Por SwingCompleto / contacto@swingcompleto.com
Es real que han sido varios los lanzadores japoneses que han calado profundamente en la afición cubana por sus resultados frente a los equipos Cuba que luego se ha sumado a destacas actuaciones en las Grandes Ligas de Estados Unidos. Hideo Nomo, Yu Darvish, Hisashi Iwakuma o Masahiro Tanaka están entre los más reconocidos en la Isla, pero hay uno que bien podría encabezar el listado y que acaba de decir adiós al béisbol.
Se trata de Daisuke Matsusaka, quien a sus 41 años de edad hizo la víspera el lanzamiento final de una muy extensa carrera deportiva que comenzó y terminó con sus Leones de Seibu. En ella hubo un intermedio de peso con su presencia en Estados Unidos y en los eventos internacionales más trascendentales donde se hizo sentir frente a la selección de nuestro país.
Sus inicios como profesional fueron en 1999 con Seibu en la Liga Profesional de Japón y desde esa misma campaña de estreno demostró su potencia (fue elegido Novato del Año). Hasta 2006 dejó de acceder a la decena de triunfos una sola vez con balance positivo en cada contienda.
Se llevó el liderato en juegos ganados en tres ocasiones, con dos premios en efectividad y cuatro en estrucados. En 2001 capturó la distinción Eiji Sawamura, con siete guantes de oro e igual cantidad de participación en el Juego de Estrellas.
Tras su regreso a la destacada competición nipona sus estadísticas estuvieron bien alejadas de aquel hombre que se convirtió en la principal estrella del pitcheo de su país, exceptuando la lid de 2018 en la que su labor lo hizo acreedor del título “Regreso del Año”. Y después de un 2020 totlamente inactivo que parecía marcar el final de su vida deportiva, Matsusaka regresó este 2021 para lanzar su último partido.
Su desempeño en Grandes Ligas se quedó muy por debajo de la fama y talento con el que llegó a ese béisbol. Su única temporada estelar fue su segunda en 2008 con su récord de 18-3, efectividad de 2.09 y 154 ponches que pese a liderar la Liga Americana en los boletos lo sitió en la élite del pitcheo y con votos para el premio Cy Young. Fueron los Medias Rojas su principal equipo de MLB. Con ellos capturó un anillo de campeón en 2007, en una campaña de debut aceptable con su foja de 15-12 y PCL de 4.40.
Las lesiones y problemas de adaptación lo marginaron de buenos números desde 2009 por lo que primero fue cambiado a los Mets para 2013 y un año después se había quedado ya sin trabajo en Estados Unidos.
Pero a Matsusaka la mayoría de la gente no lo reconoce tanto por su efímera estelaridad en las Mayores y mucho menos por lo que hizo en la liga de su patria por ser muy poco difundida en Cuba. Su fama se basó en aquellos triunfos alcanzados sobre el equipo nacional en dos de los eventos internacionales con más notoriedad: los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 y el Clásico Mundial de 2006.
En la cita ecuménica le endosó a Cuba su única derrota de todo el torneo, la cual por fortuna aconteció en la etapa clasificatoria pues de lo contrario se hubiera frustrado la tercera y última medalla de oro olímpica del béisbol cubano. Allí el japonés estuvo intransitable frente a un rival colmado de bateadores de calidad, como Yuli Gurriel, Michel Enríquez, Frederich Cepeda, Eduardo Paret y Osmani Urrutia. Ya en ese entonces se trataba del principal pitchers del plantel asiático.
Y esa condición con cambió dos años después cuando se efectuó la primera versión del Clásico Mundial, el más exitoso por mucho para la pelota cubana.
Matsusaka fue la designación del manager Sadaharu Oh para lanzarle a Cuba el partido por la medalla de oro, encomienda que cumplió con la misma maestría de Atenas pese al tempranero jonrón del paracortos Eduardo Paret. Solo el relevo japonés puso en peligro la buena ventaja de los campeones, sobre todo después del cuadrangular de Cepeda en el cierre del octavo inning que puso a los nuestros a una de la igualada (6×5).
El desempeño inmaculado de Daisuke en el Clásico donde terminó como el MVP se sumó a sus proezas en la liga japonesa con la cual ya había cumplido el tiempo establecido. Esto le abrió las puertas a un contrato millonario en Estados Unidos que tras una dura pugna entre varias franquicias terminó firmándose con Boston.
Después de un 2008 a la altura del nivel con el que llegó a Grandes Ligas repitió su participación en el Clásico Mundial, y como en 2006 se alzó con el título colectivo aportándole a la causa. Claro que aquí ya el protagonismo estaba mucho más compartido con Darvish e Iwakuma, precisamente los responsables de lanzarle y ganarle a Cuba en la segunda etapa del certamen. Y hasta su lanzamiento del adiós ayer fue casi que lo último de impacto positivo en la carrera inestable de este hombre. Ni siquiera su vuelta a Japón generó los titulares que hoy invadan buena parte de los diarios del archipiélago nipón.