Por Juan Páez
Antes de la pausa del Juego de Estrellas, las proyecciones de Yasmani Grandal sugerían que para el momento de que finalizará la ronda regular, habría roto su tope de cuadrangulares en una temporada. Su marca personal de jonrones en un año (27, en 2016 con los Dodgers de Los Ángeles) parecía bastante cerca, sobre todo por la cantidad de juegos que restaba en el calendario de los Cerveceros de Milwaukee. Pero el ritmo de vuelacercas del receptor capitalino disminuyó en proporciones desmesuradas.
Grandal, quien actualmente tiene 19 estacazos de vuelta completa, finalizó la jornada del domingo con cuatro turnos en blanco para alargar la sequía de poder en la caja de bateadores. Así llegó a 28 juegos consecutivos sin sacar la pelota del parque, una cadena que abarca 92 oportunidades oficiales en el box sin bambinazos. Su último bombazo llegó el 6 de julio, en una derrota 12-2 contra los Piratas de Pittsburgh.
El careta de 30 años de edad, que asistió este año a su segundo Juego de Estrellas, es uno de cinco peloteros en todas las Grandes Ligas que aún no conectan jonrón desde la tradicional pausa de la campaña pese a tener 26 o más desafíos disputados. Ese infame grupo lo integran David Fletcher (28 encuentros), Grandal (27), Orlando Arcia, Luis Arráez y Kevin Newman, este último trío con 26 cada uno.
¿Fallos mecánicos? ¿Cansancio? ¿Lesión?
La raíz del problema de Grandal parece estar en su manera de batear. Por ejemplo, desde que disparó su último jonrón, los batazos dejaron de ir hacia el aire y empezaron a transitar por la tierra con más frecuencia. De hecho, tomando dos periodos (uno del primer día de la temporada hasta el 6 de julio y otro del 7 de julio hasta el domingo), su porcentaje de roletazos aumentó 20.2 %, pues pasó de 35.7 % a 55.9 %. Por eso, sus elevados bajaron de 41.0 por ciento a 23.5 por ciento.
También sus impactos han perdido fuerza. Su porcentaje de conexiones fuertes se situaba en 49.8 por ciento en el primer lapso, pero bajó a 30.9 por ciento en el segundo espacio. Esto podría ser causa, quizás, de un problema en su mecánica, cansancio o un percance físico que lo esté limitando en el box.
La estadística de su línea de triple slash que más se ha visto afectada es el porcentaje de slugging, la capacidad con la que conecta extrabases. Esa casilla pasó de ser un robusto .518 a un .311, lo que perjudicó notoriamente a su OPS, que bajó de .889 a .678.
Desde la pausa del Juego de Estrellas, Granda liga para .221 de promedio con el madero, producto de solo 19 imparables en 86 viajes legales al plato. Colecciona cinco dobles, 10 impulsadas, ocho anotadas y 21 abanicados en 27 encuentros. Una de las partes positivas es que suma 18 bases por bolas, lo que le ayuda a tener un promedio de embasado de .362. Casualidad o no, los Cerveceros de Milwaukee tienen récord de 14-13 desde entonces.