Por Darien Medina
Cuando Alexei Hernández llegó al béisbol ya había ganado par de campeonatos nacionales de boxeo y propiciado varios nocauts con su mano izquierda, a pesar de ser derecho. Todo parecía alineado para que se convirtiera en una estrella boxística, pero una tarde de domingo su visión de futuro cambió.
Fue en un juego de la Liga Azucarera en el que participaba su tío, el que dio vuelta el rumbo a su vida. La magia de un cuadrangular que definió el juego en el noveno inning lo impulsó a ir por el béisbol.
«El domingo cuando entramos a la EIDE me puse a hablar con los peloteros, me hicieron muchas historias y yo veía las cosas imposibles, porque ya en el último año del 13-14, varios muchachos ya habían hecho equipos Cuba en todas las categorías anteriores. Ya yo no iba a dar marcha atrás pero quería ser pelotero», aseguró.
Nació en Artemisa en un pueblito llamado Pijirigüa, pero desde los dos años comenzó a vivir en El Cerro, y era la EIDE Mártires de Barbados de esa provincia, donde se formaba como boxeador, y también el lugar donde dejaría de serlo. Cuando aquello de cambiarse de deporte en una escuela deportiva era imposible, Alexei lo logró.
La insistencia obligó a que los profesores Luis Rivera, Ramos y Felipe Barbería dejaran que demostrara su talento en el terreno de juego y no fue tiempo perdido para ninguno de ellos.
«Cuando me vieron lanzar la pelota dijeron: “¡Waoooo! Este tipo es pelotero”, me pusieron a batear contra los pitchers jugando al duro y le pegaba a la pelota con tremenda fuerza. Fue así que de boxeador al otro día estaba vestido de pelotero en la EIDE Mártires de Barbados».
Decidió iniciar su carrera como beisbolista en la tierra que lo vio nacer. Primero transita por la EIDE y luego en la ESPA Julito Díaz. Durante su primer año como juvenil recibe su primer golpe dentro del béisbol, un conteo que se haría bien largo dentro en su vida: una lesión justo cuando se desempeñaba como tercera base regular de La Habana.
Por mucho que intentó recuperarse a tiempo de la fractura en el peroné no pudo intervenir en la zonal nacional y solo fue en la final cuando logró tener participación de emergente llegando a batear de 10-6. Al siguiente año nada pudo detener su talento. «Tengo recuerdos fantásticos de mis entrenadores en la ESPA, creo que hasta donde he llegado en el béisbol es prácticamente por ellos, mis profesores Rubén Prieto más conocido como El Capi, Rafael Collazo y Carlos Viera».
En ese año recibe el trofeo de jugador más valioso, terminó como líder de los bateadores y como colofón por primera vez La Habana se coronaba en la categoría juvenil. «Eso fue una de las cosas más grandes que me han pasado. Mis compañeros luchando dentro de un equipo de tremenda calidad; teníamos que fajarnos con Pinar del Río que en aquel momento tenía un lanzador que también lo hizo aquí en Grandes Ligas, Alain Soler. Él tiraba 99 o 98 millas. Nosotros luchamos y ganamos el campeonato».
Los buenos momentos fueron cortados de forma abrupta e injusta, luego de formar parte de la preselección nacional juvenil, no pasa a integrar el equipo nacional. Algo que según Alexei Hernández «sólo pasan en Cuba, que el jugador líder en bateo de todo el campeonato, el más valioso, lo eliminen de un equipo que iba a representar a Cuba en el Mundial Juvenil, hoy en día el béisbol cubano está pagando por muchas cosas que realmente estaban mal hechas».
Tenía 17 años y la frustración se apoderó de él. Volvió entonces a La Habana a continuar con su carrera a pedido de su mamá para darle mayor visibilidad a su talento. En la provincial de la capital quedó líder de bateo y en cuadrangulares y es llamado a la preselección de Industriales, no hizo el grado pero pasó a formar parte de Constructores en la Liga de Desarrollo.
En esa oportunidad, volvió a dejar plasmado su talento, bateó 390 con 12 jonrones y terminó siendo líder en indiscutibles de toda la zona occidental.
Otro momento de infortunio le esperaría. Luego de una excelente temporada con Constructores, ningún jugador capitalino formó parte del equipo al torneo de Clubes Campeones, ya que el año anterior varios jugadores de la capital lo abandonaron durante su desarrollo.
«Estábamos Juan Carlos Muñiz, Evel Bastida y Alexander Malleta que deberíamos haber integrado el equipo. A ninguno de nosotros nos convocaron. Es injusto tener que pagar por las acciones de otros. Todos sabemos lo que pasó en Cuba durante los años 1992-1993, el llamado retiro masivo cuando muchos peloteros que estaban al cien por ciento en edades de 29, 30 o 32 años. Ahí nos damos cuentas de las barbaridades que se hicieron en ese tiempo en la Serie Nacional con muchos peloteros, lo enviaron a otros países y cuando regresaron le dijeron: “ustedes están retirados”. Eso sin contar con ellos, no se tomaron en cuenta sus opiniones. Empezaron a destruir el béisbol», aseguró.
En la temporada 1996-1997 debutó en la Serie Nacional con Industriales, tuvo participación en 31 juegos con un promedio ofensivo de 250, par de cuadrangulares, la misma cantidad de triples y dos dobles, empujando 14 carreras. «Medina se quedó muy contento cuando vio mis condiciones, era un pelotero de cinco herramientas y entonces me dio la oportunidad de entrar al equipo».
Una lesión de Carlos Tabares durante un partido en la segunda Copa Revolución le abrió la puerta de la titularidad a Alexei, no la desaprovechó, su rendimiento lo llevó nuevamente a una preselección nacional, en este caso el Cuba B. Una vez más las decisiones rompían con sus sueños.
«Recuerdo que fui al Latinoamericano a la preselección, en ese momento el Comisionado Nacional era Domingo Zabala y cuando llego allí muy emocionado me dice: “Vamos a la oficina”. Al momento pensé: “Aquí hay problema” y fue cuando me comunicaron: “Alexei tú eres un muchacho de 18 años vas a cumplir 19 te queda un futuro por delante, entonces le vamos a dar la oportunidad a Víctor Bejerano que él ya está en su serie 18 terminando en el béisbol, que vaya a ese torneo que a ti te queda un mundo por delante”. Las ironías de la vida, Víctor Bejerano jugó 24 temporadas, mis respetos para ese señor pelotero pues no tengo nada en su contra».
Al siguiente año inició siendo quinto bate en la alineación de Industriales. Un mal comienzo y la inexperiencia hicieron mella en su resultado siendo relegado a la banca. «Le dieron el chance a Serguey Pérez, tremendo jugador. Sabes cuando uno no es titular se te hace complicado y más en un equipo como Industriales».
Por esa razón decide entonces ir a la búsqueda de oportunidades en Metropolitanos. Alexei terminó otra Serie Provincial de buenos resultados esta vez como refuerzo del municipio de Habana del Este; llegó a discutir la final contra San Miguel del Padrón y buscaba en los Metros su confirmación como jugador.
«Recuerdo que faltando tres días para la Serie Nacional me llama Guillermo Carmona y me dice: “Alexei ven para acá”, a lo que respondí: “¿Como que para allá si yo soy rojo?”. Ese era el año de hacerme pelotero, porque realmente en La Habana ningún jardinero tenía las condiciones que tenía yo¨.
Terminó vistiendo la franela azul y su arranque fue espectacular pues ante el bajo rendimiento en los inicios de Yasser Gómez, recibió la oportunidad y luego de rendir satisfactoriamente contra Cienfuegos en una de las subseries todo parecía indicar que estaba en su año de consolidación pero no resultó así. El propio Alexei reconoce que se decía a sí mismo: «“Aquí nadie juega por encima de mí”. Viene el clásico de Cuba, Industriales contra Santiago en el Latinoamericano y cuando llego al terreno hago mi calentamiento y voy a ver el line up y no para saber si estaba jugando sino ver en qué turno al bate estaba. Para mi sorpresa no aparecía como regular, acabado de venir de una serie donde había bateado de 12-6. Automáticamente le dije a Carmona que no quería estar en el equipo Industriales pues era un joven de apenas 21 años y solo quería jugar, prefería estar en la Liga de Desarrollo».
Finalmente terminó allí y al siguiente año forma parte del equipo de Metropolitanos, iniciando en la reserva del conjunto. «Increíblemente yo no me explico cómo iba a estar en la reserva siendo el tercer bate y jardinero central de Metropolitanos y posiblemente el pelotero con más condiciones que había en ese equipo, porque con cinco herramientas habíamos muy poco en ese tiempo», comenta.
Iniciada la Serie Nacional correspondiente, recibió por parte de Gilberto de Armas la propuesta de pasar al equipo como lanzador, ese año a pesar de su oposición inicial lo termina en esa función con récord de 2-0 y los rivales bateándole para 296. «Ese fue el año grande, el mejor equipo de Metropolitanos que pasó en Series Nacionales, fuimos al playoff contra Industriales y lo perdimos en el quinto juego. Fue una serie dramática, muchos que conocen de béisbol en Cuba dicen que nunca el Estadio Latinoamericano se había llenado de esa manera. El juego empezaba a las siete de la noche y el estadio lo tuvieron que cerrar a las dos de la tarde, eso fue con nuestro manager, el padre que a todos nos dio muchas oportunidades Eulogio Vilanova».
Las expectativas sobre su trabajo como lanzador aumentaron, grandes figuras de la capital como Nelson Ciero y José Modesto Darcourt comenzaron a trabajar en su mecánica y localización de los lanzamientos. En la Serie Provincial llegó a propinar dos juegos sin hit ni carreras, convirtiéndose en el primer relevista del staff de picheo de Metropolitanos.
«Lo más grande que puede tener un pelotero cubano es jugar con su provincia y en mi caso, jugar con ese señor equipo que se llama Industriales, hacerlo con esa cantidad de estrellas, Germán Mesa, Reynaldo Ordóñez, Orlando “El Duque” Hernández, Lázaro Vargas, Juan Padilla, Carlos Tabares, Javier Méndez, Luis García, Roberto Colina, Bárbaro Cañizares. Era todo un lujo ponerse ese traje azul», rememora orgullo de haber compartido con tantas estrellas durante su paso por los clásicos domésticos.
No volvió a jugar en Cuba. Se fue a España y tras varias averiguaciones en Madrid formó parte de la Liga Española de Béisbol, compartiendo esa experiencia con otros cubanos como Remigio Leal y Francisco Despaigne.
Luego, probó suerte en Guatemala, donde inició un proceso para intentar llegar a las Grandes Ligas. «En ese tiempo mi hermano y amigo Adrián ‘El Duquesito’ Hernández ya estaba lanzando con los New York Yankees contacté con él y me dijo: “Tranquilo, las personas que te van a representar te van a sacar de ahí, vas para Guatemala”».
Hizo de ese país su segunda patria y se entregó en su fe a Jesucristo. «Tengo tres hijos en Guatemala, el mayor es varón y dos hembras. Además cuento con un círculo de amigos espectacular. Todo el apoyo que se me negó en Cuba lo tuve en Guatemala, emocional y monetariamente hablando. Nunca me faltó nada. Siento gran admiración, respeto por esa patria y los hermanos guatemaltecos».
Formó parte de la liga de ese país, la cual estaba conformada por cuatro equipos, fue el escenario ideal que antecedió su firma ganó en experiencia y en confianza, le dieron libertad en los juegos. «El director me dijo: “No queremos exigirte como pelotero cubano que des 50 jonrones, queremos que juegues que hagas tu juego”».
Scouts de los Yankees, Boston y Seattle llegaron hasta el país centroamericano para observarlo de cerca, finalmente fueron los Marineros quienes tomaron la iniciativa y se hicieron con sus servicios. «Cuando firmé no me lo podía creer, Dios fue bueno conmigo por esa bendición, mi familia era campesina, de hecho, solo mi tío por parte de padre fue deportista y yo era otro “cubanito” más inscrito en el béisbol profesional».
Luego de firmar contrato viajó hacia Estados Unidos iniciar una experiencia de la cual no tenía referencia en su vida. «Fue increíble ver ese complejo de entrenamiento, es una ciudad, siete terrenos de entrenamiento, 20 jaulas de bateo, no sé qué cantidad de entrenadores, una persona que está al tanto de tu alimentación, encargados del gimnasio, entrenadores exclusivamente para cuando llegas trabajar sobre los defectos, te enseñan muchísimo, es algo espectacular».
Fue asignado en la categoría de AA jugando para San Bernandino, sucursal de los Marineros de Seattle. Como bateador tuvo un promedio ofensivo de 240, 32 empujadas un total de 23 extrabases, mientras que como lanzador tuvo una sola actuación. «Me fue bien. A los cubanos no le piden números, cuando te ven con esas habilidades lo que quieren es que te adaptes rápido a jugar el béisbol de aquí de Estados Unidos, que es totalmente diferente a lo que hicimos en Cuba. El 90% de todas las cosas que se hacen en Cuba en mi área ya están obsoletas totalmente, aquí se vive en el gimnasio», subrayó.
Era otro béisbol más allá del rigor físico, mayor cantidad de juegos, otra preparación, la disciplina táctica se convirtió en un elemento fundamental. Entonces, nos comparte una anécdota donde «Me ponen de 2do de bate y el jugador que me antecede abre con doble. Ya había visto la mecánica de béisbol aquí en Estados Unidos y digo el pitcher viene a trabajarme pegado, a tirarme sinker para que no le mueva el corredor a tercera. Entonces doy cuadrangular por el jardín izquierdo y cuando voy pasando por tercera almohadilla el manager me gritaba. Al llegar al banco los compañeros estaban muertos de la risa y me dicen: “Cuba él no te está felicitando, te está diciendo que la multa es de 200 dólares por dar cuadrangular” y yo asombrado: ¿Pero cómo? Finalmente supe que él no quería que diera cuadrangular en el primer inning sino que moviera al corredor a la antesala.
Su firma llegó con 25 años, pero siente que a su generación le faltó un referente que le abriera los caminos a las Grandes Ligas, que aumentara ese interés sobre los jugadores cubanos. «Todos estos peloteros de hoy en día que han adquirido esos grandes contratos tienen que darle gracias a ese señor pelotero que se llama Yoennis Céspedes. Él fue quien le abrió las puertas en Estados Unidos, demostró que un isleño puede llegar y dar palo, en el caso de nosotros el pelotero que nos iba abrir las puertas aquí, lastimosamente no pudo jugar Grandes Ligas se llama Andy Morales, no tuvimos un exponente delante de nosotros, que hiciera respetar a los peloteros cubanos, nos tocó bailar con las más fea, pero felicidades por los que hoy están».
Luego de su segundo año con los Marineros es inscrito en el roster de 40. Parecía más cerca que nunca su llegada al béisbol de las Grandes Ligas, sería el hombre que sustituyera a Ken Griffey Jr. en el jardín central pero los sueños se volverían a esfumar por problemas en su contrato que enterraron la posibilidad probarse en el Big Show.
«Yo quería que se renovara mi contrato porque pensé que había firmado solo por un año, entonces me habían dado cuatro años cosa que no vi. Y en eso se tienen que fijar bien todos los peloteros que vienen de Cuba, porque hay mucha trampa y si te pueden dejar sin nada te lo quitan. Quería que renovaran mi contrato y no quisieron porque realmente por ley no se podía, pedí me cambiaran de organización y me dijeron que no», nos cuenta.
Tras esos sucesos pasó a jugar béisbol en México. Primero en Mazatlán y luego en la Liga Norte de ese país con los Rojos de Caborca. La incorporación tardía a los entrenamientos lo privó de integrar los Naranjeros de Hermosillo.
Precisamente con los Rojos inició su camino como entrenador, en el cual ha quedado atrapado y donde le han sido retribuidos todos esos sueños que como jugador el béisbol lo pudo conseguir. Posteriormente en Guatemala prosiguió este camino. «Le fui tomando cariño al trabajo, y es lindo cuando un niño llega de cero y al pasar cuatro o cinco meses ya puede batear, fildear, se acerca a ti y te da las gracias por lo que le has enseñado, por dedicarle tiempo. Fui adquiriendo experiencias en todo lo que tiene que ver con los niños. Hay que tener mucha dedicación».
Allí fue parte de la preparación de Yoan Moncada así que el éxito del antillano lleva su huella. «Hicimos tremendo trabajo, eso fue un show nunca se había visto en un país centroamericano con la llegada de 85 scouts de la MLB. Fue increíble, nos llevamos todo el crédito, el muchacho lo hizo espectacularmente y entonces me empecé a dar a conocer como entrenador», comenta orgulloso.
Y a su retorno a Estados Unidos comienza a trabajar junto a Yobal Dueñas en una academia de béisbol mientras esperaba la documentación para jugar en Japón. Los papeles tardaron y Alexei no se ha vuelto a detener en enseñar béisbol.
«Aquí he entrenado a jugadores desde Clase A hasta Grandes Ligas de los New York Yankees el caso del venezolano Alexander Palma. Este año tuvo una preparación intensa conmigo porque tenía un pequeño problema: le molestaba la bola pegada, trabajamos de manera intensiva con ese picheo. A raíz de eso muchos compañeros de él, venezolanos, firmados con los New York Yankees vieron los videos, la forma mía de trabajar y ahora mismo los tengo aquí a todos, algunos siguen entrenando por la organización y otros cuando están en su casa vienen conmigo, para mantenerse en forma».
Alexei se declaró orgulloso «al saber que jugadores de ese nivel, me llaman por teléfono y me piden venir a trabajar conmigo para hacer algunos ajustes. Eso es algo que me recuerda a mí en Cuba que lastimosamente no tuvimos la oportunidad de tener todas esas pelotas que tenemos aquí».
Aunque verse como entrenador nunca fue su sueño; hoy, transmitir experiencias a niños desde seis años hasta jugadores consolidados, es su mayor motivación.
No deja de pensar en Cuba, donde la metodología de trabajo es obsoleta y es algo que le preocupa desde la distancia. Por eso cree muy esperanzador el documental que rodará en su academia el canal deportivo ESPN. «Ya que no tienen la posibilidad de esos cursos de superación quizás puedan adquirir experiencia para ver si volvemos a poner a Cuba donde debe estar, en un plano estelar en el béisbol, porque nos hemos quedado años luz en lo que es el béisbol moderno. Les deseo lo mejor a todos los jugadores en Cuba y recordarle que todos nacimos bien humildes pero ese deseo esa fuerza en el corazón que tenemos los cubanos no nos la puede quitar nadie por eso somos los que somos».
Para Alexei el béisbol sigue siendo una pasión que no acaba, lo sigue moviendo con fuerza el mismo sentimiento que lo llevaba a caminar cinco kilómetros desde su casa al terreno para jugar la pelota, o ser feliz teniendo como bate la escoba que le rompía a su mamá. Puede que en el camino hayan desaparecido muchos de sus sueños, pero hoy ha hecho realidad los sueños de otros.