Por Alexander García
Se apaga una vela y casi al unísono se ve a lo lejos una luz tintinear, suenan caracoles y maracas, retumban los tambores y entre cuerpos sudorosos se pide por un milagro; Lisban Correa le pega con todo a una recta de 92 millas y empata el partido ante Pinar del Río para revivir a Industriales, el partido lo decide Stayler pero se ganó ahí con ese jonrón de Correa, pues el golpe psicológico fue total, incluso si hace diez años hubo un jonrón de Stayler ante Hinojosa en el Latino para decidir un partido y ahí cambio la historia, Industriales empezó a ganar y no paró hasta llevarse el campeonato frente a Villa Clara con Stayler Hernández igual de hombre grande.
Si hubo un jonrón aquella tarde y la mística impone que ahí empezó el camino hacia el título, hoy, todos, miles, cientos de miles ya hablan de eso, de que este batazo de Correa bien puede significar lo mismo, aún queda la subserie ante Mayabeque y luego tres juegos de visitador ante Pinar pero la actitud mental, el estado psíquico de los azules se revirtió en este juego de sábado.
Cuando este domingo, Correa la vuelve a desparecer, todas las casualidades y dudas se despejan, es un hecho que el sábado fue el día D, ahí se rompió la inercia de los azules en el campeonato; Industriales volvió a ganar, Brian Chi regresó por todo lo alto y Andy Rodríguez mostro su mejor versión, esa que tanto extrañaban los fanáticos.
Con Industriales se viven las mejores y también las peores sensaciones, eso es un hecho, al punto que hoy aún fuera de la clasificación, remando contra todos, medio encueros como diría alguien por ahí, aún así, están ahí dando pelea y cuando todos los dan por eliminados, le ganan dos a Cienfuegos de local para venir al Latino y dar este mazazo de autoridad.
La memoria es corta, la memoria, el olvido, las líneas entre una y otra son efímeras, se complementan en detalles sutiles que casi siempre nos deja perplejo. Cuando miramos hacia atrás y no solo a aquel año 2010, al año pasado, a la Serie 59, ahí está la historia reciente de cómo hasta el final hay que contar con ellos, por garra, por temple, por carácter, a veces parece que se hunden, que se pierden, que se quedan sin identidad para siempre pero luego vienen juegos como los de este fin de semana.
No es el mismo Industriales, no, eso es real pero señores hay una identidad que está ahí, una forma de hacer en el terreno que es única, es la forma de Industriales, sus ganas, su fe, su motivación, ese jonrón a la hora cero lo dice todo.
Pocos cuentan con ellos, pero la suerte está echada y la pelea es hasta el final, como siempre, nunca ha dejado de ser así, pues forma parte del ADN de los elencos capitalinos.
Estimados lectores hagamos un Réquiem por Industriales, pues en verdad sin esta, la sensación de vacío es enorme, nada se vive igual, solo se palpa una frialdad que desconsuela y eso no es saludable para el béisbol cubano.
Nos vemos a la vuelta.