Por Alexander García Milián
Es una técnica poco depurada, casi rudimentaria, tosca, solo las muñecas trabajan para liberar el peso del cuerpo y pegarle duro a la bola.
¿De que hablamos?, pues del estilo de bateo de Yurién Vizcaíno, el cuarto bate de Villa Clara, el líder en empujadas en la Serie Nacional.
La primera vez que ví a Vizcaíno fue en la final de 2010 entre Industriales y Villa Clara, entonces lanzaba y salió de relevo a trabajar a Malleta con bases llenas, ¡Qué momento!, línea larga, corrida entre right y center, atrapadón e impulsada. Era el tercer juego de ese Play Off.
Sí señores, quizás la mecánica de bateo del villareño no es de las más sofisticadas pero da resultado al punto que Yurién dejó de lanzar para dedicarse a la ofensiva y aquí una buena decisión.
El hombre no acapara los titulares incluso de un Carlos Benítez, ni un Cesar Prieto, ni un Freddy Asiel Álvarez por solo citar a figuras dentro de los azucareros. No Vizcaíno llega callado y así, este jueves en el octavo inning, una vez más dio el batazo que abrió el juego frente a Las Tunas en el Mella.
Lo vemos frente a las cámaras levantando el pie delantero, como ansioso por sacar el bate, quizás por eso le tire a una slider bien afuera o a una a la altura de las nubes; hay momentos en que parece machetero pero no, Vizcaíno le da duro a la bola.
- “Yo me concentro bien en el juego, trato de estar siempre enfocado en el partido, entonces solo queda salir a realizar mi trabajo…”- expresó Yurién en la televisión nacional, luego del primer partido en la penúltima subserie ante Industriales en el Latino. Ahí, el portentoso slugger fletó siete para el plato.
Cuando este viernes Vizcaíno remolcó la carrera de Villa Clara ante el zurdo Dariel Góngora; Yurién topo las 80 impulsadas y quedó a siete de igualar a Oscar Machado, quien posee el record en este departamento para los del centro del país. El hombre viene para hacer historia en verdad, no es un cuento…
Es el hombre roca, la mole, la piedra, sí lectores, a veces pienso y es un gesto contemplativo, pienso que miro a una piedra y no al ser humano, tal como reseña Alexander Fersman en su libro Memorias sobre las Piedras… Es que Vizcaíno tras una primera mirada luce así pero no, saca los brazos como un trueno y hace llorar la pelota.
Es un cúmulo de epítetos y sutiles calificativos para recordar que un día hubo un hombre que quería ser lanzador, tocó un bate en sus manos y hasta ahí. Este puede ser el comienzo de la historia de Yurién Vizcaíno, el hombre que salió de la nada, tal vez sí, puede que sea el principio.