Ariel Prieto: “Yo tuve el honor de compartir clubhouse con McGwire, Canseco y Rickey Henderson”

Cierto día, la noticia de que Ariel Prieto había marcado 161 kilómetros por hora en los velocímetros de la Serie Nacional de Béisbol le dio la vuelta a Cuba. De la noche a la mañana, el capitalino devenido pinero se había convertido en el lanzador más veloz de aquel oeste.

Pasó el tiempo, el muchacho fue objeto de alguna que otra injusticia, y de pronto se supo que había emigrado con rumbo a los Estados Unidos. Más tarde, a la altura de 1995, los cubanos mejor informados se enteraron de que Ariel Prieto estaba en Grandes Ligas. Específicamente en las filas de Oakland Athletics.

“En ese equipo tuve el honor de compartir clubhouse con personajes como Mark McGwire, José Canseco, Rickey Henderson y Dennis Eckersley”, me contó en entrevista para Cubanet. “Todos esos tipos son leyendas. Peloteros super élite. Ellos me ayudaron mucho principalmente con el idioma, porque al llegar yo no hablaba nada de inglés”.

A criterio de Ariel Prieto, los batazos que daban McGwire y Canseco “eran increíbles”, al tiempo que a Eckersley lo definió como “un caballo en el montíc*lo”. En cuanto al recién fallecido Henderson, el derecho recordó que “había que ver la facilidad que tenía para sacar la base por bolas y robarse la base”.

Ariel Prieto jugó con José Canseco

Comandada por Tony La Russa, la escuadra de Oakland contaba además con otros elementos estelares como Dave Stewart, Ron Darling, Jason Giambi y Rubén Sierra.

Ariel Prieto se mantuvo pese a las lesiones

Lastimosamente, Ariel Prieto no se pudo hacer justicia a ese nivel, en buena medida debido a una sucesión de lesiones que le impidieron rendir a plenitud.

“Yo tenía condiciones para lucir bien en la MLB”, me comentó. “Pero tuve muchos problemas físicos. Por ejemplo, viví una crisis grande con el hombro: al principio creí que sería una tendinitis u otra bobería y por el camino aquello se fue agravando debido a una conjugación de factores. La sufrí en mi primer año, posteriormente me operé, y cuando me recuperaba se me lesionó el codo y tuve que someterme a la Tommy John”.

De una u otra manera, Ariel Prieto consiguió lidiar con esas limitantes para permanecer durante seis campañas en el mejor béisbol del mundo. Una vez concluida su etapa en activo, alguien vio en él aptitudes para ser entrenador, y fue entonces que inició una aventura de más de una década preparando lanzadores, la mayoría de ellos en las Grandes Ligas.

Ariel Prieto con uniforme de Arizona Diamondbacks

Sin embargo, ese historial nunca le permitió olvidarse de sus orígenes en el campeonato cubano.

El béisbol de Grandes Ligas es formidable, único, y allí estás peleando para llegar y ganarte tu dinero. Pero yo disfruté al ciento por ciento la pelota que jugué en Cuba. Así que puedo asegurar que jugar en Cuba fue un sueño, y luego entrar a la MLB, también”.

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