Agustín Marquetti no fue el mejor 1ra base de Industriales

Michel Contreras

Muchos opinan que Agustín Marquetti ha sido el mejor inicialista de Industriales, pero las estadísticas dicen otra cosa muy distinta.

Muchos opinan que Agustín Marquetti ha sido el mejor inicialista de Industriales, pero las estadísticas dicen otra cosa muy distinta.

Si usted sale a una calle de La Habana, se encuentra unos fanáticos del béisbol cubano y les pregunta por el mejor primera base que pasó por Industriales, seguro estoy de que la mayoría mencionará a Agustín Marquetti. Sin embargo, la estadística dice otra cosa.

Ya sé, usted me va a decir que los números son fríos y no le faltará un por ciento de razón. Pero como siempre digo en estos trances, los números son lo que hay.

¿Qué tenemos para comparar a los jugadores si no eso? ¿Cómo cree que se selecciona en Estados Unidos a los miembros del Salón de la Fama: por simpatías personales o por números? Mala o buena, la cacareada frialdad de la estadística es el primer elemento de valor cuando se trata de hacer selecciones deportivas, lo mismo en la MLB que en el béisbol cubano.

Durante mucho tiempo, Marquetti fue considerado (y con justicia) como el segundo mejor inicialista de las Series Nacionales, únicamente por detrás de Antonio Muñoz. Pero pasaron los años, la dialéctica hizo su trabajo y resulta que poco a poco aparecieron jugadores que superaron al emblemático número 40 de Industriales.

Inclusive en la propia capital le salieron dos contendientes poderosos: Antonio Scull y Alexander Malleta (y si no fueron tres se debió a que Roberto Colina tomó las de Villadiego en el apogeo de su carrera).

Panorama deportivo

Tanto Scull como Malleta rebasan descansadamente los logros de Marquetti en varios departamentos ofensivos importantes, tal como puede apreciarse en la tabla que acompaña este trabajo. A pesar de haber tenido muchas más veces al bate, el toletero de Alquízar queda a la zaga en cantidad de dobles y jonrones, por citar solamente un par de ejemplos claves a la hora de apreciar la faena de un primera base.

Pero ocurre que en Cuba (a diferencia de Dominicana, Estados Unidos, Venezuela o Puerto Rico) la carrera del jugador se pondera en relación directa con su rendimiento en los equipos nacionales. Cosa que a mí me parece uno de los tantos absurdos en que se incurre acá a la hora de establecer contrastes.

Agustín Marquetti jugador cubano

¿Y por qué digo esto? Pues porque integrar el team Cuba era hasta cierto punto “accidental”: hacía falta calidad, lógicamente, pero también caerle en gracia a los seleccionadores (ya se sabe de las “piñas” que proliferaban) o cumplir los requisitos de la supuesta confiabilidad que, digamos, excluyeron repetidamente a Reutilio Hurtado.

Señores, si la vara para medir grandeza fuera el equipo nacional, unos cuantos de los máximos jonroneros del béisbol cubano (Junco, Romelio, Pierre, Julio Germán) merecerían bien poco crédito. Un absurdo en toda regla que implosiona con el simple recordatorio de que los campeonatos domésticos gozaban de mucho más nivel que los eventos internacionales a que se acudía en ese entonces.

¿Adónde voy con esto? A que siempre he creído que la estatura de los peloteros cubanos (muy especialmente la de aquellos que enfrentaban a genuinos amateurs en los campeonatos de la extinta IBAF) ha de verse conforme a la historia que escribieron dentro en vez de fuera.

Ojo mal pensados: no es que uno abogue por hacer tabla rasa de los trofeos universales, panamericanos y demás, sino por aquilatar en mayor medida lo conseguido en el marco interno. A fin de cuentas, el béisbol cubano llegó a disponer del segundo campeonato más exigente del planeta, y no era lo mismo batearle a Rogelio García o José Ariel Contreras que a un estudiante universitario o un operador de maquinaria agrícola.

¿Agustín Marquetti, Scull o Malleta?

Así que, puesta la mirada en casa, Scull y Malleta son superiores a Marquetti, cuyo cuadrangular de 1986 estará para siempre en los altares pero no lo coloca por encima en la comparativa, como tampoco a Joe Carter le bastará jamás su bambinazo definitorio de la Serie Mundial 1993, para alcanzar a otros jardineros como Dave Winfield o Vladimir Guerrero.

¿Quién es, para mí, el inicialista más grande de Industriales? Antonio Scull, y no precisamente por sus premios olímpicos (dos oros y una plata), sino porque “El Líquido” supo brillar en una década de altísimo rigor como la de los años noventa, haciéndose notar en medio de una constelación y dando palos tanto con aluminio como con madera.

Sé que a muchos les costará aceptarlo y que no faltarán los que me colgarán algún cartel incómodo. Pero esto es lo que pienso: Marquetti (un tipo inmenso) no ha sido el mejor primera base de la capital. Definitivamente no.

JugadorSNCIHRAVEOBPSLUOPS
Marquetti221106207288366431797
Scull201094208312398504902
Malleta221211257297408488896

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