Por Alexander García Milián
Escribir de boxeo se torna un gozo inexplicable para mí desde hace años; quizás porque un día leí El Torito de Cortázar, porque luego leí más de Cortázar y supe que amaba al boxeo como a la música, como a Rayuela… Más tarde seguí, bueno sigo con Julio y la literatura y el boxeo, son como uno para mí, como pan y agua.
Pienso que estas sean las causas predilectas de mi pasión por el pugilismo, lo disfruto todo desde un recto de Lomachenko, hasta un jab de Rigondeaux; no me resulta menos tampoco, ponerme los nervios de punta con las peleas de la Julio Cesar la Cruz, pienso que en cualquier instante le darán duro y caerá pero no, el camagüeyano sigue y gana.
El presente artículo no pretende sentar cátedra sobre el tema dicotómico de siempre; amateurismo- profesionalismo; – no- es analizar, juntar elementos que permitan darle veracidad a la simple cuestión de que el primer nivel del boxeo en el orbe no está en la Serie Mundial, ni el lívido entramado del amateurismo, amen de las medallas olímpicas; la grandeza, el parangón está en el mundo que encierran entes del pugilismo rentado como la Asociación Mundial de Boxeo, la Organización Mundial de Boxeo y el Consejo Mundial de Boxeo.
Muchas personas aún sufren, padecen – como fanáticos al fin- tanto como usted y yo; sienten los triunfos y derrotas de Cuba en el panorama internacional, más aún en la Serie Mundial de Boxeo. Lo hacen con la pasión del que adora el deporte, de quién siente el boxeo; lo hacen también embelesados por la parsimonia cruenta de la prensa oficial en Cuba que siempre nos hace ver que lo máximo, el primer nivel está ahí, que no existe otra cosa y en el aire se esfuman los títulos de Guillermo “El Chacal” Rigondeaux en el circuito profesional, o los de Yuriorkis Gamboa o Erislandy Lara; tampoco los éxitos de Odlanier Solís o tantos otros que han llegado, han cosechado sus victorias pero han tenido un tenue desempeño al paso del tiempo; pero al final y es lo importante han llegado y sus nombres ya están allí.
¿Pero dónde están Robeisis y Argilagos?, para muchos es un secreto- la minoría-, los sesudos de siempre, para otros – la mayoría- la cuestión ya es harto conocida; los dos cubanos se fueron a Estados Unidos en busca de un futuro mejor, de su futuro, de sus sueños y esperanzas; ese el nivel, las pruebas de verdad están ahí; los títulos olímpicos y mundiales valen pero ya el límite, la barrera creció, hace años que creció para todos nuestros boxeadores.
No es la época de Chocolate, de Stevenson, de Savón; es la era de subir en verdad con peleas en el madison Square Garden o en algún famoso domo de espectáculos en Las Vegas. El globo gira hoy con el mercantilismo en todos los deportes y el boxeo no está exento.
Hace días regresaba a la casa en un taxi y en medio del viaje el chofer comenzó a hablar de que ya no habían boxeadores, que el boxeo del bueno se había ido, de que ya no era como antes…Yo lo escuché y solo atiné a responderle- Mire, eso es lo que le hacen creer, lo que le ponen a usted y todos aquí es eso que usted llama “porquería” – el me miro con incredulidad yo seguí;- El boxeo sigue siendo bueno pero en el profesionalismo, ahí es donde están los duros de verdad; muchos olímpicos se van allí, Vasily Lomachenko, Guenadi Golovkin, Anthony Joshua, por poner algunos ejemplos; también como los cubanos, Gamboa, Rigondeaux, Lara- ;… tome aire y luego seguí;… es así hermano, la realidad es esa… El pobre hombre ni habló,… no dijo más nada y el tema pareció morir ahí…
Esta, señores, no es ni será el primero ni el último debate al respecto; elementos para analizar llegarán; lo cierto es que la mentira, la falsedad, lo opaco de la prensa nacional, pretende sumergir en criterios errados al fanático y de algún modo, como Prometeo hay que traer algo de luz siquiera.