El Salón de la Fama que el beisbol de Cuba se debe

Carlos David Rojas

En 2014 hubo un intento de resucitar el Salón de la Fama, pero la oscura mano de la dictadura se posó sobre algo que debía ser noble.

El Salón de la Fama que Cuba se Debe

En un país donde el beisbol no solo se juega, sino que se respira, se canta y se hereda, la ausencia de un verdadero Salón de la Fama es un vacío doloroso en la memoria nacional. No hay otra manera de decirlo: el beisbol cubano lleva décadas en deuda con su propia historia.

Este no es un tema menor. Desde aquel primer salón inaugurado en 1939 y hasta su última exaltación en 1960, se intentó rendir tributo a los grandes que forjaron la leyenda de nuestra pelota. Pero todo cambió en 1961, cuando el profesionalismo fue condenado al exilio y se instauró la llamada «pelota revolucionaria». Con ese corte abrupto, todo el legado anterior fue guardado en una gaveta, sellado por el silencio institucional del régimen.

2014: La Oportunidad Fallida al Salón de la Fama

En 2014 hubo un intento de resucitar el Salón de la Fama. Hubo entusiasmo, encuentros y cámaras de televisión, pero fue solo una ráfaga. Aquel esfuerzo, más simbólico que justo, nació viciado por presiones políticas evidentes, encarnadas en la polémica figura del estelar santiaguero Antonio Pacheco. Una vez más, la oscura mano de la dictadura se posó sobre algo que debía ser noble.

La selección de exaltados reflejó algunos problemas de fondo. Se incluyeron nombres incuestionables como Orestes Miñoso, un gigante de todas las épocas, pero también decisiones discrepantes a mi juicio. Conrado Marrero, un ídolo popular con méritos, pareció ser elegido más por su longevidad —aún vivía con más de 100 años— que por una evaluación técnica comparativa. El caso más cuestionable fue la inclusión del árbitro Amadol Maestri. Aunque fue el mejor de todos, estos casos suelen recibir un reconocimiento en una categoría especial —al igual que narradores o directores—, por lo que su exaltación le quitó un espacio a un pelotero profesional olvidado.

El problema fue ese: la selección fue parcial, subjetiva y carente de rigor metodológico.

Una Deuda con los Inmortales Olvidados

Cuba tuvo una de las ligas profesionales más antiguas y prestigiosas del mundo (1878-1961), escenario por donde pasaron glorias nacionales y leyendas extranjeras. Mientras seguimos esperando una institución con verdadera autoridad, me propuse revisar nombres y estadísticas con rigor, apoyándome en datos verificables y no en sentimentalismos.

Este estudio se concentra exclusivamente en el período profesional (1878-1961) para identificar qué peloteros merecen tan alto honor. La razón es clara: en una época cuyas estadísticas no están fácilmente al alcance del público, la memoria se desvanece y la objetividad se pone en riesgo. Sin cifras precisas, es fácil que prevalezcan los mitos sobre las hazañas, relegando al olvido a jugadores que construyeron números notables a lo largo de extensas carreras. Para evitarlo, este análisis se sustenta únicamente en criterios objetivos y medibles:

  • Bateadores: Al menos 2,500 veces al bate, cerca de: 750 hits, 100 dobles, 40 triples, 50 jonrones, 370 impulsadas y 10 o más temporadas.
  • Lanzadores: Cerca de 220 juegos lanzados, 80 victorias y 50 juegos completos.

Con esa base, los candidatos los organicé en tres grupos:

1. Exaltación Urgente: No Pueden Esperar Más

Héctor Rodríguez (3B/INF): Uno de los mejores peloteros de la historia profesional cubana. En 18 temporadas, se convirtió en líder histórico en hits (1,237, el único en superar el millar en esa etapa), veces al bate (4,699), doubles (130), triples (79), anotadas (574) e impulsadas (522). Tercero en bases robadas (111). Considerado el mejor tercera base defensivo de su época. Un metrónomo de consistencia.

Silvio García (SS/INF/P): El hombre que pudo romper la barrera racial en las Grandes Ligas antes que Jackie Robinson. Veinte temporadas de calidad lo ubican en el top 5 de casi todas las estadísticas ofensivas. Segundo en: veces al Bate (3,328), Hits (946), Dobles (128). Tercero en anotadas (439) y en Triples (44) y Sexto en RBI (376). Fue MVP en la temporada 1950-51 (compartido con Adrián Zabala). 6 temporadas bateando para promedio por encima de .300. Cómo lanzador tuvo un record de 13-12 con 20 juegos completos. Su exclusión es, sencillamente, inaceptable.

2. Prioritarios: Méritos Sólidos, Historia Viva

Pedro Formental (OF): Un coloso ofensivo de los años 40 y 50. Figura en el top 5 histórico en hits (746), anotadas (431), triples (47) y jonrones (56). Sinónimo de producción y regularidad. Recordista de RBI para una temporada (57) en 1952-53.

Adrián Zabala (P): Un grande del montículo a lo largo de 16 temporadas. Líder histórico en juegos lanzados (330) y tercer lanzador con más victorias de la Liga (90), siendo el zurdo más ganador. 73 juegos completos (8vo histórico). MVP compartido en 1950-51.

3. Casos a Considerar:

  • Alejandro Crespo: Líder histórico en dobles y MVP en 1945-46.
  • Gilberto Torres: Dos veces MVP. Un talento de lujo, injustamente subestimado.
  • Rafael Noble: Un jonronero natural, con una potencia de otra galaxia para su época.
  • Manuel “Cocaína” García: 20 temporadas y 85 victorias. Símbolo de resistencia.
  • Miguel (Mike) Fornieles: Talento precoz que brilló en Cuba antes de hacerlo en MLB.
  • Santos Amaro: 13 temporadas, 725 hits y cinco campañas bateando sobre .300.

¿Y los Extranjeros? La Omisión Imperdonable

Cuba jamás ha exaltado a un jugador extranjero, una falta de respeto a su propia historia. Entre los candidatos inapelables destaca John Henry Lloyd, legendario shortstop de las Ligas Negras y estrella en Cuba por más de una década. Su promedio de .329 es el cuarto mejor de todos los tiempos y bateó sobre .300 en siete temporadas distintas, un récord absoluto.

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3 comentarios en «El Salón de la Fama que el beisbol de Cuba se debe»

  1. Soy panameño, pero escuchaba por radio todos los juegos de la liga cubana desde 1949 hasta 1961. Para mí, Raymond Dandridge es el mejor pelotero extranjero que jugó en Cuba.

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