ASÍ NO se despide a un grande, TERMINÓ Frederich Cepeda en el Equipo Cuba

Por Boris Luis Cabrera Son cerca de la una de la madrugada. El equipo Cuba está de regreso después de su incursión en la Liga-Cam y de topar con los colegiales norteamericanos. En apenas unos días la mayoría de ellos volverá a viajar a Nicaragua para enfrentar a una selección de ese país, cerrando así […]

Por Boris Luis Cabrera

Son cerca de la una de la madrugada. El equipo Cuba está de regreso después de su incursión en la Liga-Cam y de topar con los colegiales norteamericanos. En apenas unos días la mayoría de ellos volverá a viajar a Nicaragua para enfrentar a una selección de ese país, cerrando así la larga preparación previa a los Juegos Panamericanos de Lima, principal objetivo de los nacionales.

Frederich Cepeda espera por su equipaje en un salón del aeropuerto internacional José Martí, ansioso por reunirse con su familia, mientras comparte experiencias con algunos de sus compañeros de equipo.

Alguien se acerca por detrás y le toca la espalda: “Ya terminaste, puedes irte”-Le dice a secas.

Así de simple, uno de los mejores peloteros de los últimos años en Cuba, termina su carrera con la selección nacional. Así, sin más rodeos, estrujado y tirado en una esquina como trapo sucio, despiden a uno de los íconos del béisbol, al hombre que ha rendido más que nadie en los cuatro clásicos beisboleros, al que siempre cumplió sacudiendo bambinazos en olimpiadas y copas mundiales, al mismo que como un hércules criollo haló el carro antillano casi solo para que se coronara en una Serie del Caribe.

Ya no sirve, apesta como una carne putrefacta y se convierte de pronto en un héroe desechable, como tantos otros.

No quiero hablar de rendimientos, no me interesan ahora fríos numeritos en medio de etapas de preparación, ni siquiera es mi intención polemizar si merece un puesto en la escuadra para la cita regional.

Se trata de respeto, ese único alimento que mantiene vivo a las glorias deportivas. Hablo de vergüenza y dignidad, de ética y admiración, de estima y culto.

¿Cómo se despide a un grande?

¿De qué manera se prescinde de los servicios de un símbolo, de alguien que ha dedicado 21 años de su vida a darle gloria y honor a un país entero?

La verdad, no lo sé. Pero sin dudas no es de madrugada y en un oscuro pasillo.

El nombre de Frederich Cepeda no estará ya en los planes de la Comisión Nacional de Béisbol para futuras contiendas internacionales, sin embargo, ha asegurado que seguirá vistiendo la camisa de los gallos y defendiendo los colores de su provincia natal mientras se sienta útil para hacerlo y eso nos arranca un aplauso, lo perpetúa en el altar de los imprescindibles, y lo mantendrá siempre en el equipo de todos nosotros. Nos vemos en el estadio.