Por Boris Luis Cabrera
A golpes de escoba, humillados, heridos en su orgullo capitalino, y para colmo pintados de blanco; abandonaron los Leones de Industriales este miércoles el estadio Guillermón Moncada de Santiago de Cuba, después de dibujar en el terreno de juego una grotesca caricatura de lo que un día fue “el clásico de la pelota cubana”
Como un barco a punto de naufragio, haciendo aguas por diferentes ángulos, mucho le ha costado a Rey Vicente Anglada soltar amarras y levar anclas mientras la etapa clasificatoria ha llegado a un tercio de su calendario regular.
Nueve jugadores al campo pudieron hoy remendar las rendijas defensivas y Andy Molina le puso un parche sólido al hoyo profundo del picheo lanzando 5.2 entradas efectivas, pero el mar embravecido y caprichoso entró por la proa de la nave azul aprovechando los maderos dormidos de sus bateadores, que apenas pudieron conectar un trio de imparables en los siete capítulos que duró el partido.
Solo Aroche, Samón y Barcelán pudieron ligar imparables aislados frente a los envíos de Carlos Font-quien viene enseñando sus mañas desde el campeonato para menores de 23 años-y las Avispas orientales se impusieron 3-0 para barrer en tres choques con las esperanzas y los sueños de la fanaticada de la capital.
Un insólito “pisicorre” desde la intermedia hasta el home-plate de Ricardo Ramos con un elevado al jardín central de Yoelkis Guibert, hubiera sido suficiente esta tarde para que la conga de los anfitriones tocara la marcha fúnebre frente a la banca azul, pero cañonazo impulsador de Rudens Sánchez en ese mismo sexto episodio y un doblete remolcador de Santiago Torres una entrada más tarde (ambos frente al relevista Eddy Abel Garcia), le pusieron el cuño al certificado de defunción de los visitantes.
Cuando llegó la lluvia en el octavo que detuvo las acciones, mientras los optimistas veían tronchada una casi segura remontada, los pesimistas suspiraban aliviados y los aficionados objetivos apagaban sus televisores sumidos en el silencio; el equipo Industriales, ese que antaño se crecía entre montañas santiagueras, el de la garra extrema que solo caía con las botas y los pantalones puestos, seguía alejándose en la tabla de posiciones.
Ahora, dando tumbos y aquejados de epidemias psicológicas, con una defensa con estrías, sin líderes en el box, y con un bateo parpadeante que ha disminuido su impacto en los últimos choques, los Leones marchan en caravana hacia el temible y peligroso bosque de los Leñadores tuneros a su duelo de fin de semana. Menuda tarea la del “Rey” y sus huestes. ¿Negro futuro?
Nos vemos en el estadio.