«El Latino NO FUE el estadio que más me IMPRESIONÓ», CONFESÓ Duke Hernández

Por Migue Guerra

Uno de los momentos más impresionantes que puede vivir un fanático del béisbol, es disfrutar la experiencia de estar presente en un estadio de pelota para presenciar su equipo favorito en acción.

Son muchos los estadios maravillosos alrededor del mundo, disímiles estructuras que impresionan por su peculiar forma o por las diferentes atracciones presentes. Pero lo cierto es que el béisbol es tan bello como los momentos que disfrutamos en esos mágicos colosos donde resuena ese impacto de la bola con el madero y nos dirige la mirada hasta lo profundo de un batazo que se escapa de los límites del terreno.

En más de una ocasión hemos escuchados testimonios de fanáticos y peloteros sobre las sensaciones vividas al llegar a uno de los mejores estadios de la pelota cubana, el estadio Latinoamericano en la ciudad de La Habana.

Todo el mundo nos habla de la impresión del “Coloso del Cerro”. ¿Fue la misma para Orlando Hernández cuando entró por primera vez al Latino?

«Si, fue impresionante el Latino, pero no es el estadio que más me impresionaba y que más me gustaba jugar. Me gustaba jugar porque yo era de ahí, pero realmente yo disfrutaba mucho jugar en el Guillermón Moncada, en el Augusto César Sandino y en el estadio de Pinar del Río el Capitán San Luis».

«Pero todo el mundo disfruta mucho cuando van a La Isla, aunque era una “olla” como no me iba mal allí me encantaba ir, también tenía la familia y todo. Me encantaba jugar la serie en La Isla».

¿Le gustaba lanzar en el parque chiquito?

«Si, me encantaba. Yo siempre digo: “lo que es parejo no es ventaja”. En La Isla es difícil porque saben jugar allí, saben para donde batear y son muy inteligentes allí».

«Te digo una cosa, no me lo vas a creer, el estadio que más me gustaba lanzar aquí, es uno chiquitico, el Fenway Park de Boston».

«Los fanáticos de los Yankees que no se me aceleren, a mi me encantaba lanzar en el Yankee Stadium porque era mi estadio, eran tus fanáticos los que tanto quiero y siempre voy a respetar, pero allí en Boston había algo, como una adrenalina que se desprende cuando vas a entrar al dugout y los fanáticos están encima de ti como que te quieren comer, así es el Fenway Park y eso es lo que me gustaba».

«Me decían: “Duke tu mamá”, yo me imaginaba que me preguntaban el nombre de mi mamá, jajaja».

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