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Considerado uno de los bases más exitosos del baloncesto cubano, el avileño Michael Guerra no pudo librarse durante su etapa en activo de las miserias humanas que han marcado la historia del movimiento deportivo nacional.
“El peor momento de mi carrera fue cuando salí del Equipo Cuba con 29 años”, le dijo a ‘Swing Completo’. “Me decepcionaron de una manera increíble, hasta el punto de que no quería jugar más. Como hombre me gusta que me digan la verdad, puedo lidiar con ella, pero cuando te mienten y usan argumentos para justificar lo que hicieron mal, eso es terrible”.
De acuerdo con el testimonio de Michael Guerra, la selección nacional había clasificado para el Premundial de 2009 y se encontraba entrenando en la Ciudad Deportiva cuando el técnico Daniel Scott lo llamó aparte “para decirle que la Seguridad del Estado consideraba que yo era posible emigrante”.
Michael Guerra, un «posible emigrante»
El jugador no daba crédito a lo que escuchaba, toda vez que llevaba varios años viajando al exterior con el Equipo Cuba. Pero el entrenador “me lo juró por su familia, así que me fui para mi habitación, llamé a mis padres y les conté lo que pasaba”.
Por suerte para Michael Guerra, su padrastro tenía una serie de contactos que enseguida activó para averiguar los detalles de lo que sucedía, y resultó que “nunca se había dado ninguna declaración en mi contra, de modo que pedí una reunión donde Scott declaró que él nunca me había dicho aquello, que simplemente se quería probar a otros jugadores en el equipo”.
De súbito, la motivación que había en Michael Guerra para seguir en el baloncesto cubano se vino abajo. Así, después de la liga de 2010 el desaliento lo condujo a retirarse con un profundo sentimiento de que había sido traicionado por los dirigentes del deporte en el país.
Entonces se hizo entrenador, ganó un campeonato, pero dentro de él bullía el ‘bichito’ del regreso y nuevamente hizo acto de presencia en las canchas. No obstante, ello duró poco, porque en 2014 tomó el camino de la emigración.
Según explicó Michael Guerra, a esas alturas su modo de pensar chocaba frontalmente con el de quienes llevaban las riendas del baloncesto cubano, y para colmo su esposa estaba embarazada y él necesitaba un salario fijo para mantener a la familia. Así que partió rumbo a Ecuador.
La nueva vida de Michael Guerra
Desde entonces, el hombre que había sido pieza clave en los triunfos de Centrales y los “Búfalos” avileños comenzó a abrirse camino como jefe de seguridad en una discoteca, para después entrar a un colegio privado en funciones de entrenador de baloncesto.
De ese paso jamás va a arrepentirse Michael Guerra. Total, en Cuba ya no tenía espacio después de que lo apartaran de la escuadra nacional en el apogeo de su rendimiento deportivo.
“Con el Equipo Cuba tuve varios torneos -señaló-, pero siempre recuerdo uno en Puerto Rico donde, luego de jugar contra República Dominicana, el entrenador de ellos (un estadounidense) me dijo que yo era NBA. Ese elogio me ayudó a seguir adelante”.
Antes de cerrar su diálogo con este sitio web, el otrora estelar jugador avileño sentenció: “En el sistema deportivo cubano ponen la carrera y el prestigio de los atletas en manos de gente que no está apta para gestionar eso”.
Michel Contreras González
Periodista deportivo con treinta años de carrera. Graduado de Comunicación Social en la Universidad de La Habana, ejerció el periodismo en medios como Juventud Rebelde, Bohemia y Cubadebate antes de adherirse a la llamada prensa independiente, para la cual ha sido colaborador de la página deportiva en Oncuba, Cibercuba y Cubanet. Artículos suyos han aparecido en varias publicaciones extranjeras de habla hispana. Obtuvo numerosos premios en concursos de carácter provincial y nacional. Tiene publicados los volúmenes “Dioses Paralelos” (Ediciones Loynaz) y “Vuelos de Gavilán” (Unos y Otros Ediciones). Apegado fundamentalmente a la crónica, el comentario y la entrevista, la mayoría de sus textos versan sobre béisbol, fútbol y ajedrez, sin desdeñar el boxeo y el atletismo.