IMPRESIONANTE: ROMPIÓ una pizarra y casi se monta el Latino con jonrón (+VIDEO)

Por Yasel Porto  No han sido muchos los bateadores que han logrado tales hazañas en nuestras Series Nacionales: romper la pizarra con jonrón y casi se montarse el Latino con un batazo de vuelta completa; y posiblemente a quien me refiero hoy, sea el único caso que haya cumplido estas dos condiciones bien peculiares. No creo que exista alguien […]

Por Yasel Porto 

No han sido muchos los bateadores que han logrado tales hazañas en nuestras Series Nacionales: romper la pizarra con jonrón y casi se montarse el Latino con un batazo de vuelta completa; y posiblemente a quien me refiero hoy, sea el único caso que haya cumplido estas dos condiciones bien peculiares.

No creo que exista alguien que ponga en tela de juicio la calidad como slugger de Romelio Martínez, un exjardinero natural de Bejucal dueño todavía de la mejor frecuencia de jonrones dentro de las Series Nacionales.

El ya fallecido bateador de los equipos Habana y Agropecuarios en los años 80 y 90 aún figura entre los mayores acumuladores de jonrones en nuestros clásicos (371), dos de los cuales se relacionan con el titular de este escrito. 

El primero de estos batazos especiales se produjo en la Serie Selectiva de 1989 frente a Pablo Miguel Abreu (Ciudad Habana) en el estadio Latinoamericano. Romelio sacudió una recta poderosa del zurdo capitalino y puso a viajar la pelota por el jardín izquierdo tan lejos que nada faltó para que se volara de aire el mayor sistema de gradas que existe todavía hoy en Cuba. 

IMPRESIONANTE: ROMPIÓ una pizarra y casi se monta el Latino con jonrón (+VIDEO)

Lo más ponderable de la conexión es que no fue totalmente cargada hacia la banda izquierda, por lo que la distancia de ese “toletazo” debe haberse aproximado o hasta superado ligeramente los 500 pies desde el home plate

Ese todavía califica como uno de los jonrones más descomunales en el conocido “Coloso del Cerro”, listado en el que también hay que incluir los nombres del habanero Jorge Salfrán (1990), los pinareños Omar Linares (1995) y Yobal Dueñas (2002), además del villaclareño Oscar Machado (1996) y un bateador de Taiwán en la Copa Intercontinental de 1987.  

Sería injusto olvidarnos del sonriente inicialista matancero Julio Germán Fernández, capaz de sacarla completamente de ese estadio, aunque en una prueba de habilidades de un Juego de Estrellas.  

Un año antes del jonronazo referido en un inicio dentro de la instalación capitalina se produjo la otra conexión especial a la que hago referencia en el titular. 

Fue en un juego de la Serie Selectiva de 1988 en el estadio Nelson Fernández de San José de las Lajas, cuando enfrentaba también a Agropecuarios con la escuadra de Ciudad Habana, en el que Romelio conectó un largo fly por el jardín central contra el zurdo Osvaldo Fernández que  provocó la pérdida de un pedazo de la estructura de la pizarra.  

Si bien no podemos asegurar con total seguridad que ésta ha sido la única ocasión que ha dejado una huella de este tipo dentro de la pelota cubana al más alto nivel, al menos por televisión no se ha encontrado una referencia similar. 

De igual manera y como dijimos al principio, lo que sí nadie le quita al estelar slugger es el hecho de haber combinado dos cuadrangulares con las características mencionadas, aunque sea algo que casi nunca se recuerda a la hora de valorar su grandeza como bateador. 

Paradójicamente no fue Romelio un pelotero que contó con un buen criterio de los técnicos a la hora de conformar la selección nacional. Su único evento internacional fueron los Juegos Panamericanos de La Habana 1991, ya que antes y después de eso sus limitaciones defensivas, su “obesidad” y el coincidir con no pocas figuras de alta calibre ofensivo fueron elementos que se esgrimieron año tras año hasta su retiro. Un retiro que se produjo en 1996 en plenitud de facultades, pero fue la época en la que muchos tomaron ese camino para poder jugar fuera de Cuba y mejorar su situación económica en medio del llamado “período especial”.  

A los tres años (temporada 1999-2000) decidió regresar, pero ya no era ni por asomo el mismo que se convirtió para siempre en unos de los toleteros imprescindibles de nuestras Series Nacionales y miembro del Salón de la Fama sentimental de los fanáticos cubanos.