HABÍA que decirlo y SE DIJO: Que la pelota cubana NO SEA un arma más de la política

Por Roberto Ortega Ortiz

En Cuba separar cualquier tema de la política es algo sumamente difícil por lo que el béisbol no escapa de ello. La crisis institucional que atraviesa nuestro deporte nacional va más allá de simples cuestionamientos a la calidad de aquellos peloteros que aún se desempeñan en la Serie Nacional, pues todo un entramado de vicisitudes pasa nuestro espectáculo para llegar a ser tal.

En muchas ocasiones se ha hecho alusión a la innegable calidad de los deportistas que no radican en nuestra tierra, y precisamente ellos son los principales afectados en cuanto a política migratoria e ideologías que el Estado cubano ha puesto en práctica. Las restricciones y prohibiciones  se acumulan en cada resolución que dicta el Instituto de Deportes (INDER por sus siglas) como máxima entidad deportiva, y por más tratamiento soslayado que quieran darle al tema desde este órgano pasando por la escala de mando de sus entidades subordinadas, son netamente gubernamentales; solo baste apreciar que el Presidente del INDER tiene cartera de Ministro.

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De lo anterior se colige que la Federación Cubana de Béisbol (FCB) se rige necesariamente por directivas que son emitidas gubernamentalmente, y el tratamiento que ofrece a la pelota en sentido general parte de políticas trazadas por el Gobierno. De ahí vemos como la FCB ha establecido parámetros específicos para la reinserción y llamado de peloteros cubanos que militen en equipos en el exterior amén de las leyes migratorias del país.

Establecer cuestiones ideológicas para ser considerado de integrar la selección nacional es cuando menos un desatino total que refrenda la dicotomía existente entre la realidad y el discurso sobre la intención de que el equipo Cuba vuelva a planos estelares.

Politizar se nos hace un elemento intrínseco de nuestra identidad últimamente y cada decisión tomada por quien tenga la facultad para hacerlo, la carga de esa bruma que ensombrece todo.

La pelota en Cuba sufre y mucho, que perdamos la oportunidad de tener con nosotros a quienes no quieran abrazar una ideología determinada, o simplemente no deseen acatar consignas vacías y que nada tengan que ver con la esencia del deporte que tanto amamos.

Que la política ayude a la pelota y no que la pelota sea un arma más de la política, es el objetivo para que vuelva a respirar por sí sola.

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