Por Alexander García
A simple vista no tenía nada, pequeño de tamaño, algo enjuto, medio gordito incluso, a veces lucía como cansado pero no, Yoandy Garlobo era mucho más, fue mucho más.
Hoy pocos recuerdan al matancero, incluso al momento de escribir esta crónica me pregunto qué fue de él, donde se encuentra, he escuchado comentarios por todos lados… la diabetes, la mala vida, esto y aquello, pero de veleidades no se puede vivir y me reservo el criterio al respecto, pues lo importante es el legado del yumurino.
Sí señores, porque cuando la imagen de Garlobo durante el primer Clásico Mundial rebosa de nitidez, de tonos claros, de puro brillo diría; cuando eso pasa la realidad se impone, pues Yoandy fue más que eso… fue líder de una generación perdida, sí, esa de matanceros de comienzos de los 2000 y de toda esta década antes de la llegada de Víctor Mesa.
Cuentan allegados, gente que jugó pelota con él que “el Mañón”, como le apodaban era un personaje con todas las de la ley. El sobrenombre le calaba porque conocía todas las tretas posibles para saber el lanzamiento que venía, anticipar una jugada, sacar de paso al pitcher rival… Garlobo emerge como una leyenda y todos le ponen y le quitan cosas.
Aquí, en este punto, pienso que sí, el de Jovellanos logro colarse en aquella temible escuadra que Gerardo Junco armó allá por 2002 o 2003, aquella de José Estrada, de Eduardo Cárdenas, de Amaury Casañas, Michel Abreu, el mítico Juan Manrique, Vaisel Acosta… Yoandy Garlobo lo hizo y pervivió en el tiempo, pues después era el centro y le daba líneas a cualquiera; pero en ese año 2006 estuvo desbordado.
La gloria
Desde la preparación, todos sabían que el matancero estaba, debía estar porque venía sonando el madero y en el Clásico Mundial, había que batear…
Para el primer juego con Panamá, Garlobo fue dejado en el banco pero… en extrainning con el choque empatado, sale de emergente y dispara fuerte línea al medio que impulsa la de la ventaja; después de eso ya no dejo la titularidad.
Contra Holanda en el segundo partido, lució un mundo, contra Puerto Rico, luego ni el mismo Johan Santana escapo del castigo; en fin, Garlobo no dejó de batear y pocos recuerdan que para ese juego final ante Japón, estaba discutiendo el liderato de bateo ante Ken Griffey Jr.
Ya hasta aquí, vale la pena todo; vivir una vida al límite, el ron, el dinero, las mujeres… después de aquello Yoandy Garlobo fue adorado, si en la prensa miraban a Matanzas era por el… entonces…
El paso del tiempo volvió a sacudir, otra generación de matanceros pensó que sí, muchos hablan de que existía una mesa chica, como en la mafia, donde tres o cuatro capos deciden todo dentro del mundo del negocio… en este punto los hilos se conectan, los rumores emergen de todos los modos posibles; Garlobo armaba los equipos, decidía quien entraba y quien no, en fin, su leyenda se agigantaba.
En 2009 llegó el segundo Clásico Mundial y Yoandy pareció relegado al olvido pero ese año también rindió, no como en 2006 peor rindió y fue llevado como reserva a esa edición.
La caída
Después, las cosas con Garlobo fueron como el desmoronamiento de un castillo de naipes; parecía que Matanzas renacía otra vez, Yadil Mujica, Yasser Peréz, Roberto Álvarez, Yunesky Sánchez pero no, en ilusión se quedó todo, Yoandy empezó a mermar, la diabetes lo comenzó a limitar, era la caída.
Y cuando Víctor Mesa llegó, cuentan muchos que empezó a hacer una especie de purga, decidió acabar con la indisciplina y el relajo de a todas, para eso empezó con el mismo Garlobo.
Con Mesa en el banquillo, Yoandy Garlobo termino sus días como pelotero sumido en las intermitencias de tiempos pasados.
Tras sucesivas etapas de altas y bajas, el gran Garlobo de a poco se fue esfumando y su memoria quedó sepultada.
Hoy, cuando en Matanzas se viven momentos infinitos de gloria, Garlobo no es protagonista pero su nombre, su figura, su huella, no dejaron morir nunca esa identidad de guerreros que los Henequeros habían forjado.
Si Yoandy Garlobo fue malo o bueno, el tiempo dirá, por ahora, por sus números, por ese Clásico Mundial en 2006, me quedó con lo mejor y desde el silencio lo traigo aquí para recordarlo.