Por Alexander García Milián
- Con esto no voy a descubrir el agua fría – me digo y al instante pienso en que es algo necesario. Poder hablar y conocer de primera mano acerca del papel que realizan los entrenadores cubanos en las categorías menores, es algo que va más allá y roza la ética….
La atmosfera es algo densa, mientras camino la siento así, densa, quizás por el calor que arrecia de un modo pesado todavía en septiembre; sigo caminando y me invade una leve calma que me hace sobrellevar el calor; veo a la gente corriendo, practicando fútbol; todo está lleno de gente , atestado diría pero solo escucho ecos, la gente sigue corriendo, jugando fútbol, haciendo ejercicios en el biosaludable; siempre me imagine allí, en la Ciudad Deportiva, imagine que la vida sería así y de pronto sentí tremendas ganas de darle veinte vueltas a la pista; sentí ganas pero el terreno atestado de hierba me colocó de nuevo en la tierra, primero debía trabajar.
A los minutos la atmosfera seguía densa, cargada y a esa hora, cerca de las 7 de la noche, en el pequeño terreno de béisbol al lado del Changa Mederos, quedaban pocas persona,-! Aquí es donde debías venir compadre!- me dijo un señor de mediana edad que supuse debía ser el padre de algún chiquillo;-! Sí, aquí mismo, desde las 5, entrenamos todos los días!-me respondió un negro alto y gordo que salía del banco al lado de tercera base; – Osvaldo- alegó, profesor Osvaldo, enfatizó al extenderme la mano.
*
– Es tarde ya- me digo y pienso que no tendré tiempo de hacer nada, camino con más prisa y al acercarme veo en las gradas situadas detrás de home a Rey Vicente Anglada conversando con los profesores del beisbolito en la Ciudad Deportiva; Industriales le había ganado dos juegos a Sanctis Spiritus y allí el profesor Osvaldo bromeaba con Anglada, como la cosa más normal del mundo. Habían pasado dos días desde mi primera visita y…
– Aquí nosotros trabajamos con todas las categorías, hasta el 15-16- alegó Abdel Quintana, ex torpedero de los Industriales, campeón nacional en 2003, 2004 y 2006 con la maquinaria azul que dirigió Anglada en su primera temporada.
Abdel había hecho una pausa para hablar conmigo, tomó un bate de mediano tamaño y continuó dando algunos rolling a los alumnos.
En ese momento el beisbolito Juan Ealo estaba inundado por la hierba, ningún directivo aducía respuesta sobre el tema, días después comenzaron a filtrarse fotos y videos subidos a las redes sociales por padres de los peloteritos, en televisión nacional, Pavel Otero disertó sobre el tema; a la jornada siguiente, como por arte de magia, empezó el chapeo.
Hoy a las semanas de estos sucesos, mucha hierba sigue apilada, aún sin recoger- si no es por los cocheros que se la llevan para sus caballos, esto estaría peor- me dice el profe Osvaldo.
Las caras de disgusto en los entrenadores es palpable, también muchos de los activistas e instructores- padres en su inmensa mayoría- muchos de ellos no entienden porque las cosas pasaron así.
- Le dije al director que era imposible trabajar en estas condiciones y el me respondió que no habían recursos para resolver el problema de la hierba,… ¿Entonces?… – suelta la pregunta al aire, me mira con una cara cargada de incertidumbre y me espeta,- lo que no hay es cara- ríe, también río; él, Javier, es instructor, uno de los padres que ayuda a los entrenadores allí en la Ciudad Deportiva.
A veces las cosas, todas, se disipan con la risa y es una sensación agradable; en ocasiones se respira cierto tedio, el hastío por ese ciclo monótono que se extiende y encoge todas las tarde, al menos cuatro horas, de lunes a viernes, incluso sábados y domingos; batear fly, dar rolling, ajustar posiciones con el bate, bolear; – son unos viciososos, a ellos les gusta esto, nacieron para esto- me dice, Roger, otro padre, refiriéndose a los entrenadores allí.
Todo es béisbol, todo sin excepción, bates, guantes, pelotas, trajes, unos más nuevos, otros viejos llenos de costuras; – no todo el mundo tiene para conseguirle las cosas a los hijos, las cosas tienes que buscarlas tú mismo, por tus medios- alega Roger y entonces cierta expresión de enojo lastra su ánimo; me mira, frunce el ceño, se ríe con ligera picardía y acota- no sé cómo pueden lucrar ellos… ¿Cómo?, ¿Con que?-
La pregunta se queda como flotando en el aire y regresan las sensaciones incomodas; días atrás, antes de hablar de las áreas llenas de hierba en la zona, Pavel Otero había alegado la existencia de una marcada corrupción en los entrenadores de base del béisbol, aludiendo respaldo total de la Industria Deportiva Cubana respecto al tema de los trajes;- es algo sin basamento alguno, aquí nadie garantiza nada, todo lo buscamos nosotros- refiere Duniel, otro padre que observa desde las gradas el entrenamiento de su niño.
**
Mientras camino hacia el Changa, la nostalgia me invade, lo veo imponente, en apariencia listo para jugar, pero la realidad me choca duro otra vez- en octubre estará listo, al menos pensamos eso- me dice el técnico del estadio en las afueras de la instalación.
En el instante que hablo con el encargado del mantenimiento del terreno, muchachos de la categoría juvenil comienzan a entrenar en la zona de los jardines del Changa; son como las 3 y 30 de la tarde y a esa hora empieza la faena para ellos y sus entrenadores- aquí no se para- me refiere el profe Armando, un experimentado entrenador con más de 40 años de trabajo en estas categorías- en muchos lugares no se trabaja con la constancia que esto lleva pero aquí es diferente, mira desde que hora se empieza- me acota.
- Aquí nunca he visto ningún directivo del INDER ni de la pelota, siempre son los mismos mordiendo duro bajo el sol- me dice Juan José, otro padre que también es instructor y me señala a los entrenadores.
- Lo más jodido es que ninguno viene a nada de esto y entonces cuando viene alguna delegación, alguien de afuera, en seguida son los primeros, las caras bonitas del asunto- me enfatiza refiriéndose a las autoridades.
El dilema es inmenso, Cuba obtiene bronce en el Mundial sub 12, hace unos días clasificó al torneo del robe de la categoría sub 15; los resultados son loables, la forma de lograrlos es muy cabrona, como diría otro de los entrevistados; los éxitos de estos entrenadores permanecen, las condiciones en que trabajan, las dinámicas a las que se someten son demasiado crudas para aceptarlas, no obstante ellos se resignan, el amor por la pelota va más allá de cualquier dificultad.
Por ahora, este es solo el comienzo, sobre el tema volveremos, es así, los hechos y sus protagonistas son los que hablan.
Nos vemos a la vuelta.