuentros. Incluso fue a postemporada y participó en cinco compromisos saliendo desde la banca (de 4-0 en total).
El cambio
Llegó el 2020 y los Cardenales presentaban una sobrepoblación de outfielders en el equipo grande, además de tener al súperprospecto Dylan Carlson a las puertas de su estreno en las Mayores. Por eso vieron que era el momento de desprenderse de algunos de sus jardineros y Arozarena fue uno de los elegidos. El 9 de enero lo enviaron junto con José Martínez y una escogencia del draft a los Rays de Tampa Bay, a cambio de los prospectos Matthew Liberatore, Edgardo Rodríguez y una selección para el draft.
Ahora mismo, parecen ser los Cardenales los máximos arrepentidos o los perdedores de esa negociación. Salieron de quien estaba entre sus mejores 15 promesas y este descolló desde el inicio.
Luego de superar el COVID-19, Arozarena se estrenó con los Rays el 30 de agosto y dio solo un hit en sus primeros seis viajes legales al box. Pero carburó y empezó su monstruosa demostración desde el 2 de septiembre. Desde esa fecha hasta el final de la ronda regular, en 20 choques, ligó para .293/.382/.690, con dos dobles, siete jonrones, 11 impulsadas y 14 anotadas.
Entonces llegó la fiesta de octubre y Randy lo que hizo fue batear. Ha recibido infinitos elogios, ha cargado con la ofensiva de Tampa Bay y su nombre ha sonado en cada transmisión desde la Serie del Wild Card hasta la Serie de Campeonato.
En sus 12 juegos hasta finalizada la jornada del jueves, dio al menos un imparable en 10 de ellos, totalizó tres dobles, un triple y seis cuadrangulares. En su actuación, con la que se adueñó de múltiples récords, sumó ocho remolcadas y 13 recorridos al diamante, además de una línea tremenda de .417/.462/.896.
Esta es la historia de Randy Arozarena. Su camino en las Grandes Ligas apenas comienza y de la mejor manera. Aún tiene la tarea de ayudar a los Rays a avanzar a la Serie Mundial para redondear su hazaña, pero desde ya es una de las postemporadas más memorables para cualquier cubano y cualquier pelotero de Tampa Bay.