Por Enrique Rey
Soy del criterio que la amistad no tiene fronteras ni obstáculos cuando la sinceridad es uno de sus componentes esenciales. Por eso cuando se defiende a capa y espada como hizo Rey Vicente Anglada sin importar las consecuencias futuras, recibe todo mi respeto y admiración.
El mítico ex segunda base y manager habanero tuvo muchos amigos “complicados” desde el punto de vista ideológico o político en su etapa de esplendor como pelotero. Tal es el caso de Bárbaro Garbey, en un momento mucho más prejuicioso dentro de Cuba, donde la emigración se veía de un modo muy distinto.
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En otras ocasiones Anglada ha hablado sobre su relación con Garbey y lo acontecido después de su salida de Cuba, pero Swing Completo quiso abordar otras ramas de aquel árbol que por desgracia le generó varios tragos amargos al memorable número 36 de los equipos de la capital cubana.
«Fue una relación bien bonita que tuvimos, la cual comenzó entre dos muchachos desde que teníamos doce años y que se hicieron hombres compartiendo muchísimos momentos dentro y fuera del terreno de juego. Desgraciadamente la vida nos separó de una forma brusca que ninguno había pensado antes que podía pasar».
Rey continuó hablando precisamente sobre la última vez que se vieron antes de la salida de Cuba de Garbey. «A él lo habían suspendido del béisbol por acusación de venta de juegos y hacía un tiempo que no nos veíamos. Yo voy un día en bicicleta por el boulevard de San Rafael y me lo tropiezo. Entonces me cuenta sus intenciones de irse del país y yo por lo único que le pregunté fue por las dos niñas que tenía aquí en Cuba. Su respuesta fue que lo único que sabía era jugar pelota y ya aquí no podía hacerlo más. Le deseé la mejor suerte que se le puede desear a un amigo».
Después de haberse convertido en uno de los mejores jardineros de Cuba hasta llegar a la selección nacional, Garbey fue sancionado en 1978 por presunta relación con apuestas de juego. En 1980 decidió salir por el puerto del Mariel en la famosa ola migratoria aprobada por los gobiernos cubano y norteamericano, y cuatro años después hizo su debut en las Grandes Ligas. Aquello fue sumamente trascendental, pues además de convertirse en el primer pelotero salido de las Series Nacionales que jugó en ese béisbol, tuvo la dicha de estar con los Tigres de Detroit que llegaron y ganaron aquella Serie Mundial de 1984, su último título absoluto hasta la actualidad.
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«A pesar de las restricciones que había para saber lo que pasaba en las Grandes Ligas uno siempre se enteraba de las cosas importantes. De una forma u otra había acceso a lo que nos interesaba y ya después cuando empezó a jugar en la Liga de México me fue más fácil saber de sus resultados», comenta Anglada.
En el año 2013 se produjo en Estados Unidos el reencuentro de Anglada con su viejo amigo, un momento que recuerda con mucha emoción. «Imagínate, fueron treinta y pico de años sin vernos, después de haber hecho una vida deportiva juntos desde que estábamos en la EIDE, la ESPA, luego en la Industria Pesquera dentro de la Serie Provincial, Industriales en la Nacional y finalmente en el equipo Cuba. Fueron muchos los sentimientos que se mezclaron cuando nos vimos en Disney World, con una emoción grandísima que representó sin dudas uno de los mejores momentos de aquel evento por los 50 años de Industriales celebrado ese 2013 en Estados Unidos».
Después de su salida de Cuba en 1980 Garbey no había vuelto a su país de origen, sueño que logró tiempo después del reencuentro en Florida con Anglada. «Tan pronto le dieron su pasaporte me mandó a decir que venía y en la semana que daban descanso en Venezuela donde estaba trabajando fue que aprovechó para viajar a Cuba. Él quería que yo lo llevara al estadio Latinoamericano no solo para volver a pisar el lugar donde se dio a conocer como pelotero, sino para presentar un proyecto de intercambio de pelotero a la Comisión Nacional. Él estaba un poco dudoso que si no lo iban a dejar entrar y yo siempre le di tranquilidad en ese sentido, que no iba a pasar nada. Finalmente fuimos con su hermano y todo transcurrió en total normalidad».
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El tres veces campeón nacional como manager reafirmó que Garbey seguía siendo uno de sus amigos más entrañables por todo lo que los unió en un pasado inolvidable.
Con relación a la incidencia de esa amistad en los problemas que comenzó a tener Anglada dentro de la pelota cubana a partir de la partida de Garbey en 1980 volvió a manifestar que ese vínculo con el exjugador de Grandes Ligas sí tuvo relación con parte de las dificultades que afrontó, entre ellas su inexplicable separación del equipo Cuba desde el Mundial de 1980.
«En aquel momento, año 1980, el tener relaciones con alguien que se iba era complicado. Y no solo estaba Barbarito, sino que yo tenía amistad con otros que emigraron por el Mariel como fueron “Bombón” Salazar, Maquindo o Eduardo Cajuso. Alguien pensó entonces que si yo era amigo de todos ellos pues iba a tomar el mismo camino, pero se equivocaron de medio a medio porque mira en qué año estamos, en el 2020, y en Cuba estoy y aquí mismo voy a seguir».
Anglada no solo fue excluido después de 1980 de la selección nacional por cuestiones más políticas que deportivas, sino que en 1982 fue involucrado en apuestas y venta de juegos que lo llevó a prisión por casi tres años con apenas 29 de edad. Dos décadas después fue reinsertado al béisbol como manager de Industriales donde consiguió un resultado tan sobresaliente que lo situó entre los más importantes en esa función de la época contemporánea y en la historia del equipo más laureado de la pelota cubana.