Por allá por el 2000, feliz como lombriz, entrevisté al legendario Conrado Marrero. Más de una década después, y casi por azar, tuve el privilegio de asistir a su cumpleaños 102, el último que celebró el cubano nacido en la finca sagüera El Laberinto.
Fueron esas las únicas veces que crucé palabras con el mejor pitcher de 5 pies 5 pulgadas de la historia. En las charlas se habló de lo humano y lo divino, pero sobre todo del deporte que lo inmortalizó. Sin siquiera proponérselo, Conrado Marrero me convenció de que le sabía un mundo a la pelota.
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Había llegado tarde a los terrenos, me contó, hasta el punto de que aprendió a fildear a mano limpia cuando ya era un hombre hecho y derecho. “Y la curva aprendí a lanzarla con naranjas”, dijo el cubano.
Recuerdo que lo persuadí con mis preguntas, y que siempre contestó con la misma facilidad que sacaba un out detrás de otro. “¿Qué lanzamientos tiraba usted, Premier?”, inquirí. “Slider y recta”, respondió. “¿Sólo eso? ¿No tenía usted un cambio?«. “Mi cambio era la recta”.
Conrado Marrero, no es exageración ni un cumplido, ha sido de los entrevistados que más disfruté en 30 años de carrera. Anécdotas me relató decenas, cada una más divertida. Hoy le voy a contar tres de aquellas historias que vivió frente al que muchos consideran el bateador natural más portentoso que dio el béisbol.
Las anécdotas de Conrado Marrero
Me contó Conrado Marrero que un día ponchó a Ted Williams y después del partido lo fue a ver para que le firmara la pelota. A la siguiente vez que se enfrentaron, el hombre que apodaron “Teddy Ballgame” le sopló un jonronazo y mientras pasaba por la primera base, le gritó: “Hey, ve a buscarla para firmártela también”.
En otra ocasión, Williams le conectó dos cuadrangulares en un juego y después del segundo, mientras daba la vuelta al cuadro, le dijo “hoy es mi día, Connie”. “Todos los días son tu día, Ted”, le replicó el cubano desde el box.
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La última historia es aún más impactante y simpática. Según me relató Conrado Marrero, llegó a la novena entrada de un juego contra Boston ganando por una carrera, y resultó que con dos outs y bases llenas debió enfrentar al dos veces MVP y Triple Corona.
“Hasta vinieron a darme instrucciones de cómo pitchearle. Le lancé con un cuidado tremendo hasta que lo puse en dos strikes, y entonces le tiré la recta más lenta del mundo por el medio de home. Eso lo sorprendió, porque la dejó pasar y le cantaron el tercero. Un rato después, en las duchas, coincidimos. ‘¿Qué fue esa porq**ría que me tiraste?’, indagó Williams. ‘Si me lo llego a imaginar la saco del estadio’. ‘Por eso te la tiré’, le contestó Marrero”.
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