Por Alexander García
Si Yunesky Maya lanzara por Cuba en el Clásico Mundial, ahora mismo fuera el abridor número 1 y de seguro guiaría a la selección nacional a una buena actuación, quizás a una final.
Hablo de Yunesky Maya y en el mismo instante de darle forma a este texto, el pinareño guiaba a su equipo Águilas Cibaeñas a un séptimo juego en la semifinal de la Liga Dominicana de Béisbol, la prestigiosa LIDOM.
Tal parece que renació, que se vistió de superhéroe y se quitó cinco o seis de arriba, pues Maya luce como en sus mejores tiempos, no con la misma velocidad, pero con más picardía y un repertorio exquisito donde la cutter se ha vuelto su arma predilecta.
En ese juego que mencionaba, Maya ponchó a siete bateadores en solo 4.2 tercios de labor, para encaminar el juego, un gran juego sin dudas y en los resúmenes se puede ver al cubano, sólido, dominante, muy seguro de su rol.
Ya, después, la historia reivindico a Yunesky y a las Águilas cuando en el juego siete alzaron su campeonato número 22 y Maya volvió a hacer historia al convertirse en el primer extranjero en ganar títulos, de ellos, 4 de manera consecutiva.
La historia de Maya está ahí y si su llegada a los Nacionales de Washington no fructificó como todos esperaban y la gran oportunidad se esfumó, al menos llegó y otra vez lo vuelvo a recordar dominando en aquel juego que ganó, el único que pudo ganar al máximo nivel de Grandes Ligas.
O también su juego en la KBO, donde en medio de una mala temporada, saca la casta y lanza un juego sin hits ni carreras. En ese momento todos pensaron que Maya se apagaba, pero no, llegó la cirugía, viene después un período de calma y después de a poco volvió al ruedo.
En la Republica Dominicana, el pinareño tiene su segunda Patria, es casi un dios y ya lleva varias Series del Caribe vistiendo la franela de los elencos quisqueyanos en estos certámenes para orgullo de dominicanos y cubanos.
Ya Yunesky Maya ha escrito su historia y camina como una leyenda de la pelota caribeña y aunque su nombre continúa sumido en el ostracismo y solo a veces en pequeñas pinceladas se habla de él, con miedo incluido, sin dudas Maya, al día de hoy es uno de los grandes lanzadores de este siglo.
Otra vez viene a mi mente aquel año 2009, aquel juego contra Japón, aquel batazo de Owasagara que se le cayó a Céspedes, las especulaciones crecen y surgen las mas variadas hipótesis, pues si Maya cuelga ese cero, de seguro la historia hubiera sido otra, la del equipo Cuba, la del mismo Yunesky Maya.
Hoy casi su historia termina y otra vez le rendimos honores a aquel muchacho que recogía pelotas en el Capitán San Luis, el mismo que un día quiso soñar con subir al box, lo hizo y hoy mira sonriente hacia el pasado, ve su rostro de niño, el traje verde y amarillo de Pinar, el batazo de Rubén Rivera en aquel primer Clásico Mundial, entonces vuelve a reír, se muestra sencillo, muy sencillo y eso lo engrandece mucho más… Nos vemos a la vuelta.