Por Alexander García
En marzo de 2009, el segundo Clásico Mundial corría sus cortinas para deleite de millones de fanáticos en todo el orbe. Los ecos de la primera edición aún estaban frescos en la memoria y nadie pensaba que para entonces Japón podría repetir, llevando un equipo muy superior en ese torneo.
En marzo de 2009, comenzó el segundo Clásico Mundial y en Cuba todas las expectativas se volcaron hacia la selección nacional y la posibilidad de tener la revancha ante los nipones.
Para ese entonces, la escuadra criolla, comandada por Higinio Vélez lucía más fuerte , en apariencia, a la selección subcampeona de 2006… todos soñábamos, Yuliesky Gurriel, Yoenis Céspedes, Frederich Cepeda, Aroldis Champan, Norge Luis Vera, Ismel Jiménez, Yuniesky Maya, un novel Alfredo Despaigne… en fin, aquello era un trabuco con todsas sus letras.
Vera, Yosvani Peraza e Ismel Jiménez
La primera ronda de la competencia se jugó en México y ahí los cubanos debutaron ante Sudáfrica.
Con un Norge Luis Vera imponente, las opciones del equipo rival fueron anuladas por completo y la selección criolla manejo los hilos del juego a placer.
La gran disyuntiva llegó en el segundo pleito, pues Australia había vencido a los anfitriones y llegaban motivados al enfrentamiento.
Aroldis Chapman, el “arma secreta” del manager Higinio Vélez, se apareció tirando 101 millas para asombro de los presentes pero los australianos lograron solventar el temporal hasta provocar la salida del holguinero por lanzamientos y ponerse delante en el marcador.
El juego pintaba feo y cuando pocos lo esperaban, el emergente Yosvani Peraza despachó soberano jonrón de línea por el left field para dar la ventaja definitiva.
Del resto se encargó Ismel Jiménez quien con un gran relevo maniato a los canguros.
Ya en el último duelo, buscando definir los puestos 1 y 2, Cuba liquido fácil a México con jonrón de Cepeda para decidir.
De los caprichos de Higinio y la nueva estocada japonesa
En la segunda ronda, Cuba le tocaba enfrentar otra vez a los aztecas, así como a los dos equipos de Asia, Japón y Corea del Sur.
Como en la primera versión, cuando Higinio Vélez decidió abrir el juego final con Ormary Romero teniendo al menos 5 zurdos disponibles; en la edición de 2009, el hombre se antojó de Chapman y sus 100 millas, obviando que por la rotación le tocaba abrir a Vera- a mi entender el indicado en ese contexto- al final… ya saben…
Los nipones no creyeron en recta supersónica ni nada por el estilo y el castigador, Daisuke Matsusaka, volvió a tener en un puño a los cubanos.
Para el primer duelo decisivo de esa ronda, el astro Norge Luis Vera subió a la lomita ante México y a pesar de no lucir tan dominante, logro avanzar en el partido hasta el relevo de Pedro Luis Lazo.
Cuba avanzó al juego definitorio del Clásico Mundial otra vez contra los japoneses y en esa oportunidad no fue Matsusaka el hombre que maniató a los criollos, el otro as, Hisashi Iwakuma dominó a sus anchas e impidió la posible revancha.
Como olvidar el buen pitcheo de Yuniesky Maya hasta ese error de Céspedes… ¿cuán diferente hubiera sido todo?
Hasta aquí duro la experiencia cubana en este clásico, con un tremendo elenco los antillanos pujaron pero la determinación de los japoneses, a la postre campeones, fue decisiva y frenó otra vez las aspiraciones de los nuestros.
Fue una buena competencia y se disfrutó de lo lindo, la Isla entera vibró con el béisbol… es así, las glorias del ayer le dan forma a nuestro presente, lo vuelven diferente y nos hace creer otra vez.
Nos vemos a la vuelta.