Por Alexander García Milián
Las derrotas sufridas por el equipo Cuba en el reciente tope bilateral contra Nicaragua, son parte de un suceso que no me sorprende en lo absoluto.
Sí, desde que hace unos meses vi el tope de los nicas ante Puerto Rico, deduje que este duelo que termina este martes no sería ningún aperitivo. Lo que nunca pensé que los antillanos perderían la serie.
Con la victoria del sábado, los pinoleros terminaron una racha de 18 años sin ganarle a Cuba- desde septiembre de 2001-, con esto también reafirmaron que sus éxitos ante la escuadra boricua, no fue casualidad.
Pero adentrándonos un poco más en el asunto, vemos que todos mejoran, que el nivel aumenta en cada uno de los rivales y nosotros… ¿Qué?; me pregunto una y mil veces.
Es una letanía que vuelve difícil tener esperanzas de ningún tipo; siempre el halo de la derrota merodea cada actuación cubana y entonces sigo pensando que quizás un bronce, otro más- como en Toronto y Guadalajara- un bronce sea el resultado más lógico para esta selección en los Panamericanos de Lima.
Sí bien es cierto que pueden entrar Gracial, Moinelo, Raidel Martínez y Roel Santos; señores el grueso del equipo es este que estuvo en Nicaragua y la dinámica, matices más, matices menos va por aquí; es este nuestro nivel, no se puede buscar más.
Cualquier pitcheo que enfrentamos en la arena internacional, es una barrera infranqueable que los bateadores cubanos no pueden superar; a veces la velocidad, en otras ocasiones el amplio repertorio; en fin, los factores son los mismos de siempre, el lastre, igual… el fracaso.
No obstante como quiera que se mire, este resultado con Nicaragua- sin contar el último juego – es un mal resultado, pues la selección cubana es muy superior al elenco nicaragüense y esto es algo inobjetable.
Si a unos quince días del comienzo del béisbol en los Juegos Panamericanos, creemos que estas actuaciones son cosas del azar, que es parte del entrenamiento, que vale perder ahora y no en Perú, si pensamos eso, seremos víctimas una vez más del ciego fanatismo y la incredulidad nos pegara bien duro, tal vez como nunca por no ver de una vez que un día fuimos pero ahora, seguiremos soñando con ser otra vez los mejores; bueno… con ser siquiera.
Nos vemos a la vuelta.