Por Yasel Porto
Desde el pasado viernes se encuentra ingresado en cuarentena una de las grandes estrellas del pitcheo cubano en toda su historia después de arribar ese mismo día de México, país donde se encontraba desde principios del mes de marzo.
Se trata del único cubano vivo miembro del Salón de la Fama del béisbol mexicano, Andrés Ayón Brown, quien volvió a su país de origen y residencia a la primera oportunidad que tuvo. El legendario exmonticulista y entrenador de 82 años estuvo por más de tres meses en Mérida, Yucatán, siendo sorprendido por el cierre de fronteras internacionales días después de arribar a la ciudad mexicana donde reside uno de sus hijos y algunos nietos.
Ayón se encuentra en la Escuela Latinoamericana de Medicina y todas las pruebas a las que ha sido sometido han resultado negativas, por lo que todo parece indicar que dentro de poco más de una semana podrá reencontrarse con su esposa y madre de sus cuatro hijos.
Este periodista tuvo la oportunidad de hablar con él. De hecho, fue la primera llamada que recibí por el Día de los Padres, donde además de la felicitación mutua pude enterarme de su regreso a Cuba y cómo ha ido en principio de su proceso de cuarentena.
A pesar de ser un hombre octogenario, este carismático habanero conserva una vitalidad impresionante, siendo capaz de lanzar cinco innings de pelota o ganarle la carrera a un elevador en el ascenso de un edificio de doce plantas. Hasta el día de hoy no ha tenido ninguna enfermedad notable a pesar de continuar disfrutando de la buena bebida y el mejor tabaco.
Elegido al Templo de la Fama de México en 1997 (último cubano en ser elegido a ese recinto) tuvo excelente actuación en Cuba, Estados Unidos, Nicaragua y por supuesto en el país de los mayas y los aztecas donde todavía conserva algunos récords para cubanos y en general. Es el tercer lanzador cubano con más triunfos entre todas las ligas rentadas (338-169), solo superado con Conrado Marrero y Martín Dihigo.
En 14 años en México logró ubicarse entre los máximos acumuladores en juegos ganados (169), solo aventajado entre cubanos por los 211 de Ramón Bragaña. Tiene el segundo mejor PCL para una campaña (1.22 en 1971), además de un no hit no run en 1966 y un juego perfecto en 1972; 87 lances sin cometer error y 56 innings sin dar bases por bolas (récords todavía vigentes). Es sublíder de por vida en porcentaje (.633) y el único que tres veces se llevó ese liderazgo en una contienda, y también el único serpentinero elegido tres veces MVP.
En las Ligas Menores de Estados Unidos logró una labor meritoria (105-37) que le iba abriendo de poco a poco las puertas a las Grandes Ligas hasta que se rompió el acuerdo entre Cuba y la MLB y Ayón decidió regresar a la Isla donde tenía toda su familia. Llegó a formar parte de los Cuban Sugar Kings que en 1959 ganaron la Pequeña Serie Mundial.
En el nivel profesional Ayón tuvo cinco temporadas con 20 o más éxitos, destacando 1967 en la Liga de Verano mexicana con balance de 25-6.
Dentro de la pelota cubana destacó por ser parte del equipo que jugó en el Primer Mundial Juvenil, además de formar parte del Marianao campeón de la Liga Profesional y la Serie del Caribe en 1958, así como el Almendares que en 1959 consiguió también el doblete.
Junto a Waldo Velo y algunos más se mantuvo jugando como profesional fuera de Cuba y volviendo a la ínsula al término de su contrato. Ello le permitió relacionarse con las Series Nacionales al extremo de ser el manager de Industriales en tres temporadas (1983-85) en las que siempre ubicó a los Azules en los lugares de avanzada pese a la juventud mayoritaria de su roster.
También fungió como entrenador en el béisbol profesional mexicano, especialmente con los Leones de Yucatán. En su principal ciudad, Mérida, alternó su residencia por largo tiempo hasta que desde hace una década vive a tiempo completo en su casa de Acosta y Porvenir, en Diez de Octubre.
Además de Ayón, otro de los veteranos del béisbol que pasó por este proceso de cuarentena fue el pinareño Alfonso Urquiola tras haber estado varado por unos días en Panamá.
Hasta hoy el único cubano vinculado con el béisbol que ha dado positivo al COVID-19 ha sido el prospecto de los Yanquis de Nueva York, Denny Larrondo, quien evolucionó rápidamente al proceso médico.