Por Gian Franco Gil
A la historia pasó el séptimo juego en el playoff cuarto final entre Industriales y Sancti Spíritus, correspondiente a la 62 Serie Nacional de Beisbol, choque que concluyó con marcador de 5×4 favorable a los Leones y con una excelente atrapada del jardinero Yosvani Peñalver, que sirvió como colofón a nueve entradas de mucha presión.
Cuando se cuente la historia de Industriales en la presente postemporada, muchos se recordarán el fildeo espectacular del «Indomable» ante el batazo de Lázaro Fernández, el cual significó el out 27 de un cerrado enfrentamiento, pero en realidad hubo varios héroes azules en ese desafío.
El primero digno de reconocimiento es Rafael Orlando Perdomo, quien en las horas previas a lanzar la primera bola en el partido decisivo recibió la noticia de su nombramiento como Novato del Año en la Serie Nacional, tras conseguir ocho victorias en la temporada regular y guiar a su equipo hacia la postemporada.
Perdomo se anotó dos de los tres primeros triunfos capitalinos en la serie de playoff. Con solo 19 años asumió la responsabilidad de liderar un bullpen inexperto y lo cumplió a plenitud. Este lunes, Guillermo Carmona le dio la responsabilidad más grande de su carrera hasta el momento: contener los bates espirituanos para conseguir el anhelado triunfo que rompiera el maleficio de 11 años sin ganar una serie de postemporada.
Sin ser abridor, Rafael Orlando se encaramó en la «lomita de los suspiros» y avanzó cinco innings y dos tercios, en los que permitió 12 inatrapables, pero solo tres carreras limpias. En los momentos de presión, su brazo derecho se convirtió en un látigo para los bateadores rivales y terminó impidiendo grandes racimos de anotaciones de sus adversarios.
Su control fue su principal aliado. En casi 100 lanzamientos de labor solo regaló un boleto de libre tránsito. Otra cosa no, pero valor le sobró para lanzar la bola en zona de strike a la hora buena. Ante el novato hay que «quitarse el sombrero» y todavía queda historia por escribir.
Punto y aparte; hay que aplaudir a Frank Herrera. El hombre que regresó de una lesión. El líder positivo del banco. El que primero se levanta a recibir a sus compañeros. El que siempre tiene un consejo certero. El estudioso del pitcheo; el que se merecía un relevo de esa factura.
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Frank entró en el juego quizás en el momento más crítico. Perdomo había cumplido su misión y su brazo pedía una extracción a gritos. Se le vio llegar con ganas al montículo, aconsejando a Oscar Valdés y pidiéndole que olvidara lo que había sucedido (un error en tiro y par de imprecisiones a la hora de capturar un corredor en la registradora).
Su carácter me sorprendió, máxime cuando sus apariciones anteriores no fueron felices. Cuando tenía que enfrentar a Frederich Cepeda, un bateador por el que profesa profunda admiración. Paréntesis: todos los lanzadores deberían respetar al «Gallo Mayor», pero ese es otro tema.
Con dos outs en la pizarra y corredores en las esquinas, Herrera se inventó un ponche de «película» ante uno de los bateadores más importantes de las Series Nacionales y detuvo la producción de carreras de los yayaberos, dejando el marcador 4×3 favorable a los locales en la Huelga. El próximo episodio se fue de uno, dos y strikes, con par de bateadores retirados por la vía de los strikes y Frank le devolvió la confianza a los «Azules» que tanto defiende.
Antes de ese noveno inning poco se podía escribir de Jorge Alomá. Dicen que «la pelota simpre da revancha» y al segunda base de los giraldillos le llegó su turno. Yanielkis Duardo tenía en un puño a los capitalinos; poco o nada habían podido ligarle. Solo el hit «equivocado», pero de oro de Walter Pacheco le había devuelto las esperanzas a los parciales visitantes.
Alomá encendió «la chispa» en el noveno episodio. Un doble largo por el jardín central provocó el grito de más de un aficionado en la Habana de: «Si se puede». La dirección de Sancti Spíritus decidió bolear a Peñalver y lanzarle a Yasmani Tomás, la decisión le salió perfecta; el «Tanke» bateó para doble play, pero Duardo, agotado por el extenso trabajo, hizo un pitcheo desviado y le abrió la puerta de la registradora a Jorge Enrique con la anotación decisiva.
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Después de eso la situación no fue menos tensa. Los jugadores de Industriales tienen incorporado en su ADN, heredado de los Alexander Malleta, Carlos Tabares, Rudy Reyes y compañía, algún componente que estimula la necesidad de dramatismo en sus enfrentamientos. Lo hacen como si supieran el resultado final y disfrutaran que su afición se mantenga atenta hasta el out 27.
Juan Xavier Peñalver, quien también se erigió como figura importante y cumplió con su rol de dejar en cuatro carreras a los del centro del país, colocó hombres en tercera y primera faltando un out para sellar el pase de los habaneros a las semifinales.
Al cajón de bateo llegó uno de los bateadores más influyentes en las victorias espirituanas: Lázaro Fernández. El resto es historia, quedó grabado para la posteridad y el protagonista habló en redes sociales solo minutos después de hacer la atrapada, quizás, que más recordara cuando cuelgue sus guantes.
«Si me preguntan cómo pasó? Ni idea!!!, solo sé que esa bola no podía tocar el suelo… Que orgullo de mis compañeros todos, los q están aquí y los q están afuera, el cuerpo y el alma lo dejamos en el HUELGA… Mi respeto para los gallos que se batieron duro duro… A la afición GRACIAS .. El reto sigue», escribió Peñalver en el grupo de Facebook dedicado que lleva su nombre.
«El reto sigue». Peñalver tiene claro que de ahora en adelante cada juego será tan o más disputado que los anteriores. Que tendrán en frente un rival exigente, inspirado. Una afición que presiona y un estadio que impone, tanto como el majestuoso «Coloso del Cerro».