Por Roberto Ortega
Languideciendo como destinada a morir la Liga Élite, a la cual prefiero no decirle «Primera» a la espera de que sea la única. Terminando un año de nuevos descalabros y muy pocas satisfacciones para el Béisbol dentro de Cuba. Manteniéndonos en vilo hasta que acaben de jugar a la política y tener un equipo responsable para el Clásico Mundial. Así andamos quienes sentimos esa pasión, que cual argentinos al fútbol, no podemos explicar.
Pero nos llega un regalo por las Navidades. ¿Cuánto se ha hablado del terreno del Echevarría, y los desmanes que se cometen ahí? Llegaron incluso a reconocer el error que cometían y suspender una actividad, pero ahora vuelven a la carga y montan otro escenario y preparan una nueva fiesta en el terreno. Ya no es siquiera en los files, ahora es en pleno home para que nos olvidemos de jugar en el cuadro que tantas figuras de nuestro pasatiempo nacional acogiera.
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Lentamente siguen clavando la daga en el corazón beisbolero de una nación, y en particular del profe Gallegos que lo sufre como nadie y lentamente se retira con los ojos cansados y húmedos que descubren su edad y su dolor.
Nada que seguimos en la batalla y con regalito incluido, porque no puede ser de otra manera cuando las altas esferas saben de Béisbol lo que yo de astrología.