Por Yasel Porto
Este domingo volvió a ser noticia un hombre extraordinario que sin proponérselo se convirtió desde hace tiempo en el Sherlock Holmes del béisbol cubano, aunque también posee características de otro famoso personaje de ficción como Indiana Jones. Todo ello debido a una incansable labor en la que lo mismo descubre peloteros en un cementerio que datos casi olvidados recorriendo casas y bibliotecas.
Y la noticia no solo es que el Doctor Oscar Fernández Flores llegó a sus ocho décadas de vida, sino que el mantener su salud en óptima forma le permiten tener la vitalidad suficiente para retomar en muy breve tiempo su búsqueda dentro de muchos de los componentes relacionados con nuestra historia beisbolera.
Famoso entre muchos fanáticos del béisbol por ser pieza esencial en el hallazgo de los restos mortales de grandes exjugadores como Cristóbal Torriente, José de la Caridad Méndez, Armando Marsans, Nemesio Guillot, Adolfo Luque, Juan Antiga o Ángel de Meza, el miembro de la Sociedad Americana para la Investigación del Béisbol (SABR) también logró determinar el total de los que están enterrados en la Necrópolis de Colón.
Tras años de búsqueda en los interminables archivos del principal campo santo habanero logró fijar en 142 la cantidad de ex peloteros que allí llegaron. Pero sin dudas que el descubrimiento más importante fue el de Esteban Bellán, el primer pelotero latino que jugó béisbol profesional (para algunos Grandes Ligas) y de quien se habían perdido las esperanzas que apareciera en alguno de los miles de panteones por no ser detectado en los registros oficiales del cementerio.
En conversación telefónica con el entusiasta historiadores, quien ejerció por décadas la especialidad médica de nefrología, conocimos que en los próximos días retomará su accionar detectivesco con las figuras de Emilio Sabourín y Rafael Almeida como protagonistas.
Ambos aparecen en los registros del cementerio pero todavía no se ha logrado ubicar físicamente dónde fueron enterrados estos legendarios peloteros. Sabourín fue uno de los íconos del béisbol cubano del siglo XIX además de un patriota que murió en prisión por sus ideas independentistas, mientras que Almeida estuvo considerado por mucho tiempo junto a Marsans como los primeros cubanos que jugaron en las Grandes Ligas modernas (1911).
En el proceso interviene parte del personal del cementerio junto al médico forense Dodanys Machado y algunos de los que integramos el Consejo Martiano “Béisbol de Siempre”, y cuenta con dos fases fundamentales: identificación del lugar que aparece en la documentación (parece sencillo pero no lo es), y la exhumación de los elementos que conforman el panteón para el posterior reconocimiento óseo del citado especialista del Instituto de Medicina Legal.
Posterior a la confirmación, que por lo general se desarrolla en el citado centro, el grupo “Béisbol de Siempre” reúne un presupuesto para a través de emotivas ceremonias fijar lápidas que señalicen la presencia allí de esa figura trascendental del béisbol. Así se hizo con Torriente, Méndez y Bellán, que se sumaron a los que desde hace décadas aparecen señalados en la tarja colectiva del panteón de los peloteros profesionales, además de los también miembros del Salón de la Fama Cubano, Carlos de Zaldo y Juan Antiga.
Incluso se llevaría a cabo una segunda exploración en la zona donde aparece fijado Nemesio Guillot. La primera vez no hubo resultados positivos a pesar de guiarse el grupo por el libro de enterramientos del camposanto, pero en esa ocasión de la pesquisa de los restos óseos del llamado “Padre del Béisbol Cubano” faltaron algunos elementos que ahora sí se tendrían en cuenta.
Además de ser pieza angular en todos estos descubrimientos y en cada paso de este proceso, Oscar ha llevado a cabo investigaciones muy importantes. Tras años de intensa búsqueda en la Biblioteca Nacional José Martí ha podido conformar biografías bien completas de todos los jugadores y campeonatos profesionales junto a su detallado manuscrito sobre el origen sumamente controvertido de las Series del Caribe.
También posee infinitos conocimientos y muchas vivencias sobre el béisbol, lo que garantizó su presencia indiscutible como uno de los principales líderes del proyecto del Salón de la Fama del béisbol cubano que por desgracia fue ahogado por los directivos del deporte en 2015 y 2018.
Pero junto a su valía como investigador e historiador, el ya octogenario pinareño por nacimiento y habanero de adopción posee una mezcla de profesionalidad, humildad y carisma que lo hacen un personaje especial para amigos y conocidos.