«No me adapté a las griterías ni la presión de Víctor Mesa» Afirmó cerrador cubano

Por Franco Miguel Alvariño  Si de modestia se trata, Danny Aguilera se pasea en la élite. El cerrador de la Isla de la Juventud accedió sin mucho reparo a conversar con Swing Completo. El máximo apagafuegos de la Isla y el segundo de Cuba con 149 respondió a las preguntas de este periodista con tanta sinceridad, […]

Por Franco Miguel Alvariño 

Si de modestia se trata, Danny Aguilera se pasea en la élite. El cerrador de la Isla de la Juventud accedió sin mucho reparo a conversar con Swing Completo. El máximo apagafuegos de la Isla y el segundo de Cuba con 149 respondió a las preguntas de este periodista con tanta sinceridad, que por momentos me entraban ganas de volver el tiempo atrás, regresar, regalarle toda la gloria que merece, y evitar que le sucedieran tantas injusticias. 

La genética no lo dotó con una gran velocidad, pero él construyó algo más importante, creó un hombre perseverante, decidido, trabajador y dispuesto a hacer cualquier sacrificio para lograr sus metas. Tal vez no fue un pelotero mediático, pero sus números indican, a pesar de sufrir mucho en el béisbol cubano, que fue un triunfador.

Danny comenzó desde muy pequeño a practicar béisbol influenciado por la figura de su padre, que intervenía en los campeonatos provinciales de la Isla. «Mi papá en aquel tiempo jugaba las provinciales de la Isla, cuando aquello se competía de noche, nunca llegó a la Serie Nacional, él era maestro y director de escuela en un poblado que se llama Argelia Libre, y yo nací viendo sus trajes, los guantes, los spikes, todas esas cosas fueron creando en mi un sentimiento por el béisbol», relató el entrevistado. 

Comenzó a jugar pelota cuando cursaba el tercer grado escolar, era un niño, pero su padre le inculcaba los fundamentos necesarios para que se desarrollara en el deporte. «Mi papá es un gran fanático del pasatiempo nacional y muy conocedor del mismo, el me impulsó para que jugara, que hiciera lo que él no pudo hacer, llegar a la Serie Nacional», expresó Aguilera. 

«Estuve en las edades infantiles hasta sexto grado, era bateador, jugaba primera, segunda y la receptoría. De ahí crucé para la EIDE, pasé las categorías 13-14 y 15-16. En el primer año en la escuela no fui al campeonato nacional. El segundo curso me abrió las puertas del equipo, luego pasé de categoría y aunque no estaba en los planes, a última hora se lesionó un compañero, Alberto Galindo y tuvieron que incluirme y llevarme a Sancti Spíritus, la sede. Ese año fui el único lanzador que ganó dos juegos», acotó. 

En ese instante Danny Aguilera empezó a demostrar su talento, ahora no solo lo conocían en su municipio especial, sino en el resto de Cuba. En su primer año juvenil continuó destacándose, ganó tres juegos en el torneo nacional, mientras que, en el segundo año, los pineros tuvieron un mal paso y solo lograron una victoria, triunfo que fue a la cuenta de nuestro entrevistado. 

De esa temporada recuerda: «Ese año estuve entre los primeros en carreras limpias del campeonato, el juego en el que vencimos, fue a mi cuenta y terminó 2×1 con Matanzas quien se tituló campeón. También le lancé dos juegazos a La Habana, que tenía excelentes jugadores, que después brillaron dentro y fuera de Cuba, como es el caso de Kendry Morales, los partidos terminaron 2×1 y 1×0, vale destacar que era con aluminio, en ese momento comencé a despuntar», añadió el lanzador. 

Con corta edad comenzó a tocar las puertas del equipo de mayores en la Isla. Cuando terminó el segundo año de juvenil se la abrieron, entró, lo hizo bien, pero la llegada de lanzadores más experimentados de otras provincias retrasó su incorporación al principal elenco de los pineros. 

«El segundo año tuve buen campeonato provincial, quedé campeón con el equipo de La Fe y obtuve buenos guarismos, luego me llevaron a la preselección y no pudieron eliminarme, tuve buena Antillana de Acero, buenos topes con Villa Clara, pero lo que realmente me sembró en el equipo fue el cero que le di a Industriales en un juego donde entré a lanzar sin outs y con las bases llenas», narró el entrevistado, mientras la felicidad lo inundaba. 

Como todo niño, el serpentinero de la Isla soñaba con una vida ligada al béisbol, cerraba los ojos y se visualizaba representando a su lugar de nacimiento, incluso en alguno que otro se veía vestido de rojo y con cuatro letras en el pecho. Para eso siempre trabajó fuerte dentro y fuera de los terrenos. «Recuerdo que mi mamá decía que me estaba volviendo loco porque entraba en el baño y hacía movimientos de lanzar, cuando me compraban un pantalón levantaba mi pie e imitaba que lanzaba, lo mismo sucedía cuando me encerraban en el cuarto, todo el tiempo estaba pensando en cómo mejorar», cuenta el cerrador entre sonrisas. 

La vida, a veces benevolente y otras injustas, no recompensó su esfuerzo del todo. El conjunto de los Piratas se convirtió en el equipo de sus amores, mientras que la segunda parte de sueño fue tronchada, no pudo representar a su país en los principales torneos, aunque esto no le impidió viajar y vestir la franela, siempre a la sombra, en ocasiones inmerecidamente, de las primeras figuras. 

«Se cumplió mi sueño llegué al equipo de la Isla y tuve excelentes resultados, pero a la selección nacional nunca pude llegar, creo que el año que estuve más cerca fue en el quedamos segundo, fui el mejor relevista del país y en esa preselección lancé siete entradas, me dieron un solo hit y cada vez que fui a lanzar me pusieron con situaciones de juego desfavorable; hombre en segunda sin out, hombre en tercer sin out y siempre conseguí salir a flote. Cuando decidieron dejarme fuera me dieron mil pretextos, pero yo me fui con mi cabeza bien en alta», añadió el protagonista. 

Danny entiende que jugar en otras ligas brinda la posibilidad de alcanzar un mayor progreso en el deporte. «Me hubiese gustado jugar en ligas foráneas para poder desarrollarme más como pelotero. Para nadie es un secreto que esos torneos son mejores que los nuestros, son más competitivos, de más calidad. Y en las Grandes Ligas claro que me gustaría haber podido jugar, es la meta, el techo del béisbol en el mundo». 

«Ahora la política es mandar peloteros que tienen 30 o más años a jugar las Ligas del Caribe, ese pelotero está hecho, el verdadero talento es a partir de los 15 años que es cuando en las Grandes Ligas firman a los jugadores. En Cuba hay varios muchachos jóvenes que podrían ser insertados en algunas de las ligas del área, esos son los primeros que deberían salir para que mejoren su juego, en nuestro país no vamos a mejorar, eso te lo aseguro», afirmó Danny, un poco contrariado. 

Llegó el momento de una pregunta clave para el entrevistado y es sobre sus apariciones en el equipo Cuba. Aguilera tuvo dos años donde fue fuerte contendiente para hacer el grado del principal elenco del país, la preselección al Panamericano en Toronto 2015 y la preselección al Clásico Mundial del 2013.

«El año del segundo lugar no fui correspondido, quedé como el mejor lanzador, fui a la preselección de los Panamericanos en Toronto y no me quisieron llevar, hubo cosas que ocurren ahí dentro, y a veces piensan que uno es bobo, que uno no sabe, que no ve las cosas, pero bueno mis resultados estuvieron ahí», respondió el pitcher. 

«Yo estaba en la pre del Clásico, ese año se hizo Juego de las Estrellas y no lancé, el único que no lo hizo, Víctor Mesa me dijo que me iba a guardar, estuve de refuerzo ese año con Matanzas, comencé bien, salvé dos juegos, pero luego no me salieron las cosas como esperaba, no me adapté al sistema de Víctor, la presión, las griterías, si daba bola me podía sacar, que si abría con base por bolas, o me conectaban hit en dos strikes me gritaba, esas cosas me bloquearon y no tuve buen año con los Cocodrilos, después hicieron otra preselección y me quedé fuera», aseveró con cierto remordimiento. 

Sobre su estancia en las preselecciones del primer equipo de Cuba Danny Aguilera habla sin tapujos, con pocos pelos en la lengua y a camisa quitada. «Cómo se vive una pre en el equipo Cuba, te voy hablar claro, para mí es algo sucio, turbio. Ahí existe todo tipo de cosa, el bateo avisado, si soy amigo tuyo y estoy fijo voy a fallar y si me embaso voy a adelantar para que me saques out en primera, te aviso la seña para que batees o te tiro recta nada más para que pegues un buen batazo, si toca la bola voy lento para que puedas llegar, todo eso se vive en una preselección», concluyó Danny Aguilera.