Por Boris Luis Cabrera
Faltan varias horas para que se lance la primera bola en el parque Latinoamericano y ya hay olor a pólvora en el aire. Mientras en las redes sociales han comenzado los bombardeos, en el terreno de juego hay silencio denso, los graderíos están aún vacíos y la tensa calma presagia una batalla a muerte.
Los Leones capitalinos llevan algunos días haciendo simulacros y cocinando estrategias, tratando de acoplar con éxito a los legionarios que han llegado de otras tierras para defender el color azul, mientras la exigente fanaticada se inquieta y cuenta con desespero los minutos que restan para el comienzo de uno de los choques más esperados de esta temporada.
Desde el oriente del país, llegó la tropa de Leñadores tuneros con sus hachas afiladas prestos a plantar la bandera de campeones nacionales en el medio del campo. Desafiantes, ya se pasean por la ciudad con hambre de conquista, deslumbrados quizás por los grandes espacios de la urbe capitalina, pero sin temblor en las piernas.
Hay morbo, la historia reciente ha dejado humeante el escenario donde ambos conjuntos se han enfrentado. No se olvidan estrategias controvertidas, arrogancias, ataques ocultos entre líneas, declaraciones de pasillo o pensamientos oscuros de ambas partes. Hay recelo y preocupación en el ambiente, ansias de demostrar cosas, orgullos heridos y pasiones a granel en las calles y en los parques.
Mientras estas leyendas continúan creciendo en la mente de los aficionados, el “Rey” está tranquilo, nadie mejor que él conoce de estas cosas, sabe que solo son aderezos para un juego de pelota, no le da importancia a comentarios oscuros ni a chismes de pasillo. Su misión es guiar a los suyos a la victoria sin importar el rival y está consiente que eso solo depende de ellos. No guarda rencores ni piensa en desagravios porque su naturaleza no se lo permite.
A Pablo Civil tampoco le quitan el sueño estas cosas, su empresa es retener la corona a toda costa y utiliza su pericia y sus habilidades de estratega para lograrlo. Siempre ha respetado a los Leones, poco le importa lo que piensen algunos por tratar de evitarlos en la temporada pasada. Esto es un juego y no solo se gana a fuerza de batazos.
El duelo está pactado, este domingo a las dos de la tarde saldrán ambas escuadras al ruedo para la batalla verdadera, esa que se gana con inteligencia y estudio del contrario, con el coraje de los lanzadores y con la música de los maderos. La que está exenta de groserías y ataques verbales de los malos fanáticos, la que se logra con garra y con el abolengo de sus propios jugadores.
Queremos un buen espectáculo, un show digno de nuestro pasatiempo favorito, sin guaperías baratas ni ofensas, donde se defienda con los dientes los colores de la provincia pero sin absurdos regionalismos. Nos vemos en el estadio.