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Sin duda alguna y pese a las diferencias que puedas tener con el sistema de juego o personalidad de estos dos personajes, el legado de Yuli Gurriel y Jose Abreu en el beisbol cubano es inmensurable. Ambos atletas, hoy posiblemente no vuelvan a jugar en Grandes Ligas, pues su avanzada edad presagia un futuro retiro, sin embargo, su aporte a la pelota será tal que seguiremos hablando de ellos aún varias generaciones después.
Cuando hablamos de peloteros cubanos en MLB, tanto Gurriel como Abreu son y serán referencia en la pelota cubana. Su aporte a las Series Nacionales y a Las Mayores, trascenderá en el tiempo y vale la pena, hoy, en medio del ocaso de sus carreras profesionales, revisar los aspectos cualitativos que los llevaron a ser referencia mundial en este maravilloso deporte.
Jose Abreu y su huella imborrable
Jose Abreu se estableció como uno de los bateadores más consistentes y productores de carreras de su generación. Ha sido un líder en extrabases (dobles, triples y jonrones) entre los peloteros cubanos en MLB. A lo largo de su carrera, acumuló más de 260 jonrones y 960 carreras impulsadas. Su capacidad para remolcar carreras lo colocó consistentemente entre los líderes de la liga y como uno de los más históricos entre los nacidos en su país.
Después de 11 años en MLB dejó un WAR acumulado de 29.5, el séptimo mayor entre los peloteros oriundos de la isla. Además de 1587 hits, 263 jonrones y 9600 remolcadas. A pesar de la exigencia física de MLB, Jose Abreu mantuvo un alto nivel de rendimiento durante la mayor parte de su carrera. Su capacidad para evitar lesiones graves y mantenerse en el campo fue clave para su éxito.
A nivel individual fue invitado tres veces al All Star Game de Las Mayores, ganó tres Premios Silver Slugger y fue Novato del Año en 2014, sin dejar de lado el Premio a Jugador Más Valioso en 2020.
Fue una figura central y un líder dentro de los equipos para los que jugó, especialmente con Chicago White Sox, donde fue una de las caras de la franquicia por casi una década.

Referente en Series Nacionales
Previo a su llegada a MLB, José Abreu dejó registros imborrables en Series Nacionales de Cuba. En 10 temporadas en el torneo local acumuló un promedio de bateo de .341, con 178 jonrones y 584 carreras impulsadas.
Su éxito en la MLB, tras una destacada carrera en Cuba, lo convirtió en un modelo a seguir para muchos jóvenes peloteros cubanos que aspiran a jugar al más alto nivel. Su trayectoria sirvió como una demostración de que el talento cubano puede triunfar en Grandes Ligas.
En resumen, Jose Abreu es recordado como un bateador temible y un líder respetado, cuyo legado se extiende por dos esferas del béisbol, dejando una marca indeleble tanto en la historia de MLB como en la rica tradición de la pelota cubana.
Yuli Gurriel: Versatilidad e instinto ganador
A diferencia de Abreu, Yuli Gurriel llegó a Major League Baseball con 32 años de edad, que pese a que acumuló experiencia, ya era algo tarde. Sin embargo, el espirituano supo hacerse con espacios en el mejor beisbol del mundo hasta los 40 años de edad, por ahora…
A pesar de no ser un bateador de jonrones masivos, Yuli Gurriel se consolidó como un bateador de contacto y un productor de extrabases. Su habilidad para conectar la pelota a todas las bandas y su disciplina en el plato lo hicieron un peligro constante para las defensas rivales. A lo largo de su carrera en MLB, acumuló 956 hits, 226 dobles y 98 jonrones.
Esa calidad con el bate lo llevó en 2021 a ganar el Título de Bateo con un promedio de .319. Ese mismo año consiguió ganar el Guante de Oro en primera base, demostrando que el talento era completo, ofensiva y defensiva. Sin olvidarnos de su aporte a los dos anillos de Serie Mundial de Houston Astros.

Leyenda en beisbol cubano
Antes de su viaje a Major League Baseball, Yuli Gurriel ya era considerado una leyenda en la pelota de Cuba, incluso, es considerado uno de los mejores en su generación en Series Nacionales
Después de 15 temporadas en Cuba, 12 de ellas con Gallos de Sancti Spíritus y otras tres con Industriales, Yuli Gurriel acumuló un promedio de bateo vitalicio de .337, con más de 250 jonrones y 1000 carreras impulsadas. Promedió .300 o más en 14 de sus 15 temporadas, la excepción sería en 2002-2003 con .291.
Para muchos jóvenes beisbolistas cubanos, «La Piña» representó el epítome del pelotero cubano de élite. Su trayectoria, marcada por la dedicación y el alto rendimiento, inspira a las nuevas generaciones a alcanzar sus sueños, ya sea en Cuba o en ligas extranjeras.
Simplemente desechados, a pesar del eufemismo