Por Aylet Morales
A pesar de solo contar con poco más de un cuarto de siglo Antonio Baró Flores es de esos peloteros cubanos que ha intentado casi todo para alcanzar el éxito en su carrera deportiva. Él es uno de los tantos jóvenes que salieron de la isla con el objetivo de lograr mejoras, tanto económicas como deportivas.
El 2015 fue el año indicado para salir a probar suerte, tomó la decisión de viajar a República Dominicana para obtener un contrato y llegar hasta las Grandes Ligas de Béisbol (MLB, por sus siglas en inglés), pero abandonó Cuba sin pensar las dificultades que pasaría antes de lograrlo. El camino fue complicado, cruzar la frontera Haití – Dominicana y quedar retenido cuatro días por el departamento de emigración de ese país fue de las primeras experiencias que vivió.
Llegar a ese país, según relata, resultó ser otra escuela que sirvió para poner al límite sus capacidades. “No significa pensar solamente en función del béisbol porque antes hay que encontrar una persona que esté dispuesta a asumir tu preparación de cara a conseguir un contrato en la Gran Carpa. Es un negocio, y si no hallas al indicado, con los contactos precisos ves como tu mayor anhelo se aleja”.
Afortunadamente su familia, sobre todo su padre quien es su mayor sostén, siempre le apoyan y se percataron de que su circunstancia no era la mejor. Su papá le visitó en tres ocasiones para comprobar cómo era su situación y cuan certera era la posibilidad de llegar a la MLB. Él le convenció de regresar a Cuba e intentar superar sus resultados dentro de la Serie Nacional utilizando las habilidades y conocimientos que adquirió durante ese periodo.
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“Retorné para la temporada 56 cuando Javier Méndez estaba al mando de los Leones, y en ese momento la dirección del béisbol no tenía claro cómo proceder con quienes habíamos vuelto de estar una temporada fuera del país. Pero el manager decidió arriesgarse y me designó como lanzador del primer juego y esa vez propiné 15 ceros consecutivos”, afirma Baró.
En esa temporada le dieron la oportunidad de pitchear en cinco juegos, en condición de abridor, de ellos salió victorioso en dos y fracasó en una ocasión. Registró un promedio de carreras limpias de 3.04 en un total de 80 entradas sobre el montículo y además, propinó 17 ponches y nueve bases por bolas.
“Para la 58 volví al elenco de la capital, aunque aproximadamente en la subserie número siete tuve mi última actuación en esa temporada. Sin ninguna razón el entrenador de pitcheo, José Elosegui, me bajó de la lomita contra Pinar del Río en el quinto inning de un partido que estaba empatado a cero y solo me habían dado un tubey. Nunca comprendí cuáles fueron las causas, pero para mí se terminó la contienda ese día”, explica el oriundo del municipio Playa.
En ese corto período permitió 23 imparables frente a 77 bateadores enfrentados sin embargo, no consiguió ningún triunfo para los azules capitalinos. Acerca de lo sucedido continuó relatando: “cuando ya pasábamos del partido número 60 me exigieron que saliera a calentar como es costumbre en la quinta entrada, pero yo ese día estaba un poco resfriado y decidí no hacerlo, si de todos modos no me iban a poner a lanzar”.
Eso condujo a un consejo disciplinario que concluyó con la dirección pidiéndole entregar la camiseta debido a su bajo rendimiento, resultados según expresa no tenía culpa debido a que no le ponían a lanzar. Luego de otro análisis más formal se reafirmó la medida, antes dejando esclarecido que estaba con toda la disposición de volver, aunque para él fue evidente que la dirección no le quería dentro del equipo.
Al año siguiente se mantuvo el mismo cuerpo técnico y tomó la alternativa de pedir la liberación hasta que hubiese un cambio de autoridad. “Opté por irme a jugar a la Isla de la Juventud para la temporada 60, allí estuve durante el tiempo de preparación y me acogieron de maravilla. El impedimento comenzó a ser la transportación marítima hacia La Habana, porque yo viajaba los fines de semana para ver a mi hijo y ayudar a mi padre en los negocios, por lo cual me convencí de no jugar ese año y esperar por una nueva oportunidad en los Industriales”.
Me preparé para participar en la Serie Provincial con mi equipo de Marianao sin embargo, una vez más me encontré con una traba en mi carrera. Me exigían una carta de liberación por parte de la dirección del béisbol en la Isla, carta que no tenía debido a que nunca fui miembro oficial de ese equipo y nuevamente decidí volver a alejarme de los terrenos de pelota por un año.
Su incorporación para la Serie 61 era la idea pero, con la situación de la covid-19 eliminó la realización de la certamen provincial, hecho por el cual se entrevistó con Guillermo Carmona. Él le confirmó que su caso iba a ser analizado por una comisión y determinaron que el equipo no necesitaba más personal para el área de pitcheo, por tanto no era de interés para ellos. Cuando todo conocedor de béisbol en la actualidad sabe que esa es la posición que más falta le hace a la capital.
Como consecuencia de esa situación hizo algunas reclamaciones para que al menos se le realizaran las pruebas necesarias que les permitiera conocer su condición física, pero cuando se dispusieron tratar mi asunto yo tenía otro objetivo en la mira.
La dirección del equipo de Mayabeque tuvo un acercamiento al habanero, valoraron de injusta su situación y le aceptaron dentro de sus filas. Lo cual significa que un vez más un capitalino salió de su provincia en busca de oportunidades y vestirá una camiseta diferente al azul de los Leones para la venidera serie.