Rusney Castillo, una cosa es llegar y otra dar la talla

Por Alexander García Milián Cuando apareció con Ciego fue trueno, fue el show, lo máximo; parecía llegar para quedarse, lució bien, de lo lindo- como dicen muchos por ahí. Lo cierto es que Rusney Castillo, fue una luz que en su momento, allá cuando en inicio en Series Nacionales, fue una luz que pretendió irradiar […]

Por Alexander García Milián

Cuando apareció con Ciego fue trueno, fue el show, lo máximo; parecía llegar para quedarse, lució bien, de lo lindo- como dicen muchos por ahí. Lo cierto es que Rusney Castillo, fue una luz que en su momento, allá cuando en inicio en Series Nacionales, fue una luz que pretendió irradiar todo pero en eso quedo en luz, en luz que luego, hoy, es oscuridad.

Al momento de debutar con Boston, en el mismo instante que jugo el tramo final de una temporada al más alto nivel; en ese instante que parecía ser el todo; llegó la nada, llegó Puerto Rico, llegaron los Criollos de Caguas, los Cangrejeros de Santurce, llegó también un tipo de apellido Bennitendi y el banco emergió como el lugar más cómodo para el avileño.

La imagen de Rusney Castillo se muestra imponente ante nuestros ojos, primero con Ciego, con los Tigres de Roger Machado, luego en el Cuba, tiempo después en Fenway; pero la imagen se disipa lentamente, se fragmenta, se mezcla con otras, José Iglesias, Dalier Hinojosa, Yoan Moncada; todos parecían llegar, – Estamos en Boston,…es el lugar- sale un coro de voces, es el mensaje que denotan los rostros de los mencionados; grandes promesas, nada más.

La cara de Rusney la hemos visto de modo asiduo en Serie del Caribe; es una cara llena de enojo, es el reflejo de la impotencia, suenan dos batazos inmensos que sellan el triunfo de Caguas en tierra mexicana, llega Castillo al home y su imagen se pierde en las profundidades de la banca boricua.

En Rusney convergen José Adonis y su hermano Adolis, Luis Robert, Yaibel Tamayo, toda esa horneada de talentosos chicos que en su momento solo veían su meta en las Grandes Ligas, pero una cosa es llegar, la otra… dar la talla.

A Rusney se le van los días, el espacio se les descompone y sus esperanzas, por ende, se acortan. Ya la inseguridad parece llenar cada uno de sus movimientos, aún tiene edad, pero el tiempo, ese castigador inefable que todo abraza le toca las puertas a Castillo.

Ya no es solo Bennitendi, también son Bradley Jr., Bogaerts, JD Martínez; en fin… el hueco… ¿Dónde está?

Puede incluso que Rusney vuelva a llegar, pero sería a suplir, por una estadía corta; con él se cumple aquel epitafio… la primera, fue la última.

La realidad habla señores, los hechos solo le dan los detalles finales el decorado que nos muestra la historia que un día pudo ser, la de Rusney Castillo.

Nos vemos a la vuelta.

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