Por Pablo Pichardo
Cuando el equipo de Republica Dominicana marcó nueve carreras en la parte baja de la décima entrada para dejar al campo a la escuadra cubana en la discusión del quinto puesto del béisbol panamericano, fuimos testigos de uno de los espectáculos más deprimentes que jamás hayamos visto.
Cinco lanzadores cubanos se treparon al montículo en ese episodio extra en busca del último out del partido con ocho carreras de ventaja y no pudieron apagar el fuego que acabó de incinerar por completo las débiles estructuras que aun sostenían ese deporte en la isla, en un final ridículo e incomprensible para algunos.
Los aficionados saben que el terreno cobra, pide lo que es suyo, es implacable y sentencia tarde o temprano. Por cada imparable que los quisqueyanos daban en ese episodio o por cada base que alcanzaban, el destino iba dando explicaciones y poniendo sobre la mesa en grandes plegables las causas de este desastre:
El primer hit de la entrada fue un castigo por que la Federación Cubana de Béisbol ha mantenido desatendidas las categorías infantiles en todos los niveles, por permitir que los padres corran con todos los gastos y los hijos de familias pobres no puedan jugar béisbol.
-El siguiente imparable que explotó a Raidel Martínez por no tener academias especializadas en todas las provincias.
-La Base por bolas que regaló el relevista Pedro Álvarez por culpa de la mala calidad y la desaparición de terrenos para practicar la disciplina en todos los rincones del país.
-El Pelotazo que lo sacó del box fue producto del mimetismo de los directivos por no salir a buscar los talentos a las escuelas o a lugares intrincados.
-El Doblete limpiador de bases por no cuidar a las jóvenes figuras ni tomar medidas para evitar las fugas hacia otras latitudes.
– La otra base por bolas que regaló Fran Luis Medina fue gracias a no tener técnicos capacitados en Cuba acorde a las nuevas filosofías del béisbol
-El incogible que vino después fue en honor a la incapacidad que tiene la Comisión Nacional de generar recursos y no distribuir con equidad los que tienen.
-El cañonazo que permitió Wilson Paredes y que empató el partido fue por no estudiar jamás a los contrarios ni darle importancia a los factores psicológicos en el deporte.
-El Sencillo que decide el choque frente al zurdo Yudiel Rodriguez, por tener directivos politizados e ineptos moviendo los hilos del deporte nacional.
Anglada, el manager cubano, puede haber hecho mal el trabajo, pero el fracaso de este torneo y los otros de años recientes no son huerfanos, tienen otros padres.
Al final, no se asombren, pasó lo que tenía que pasar. Federación, INDER y gobierno cubano han perdido este y muchos otros eventos.
Esperemos las consecuencias.