Por Alexander García
Las comparaciones quedan, está claro que Lou Gherig hay uno solo, Lou, el Caballo de Hierro, el hombre de las casi 200 carreras empujadas, el que miraba de frente al Bambino; la historia de Gherig es una y está ahí, bien guardada.
Las comparaciones quedan, pero el hecho de que a Alexander Ramos lo hayan nombrado como el mítico Lou, el Caballo de Hierro del béisbol cubano, que haya sido así deja bien claro el legado del legendario jugador pinero en la pelota cubana.
Unos establecen la cifra en 1112, otros en 1012, pero lo cierto es que Alexander marcó una época en las Series Nacionales como parte de una generación dorada de peloteros que tocaron las puertas de una final allá por 1999.
Hoy, a quince años de su retiro, Alexander continúa relegado al olvido, pues estando incluso dentro del cuerpo de dirección de los Piratas de la Isla de la Juventud, así y todo, casi nadie o nadie habla sobre él, sobre su maravillosa carrera deportiva, es un lastre que lo ha acompañado siempre y así lo ha reflejado en varias entrevistas: – Hice muchos equipos Cuba B, pero tenía condiciones y rendía para estar en el grande-.
La historia de Alexander es otra de esas que dan para hacer una enciclopedia, de aquellas donde tipos talentosos, trabajadores y enfocados en su profesión no gozan del agrado de los medios, no tienen quizás ese cariz necesario, por fatalismo geográfico, por mala suerte o lo que sea y entonces perecen en la memoria popular.
Desde que Alexander empezó allá en la temporada 1987-1988, lo hizo como los grandes, ya en ese momento ganó el premio al novato del año, pero casi pasó inadvertido, pues la Isla de la Juventud, seguía siendo Cenicienta dentro de la fiesta nacional.
Con 18 Series Nacionales jugadas Alexander Ramos se retiró en 2005 y quiso el destino que en 2006 Juan Carlos Moreno, el torpedero pinero, hiciera el grado con la selección nacional rumbo al primer Clásico Mundial; tal parecía que el halo fatídico de los peloteros de la Isla quedaba atrás con aquel suceso, tal vez algo de justicia divina, una especie de redención con el estelar segunda base, aunque ya era tarde.
Tal vez si dos consagrados como Antonio Pacheco y Juan Padilla no hubieran estado en la misma época que Alexander las cosas hubieran sido diferentes; aunque ya los de Ramos estaban sentenciados, pues cuando entró Yulieski Gurriel este fue sin escala al equipo nacional para jugar segunda base.
¡Tantos son los porqué!, y todavía al buscar una explicación lógica no se entiende la injusticia con Alexander Ramos, pues si hombres como Yobal Duenas y Oscar Macías llegaron al equipo grande, ¿Por qué él no?
En su momento, llegó a compilar el segundo mejor average de por vida en Series Nacionales con 339, así como al establecer su marca de juegos jugados de manera consecutiva solo seis personas lo superaban en Grandes Ligas.
Todo lo que se hable de Ramos es poco para resaltar su dimensión de extraclase. Todo lo que se hable es poco, pero muy necesario porque es algo de decencia elemental el sacar a la luz semejante injusticia.
Nos vemos a la vuelta.