Por Jesús Pérez Vichot (Chuchi)
El 5 de junio de 1999 el cubano Orlando «El Duke» Hernández realizó una de las jugadas defensivas más recordadas, realizada por un lanzador en la historia de las Grandes Ligas.
Ante una asistencia de 55,935 aficionados en el Yankee Stadium II el conjunto local recibió a los Mets, el otro equipo neoyorquino pero perteneciente a la Liga Nacional.
Orlando Hernández fue el pitcher abridor por los Yankees y a la postre el ganador del encuentro, que finalizó 6×3. El cubano defendió a capa y espada su victoria número seis de la campaña. No solo lanzando con efectividad hacia el home plate, también lo hizo con habilidad e inteligencia a la defensa.
Resulta que mientras se jugaba la parte alta de la segunda entrada, el Duke había permitido la primera carrera del choque por hit y doble consecutivos de Bobby Bonilla y Robin Ventura respectivamente, más un rodado remolcador de Brian McRae.
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Entonces, era el turno de su compatriota Rey Ordóñez. El campocorto y octavo bate en la alineación del equipo visitante se encontraba en conteo de un strike sin bolas y golpeó el próximo envío (rompimiento a 76 mph), sacando un rodado hacia la derecha de el Duke que este pudo capturar con mano enguantada.
Al principio parecía una jugada de rutina, pero de eso nada, la esférica quedó atascada en el guante del diestro cubano y este al percatarse del infortunio se las ingenió magistralmente, apelando a su inteligencia e inmediata reacción.
El Duke se acercó unos pasos a la inicial y al ver que no tenía tiempo de retirar al bateador corredor por sí mismo se apresuró y lanzó el guante con la pelota incrustada hacia el primera base Tino Martínez.
De esa forma caía el segundo out del inning y Ventura quedaba anclado en la antesala. Aunque finalmente anotó la segunda carrera del episodio por un toque de bola de Roger Cedeño por el campocorto que se convirtió en hit.
En seis capítulos completos el Duke toleró ocho imparables, tres carreras (limpias), regaló tres boletos y abanicó a cuatro rivales. Lo más destacado del choque fue sin dudas l memorable jugada del lanzador de los Yankees.