Comisión Nacional se burla de Equipo Cuba tras polémica decisión

Robiel Vega

Las medidas anunciadas en la Serie Nacional comprometen al Equipo Cuba y quitan deseos a peloteros cubanos.

Comisionado Juan Reynaldo Pérez Pardo y el Equipo Cuba. Serie Nacional

La decisión anunciada este domingo, 14 de diciembre, de impedir que jugadores involucrados en los Playoffs de la 64 Serie Nacional del Beisbol Cubano sean convocados a eventos internacionales, si el calendario se extiende más allá del 23 de enero, ha abierto un debate profundo sobre coherencia, justicia deportiva y respeto al atleta. Más que una medida organizativa, el anuncio introduce una contradicción que impacta directamente en quienes sostienen el torneo dentro del terreno.

El ajuste, firmado por la Comisión Nacional de Beisbol, coloca a los peloteros ante un escenario inédito: ganar puede convertirse en un castigo. Representar a su provincia y aspirar al título nacional podría significar perder el derecho, ya ganado por rendimiento, de vestir el uniforme del equipo Cuba en compromisos oficiales fuera del país.

Los peloteros cubanos como variable sacrificable

La principal afectación recae sobre los peloteros cubanos, quien no provocó los atrasos ni las distorsiones del calendario. Condicionar su convocatoria internacional a la duración de los Playoffs de la 64 Serie Nacional equivale a trasladarle la responsabilidad de un problema estructural que no le pertenece. El mensaje implícito es claro: competir hasta el final puede tener consecuencias negativas para su carrera.

Resulta difícil explicar cómo se le comunica a un jugador que, si su equipo queda eliminado, viajará; pero si avanza y cumple con su deber competitivo, se quedará en casa. Ese razonamiento rompe con cualquier lógica deportiva y erosiona uno de los principios básicos del alto rendimiento: ganar siempre debe ser el objetivo.

La contradicción se profundiza cuando quienes toman la decisión no asumen ese mismo sacrificio. Dirigentes, funcionarios y cuerpos técnicos sí estarán disponibles para cumplir compromisos internacionales, mientras los protagonistas del juego quedarían excluidos. La asimetría en la carga de consecuencias es evidente.

En ese contexto, no es exagerado advertir que estas reglas desincentivan la competencia. Ningún torneo puede aspirar a ser serio cuando avanzar en él se convierte, para el jugador, en una desventaja personal y profesional.

Credibilidad, reglamento y daño estructural en la 64 Serie Nacional

Más allá del impacto individual, la medida agrava un problema mayor: la pérdida de credibilidad de la 64 Serie Nacional. Un evento no puede desarrollarse sobre la base de cambios constantes en su reglamento, reducción de juegos y decisiones tomadas en plena marcha competitiva.

El respeto al calendario pactado, a la estructura original del torneo y a las normas previamente establecidas es indispensable para cualquier deporte que aspire a desarrollarse. Alterar esos elementos en medio del proceso transmite improvisación y debilita la confianza de atletas, entrenadores y aficionados.

Suspender partidos, recortar subseries y condicionar convocatorias internacionales no soluciona el problema de fondo; lo amplifica. Cada ajuste parcial deteriora un poco más la percepción de orden y seriedad del campeonato, hasta poner en duda su funcionamiento integral.

La Serie Nacional es patrimonio deportivo de la nación. No puede sostenerse sin respeto a su historia, a su afición y, sobre todo, a sus protagonistas, los peloteros cubanos. Cuando las decisiones administrativas colocan al jugador en un dilema entre competir y progresar, algo esencial se ha quebrado. Esta edición 64 no solo enfrenta un problema de calendario: enfrenta una crisis de credibilidad que hoy atenta con marcarla como la más cuestionadas de su historia.

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