No hubo sorpresa: el primer tiempo del partido de vuelta entre Barcelona y Benfica (3×1) fue suficiente para que el conjunto blaugrana aterrizara en cuartos de final de Champions League de la mano de dos goles de Raphinha y una exhibición de clase de Lamine Yamal.
Las apuest*s daban favorito al Barcelona (que venía de ganar a domicilio y en inferioridad numérica) pero de todos modos el billete a los cuartos de final de Champions no podía sacarse en cálculos de mesa, sino sobre el pasto de Montjuic.
Y sí, al minuto 12 dio la sensación de que efectivamente el choque sería cosa de coser y cantar para los catalanes, los cuales marcaron tras un jugadón de Lamine donde sentó a par de rivales con un recorte hacia afuera y colocó el balón en el segundo poste para el cierre sutil de Raphinha.
No obstante, el Benfica no se amilanó. Tenía que ver puerta para mantener vivas sus opciones en la eliminatoria, y lo logró apenas tres minutos después de la diana adversaria por mediación de un despiste en la marca de Ronald Araújo y un cabezazo de su capitán Nicolás Otamendi.
Lo que pasa es que este Barcelona, aunque exhibe lagunas defensivas, es letal cuando se proyecta en ataque. Robert Lewandowski pudo poner delante al equipo y desaprovechó su chance, lo mismo sucedió con Dani Olmo, pero Lamine (ese prodigio) lanzó un disparo de interior que recaló en el palo largo de la meta lusitana.
Era el minuto 27, y el bando azulgrana comenzaba a soltarse sobre el campo en su particular partido de homenaje al prematuramente fallecido médico Carles Miñarro.
Tras el golazo de la estrella culé, MisterChip apuntó: “Los dos goleadores más jóvenes en partidos de eliminación directa de Champions son del Barcelona: Bojan le marcó al Schalke en 2008 con 17 años y 217 días. Lamine le acaba de marcar al Benfica en 2025 con 17 años y 241 días”.
Raphina selló pase del Barcelona antes del descanso
Al borde del pitazo del descanso, el Barcelona dictó sentencia. Alejandro Balde escamoteó un balón en cancha propia y se vació en una dilatada conducción que terminó con un pase al costado para la llegada de Raphinha, quien se confirmó como la bestia negra de los portugueses (les marcó a razón de 2-1-2 en sus tres enfrentamientos de esta Champions) y llegó al liderato de goles con un total de 11.
A menos que se produjera un milagro, el avance del equipo local estaba asegurado. El contrario iba tres goles detrás en el global, de modo que para redondear la faena bastaría controlar los tiempos del partido ante un plantel que no destaca precisamente por su capacidad para la recuperación.
Liberado de presiones, el equipo se entregó a regalar pasajes de fútbol champagne, la tribuna lo agradeció con cánticos y aplausos, y a falta de 20 minutos comenzó la procesión de cambios para oxigenar al grupo. El marcador no se movió, y los jugadores de casa consumaron su tributo al doctor Miñarro.
La eliminatoria entre las dos principales escuadras capitalinas, Atlético y Real Madrid, se decidirá mañana miércoles en el Estadio Metropolitano. En la ida los merengues se impusieron 2×1 con gol decisivo de Brahim Díaz.
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